“Buenas tardes, te recuerdo que esta noche a las 20 horas cierra sus puertas Dragonfly como hospedaje en la calle El Calvario, 27. Gracias. No va a tener ninguna asistencia dentro. No habrá personal”. Ese es el whasshapp que Margarita Morales, directora del que ella denomina centro zen y todos siguen conociendo como residencia de mayores Sor María, envió ayer a los familiares de los usuarios que permanecían ingresados en el centro sujeto a una investigación judicial tras las denuncias del Ayuntamiento y Gobierno de Canarias, que afirman no tener constancia del cambio de actividad, de residencia a centro de terapias alternativas, que Margarita Morales afirma realizó en el mes de enero y que anoche ante la alcaldesa insistía en que “ahora es un centro extrahotelero”.
A las ocho de la noche, los familiares de Laura, una anciana de 87 años, acudieron a recogerla y cuando entraron en el centro, donde les atendió la única auxiliar que trabajaba en esos momentos, se encontraron a la anciana sentada en una silla de ruedas con la maleta preparada, junto a otros 16 mayores. Sin embargo, una hora más tarde, cuando apareció la directora por el inmueble, y a requerimiento de la Policía Local, aseguró que en el interior solo quedaba una persona (Laura), mientras los familiares de esta le llamaban “mentirosa”.
Margarita Morales llamó a una ambulancia porque dijo que la anciana estaba enferma, algo que desmintieron sus familiares, que se negaron a que subiera a ella, mientras Laura permanecía en silla de ruedas en el exterior de centro junto a la directora.
Hijos y nietos de Laura aguardaban a que la edil de Servicios Sociales, Socorro González, activara a través del IASS el protocolo de urgencia para reubicar a su familiar, mientras la alcaldesa pedía la actuación del juzgado de guardia para dar fe de que en el interior de la residencia no quedaban usuarios, como insistía Margarita Morales, que el miércoles declarará ante el juez como investigada.