¡Campeones de Europa!

El Iberostar Tenerife vence 63-59 al Banvit BK de Turquía en la gran final de la Basketball Champions League y logra para sus vitrinas el primer título continental en sus casi 80 años de historia.

El Iberostar Tenerife cumplió su sueño de ser campeón continental tras imponerse al Banvit por 63-59, en un partido igualado, duro, de esos en los que los aurinegros muestran su mejor cara y que se vivió en un Santiago Martín lleno, con la afición siendo el sexto hombre y dejando la sensación de que este equipo y este club no son solo cuestión de un curso, sino que están sentadas las bases para algo muy importante. Aún más.

Fue un encuentro muy táctico, pero las sensaciones lo superaron. Primero, porque el público estuvo muy metido desde el primer momento, esperando a sus jugadores cuando se disputaba aún el primer tiempo, Segundo, porque para salirse del corsé que los turcos querían poner al partido había que ser descarado, valiente, pensar con la cabeza, sí, pero dejarse llevar un poquito por el corazón.

Los tinerfeños comenzaron con mucho acierto en el tiro exterior. Grigonis y Rodrigo San Miguel asumían responsabilidades para poner a los suyos por delante en el marcador (9-5), ante un Banvit que repetía el mismo guion de la semifinal ante el Mónaco: mucha dureza y saber encajar golpes hasta tener su momento.

Con un tanteo bajo, 16-12, todos parecían estar contentos: los turcos, porque no había demasiada alegría defensiva, y el Iberostar Tenerife, porque Jordan Theodore, el gran peligro del rival, se quedaba sin anotar en todo el primer cuarto.

Era demasiado bonito para ser verdad, porque el genial base estadounidense despertaría, pero con un porcentaje total muy malo: solo siete canastas de 18 lanzamientos. La segunda manga traería algunos de los mejores momentos aurinegros, con la primera buena ventaja a su favor (23-14), pero también con la primera demostración clara de que el Banvit quería llevarse la copa. Un parcial de 0-7 metió el miedo en el cuerpo de todos los asistentes al Santiago Martín, que veían cómo cada vez que los aurinegros conseguían una racha, aunque fuera pequeña, el conjunto de Bandirma volvía a aparecer, casi por arte de magia, a su lado.

Lo mejor de todo era que, cuando se llegaba al tiempo de descanso, el Iberostar Tenerife mandaba en el marcador (34-31) con el 60% de acierto en el triple. Cuando este equipo tiene ese nivel de acierto, nada puede fallar, pero era una final continental y, por si fuera poco, la primera en la historia de la Basketball Champions League.

Ritmo

Marius Grigonis es un proyecto de jugador genial que ha crecido en la Isla en el último año de manera evidente. Gran tirador, su facilidad para penetrar lo hace aún más peligroso y ayer, en el tercer cuarto, fraguó su nominación como MVP del duelo. El lituano siguió liderando a los suyos con un triple (40-34) ante el que Filipowski, entrenador del Banvit, tuvo que pedir un tiempo muerto para reordenar ideas.

Por medio de Orelik, Theodore y su misma dureza defensiva, los turcos siguieron a rueda del Iberostar Tenerife, tratando de aprovechar sus errores, algunos de ellos típicos de este tipo de finales. Cada vez que los locales sacaban la cabeza (49-40), los visitantes volvían a recordarle que para ganar un título, sea el que sea, hay que sufrir, y eso fue lo que llevo al partido a la última manga con todo por decidir (51-46) tras un parcial de 0-6.

Algún día habrá que hablar de Davin White, de sus ganas de solucionar sus problemas de rodilla con mucho trabajo en sus veranos de Phoenix, de su talento incansable y de su capacidad para convertirse en un hombre de hielo, al que no le puede la presión, y que es capaz de anotar cinco puntos consecutivos cuando su equipo peor lo pasaba, llevándolo del 58-57 al 63-57.

Fue ahí cuando el Banvit no pudo más, los turcos comenzaron a rendirse de manera definitiva, dejando la copa en manos de un equipo para la historia del baloncesto tinerfeño y canario al que, y eso es lo mejor de todo, aún no se le conoce el techo.

El Iberostar Tenerife de esta temporada es capaz de ganar a cualquiera, de batir cualquier registro. Ojalá sepamos valorarlo.

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