A mi edad, lo que escribo

Estoy escribiendo un libro por encargo. Es una historia de amor. Parece mentira que en pleno siglo XXI le pidan a uno que transcriba una historia de amor, real

Estoy escribiendo un libro por encargo. Es una historia de amor. Parece mentira que en pleno siglo XXI le pidan a uno que transcriba una historia de amor, real. Y parece mentira también que yo acabe mis días como escritor de encargo. Una historia que comienza en Alemania, a principios del siglo XX, y termina en Tenerife. Una historia que va de un banquete sin novios a las consecuencias del nazismo, de la guerra civil española, al comportamiento de la burguesía tinerfeña de la época; el relato de un amor sin barreras; un amor tan fuerte que no lo rompe ni siquiera la férrea oposición familiar de la familia de ella a la relación. Saco en esta especie de cuento, que deberá ser breve, no más de cien folios, conclusiones que por mí mismo sería incapaz de imaginar.

Las historias de amor son intrigantes, por muy inocentes que parezcan. Y siempre existen muchos trasfondos en ella. Se suceden en la escena ricos terratenientes, jóvenes y apuestos militares, burgueses incapaces de comprender nada. Y el final es algo infeliz, no me importa decirlo. Triunfa el amor, aunque las consecuencias fueron dolorosas por una terrible enfermedad ignorada que todo lo complica y que pinta de muerte la vida de dos personas buenas que desearon siempre estar juntas. No crean que está siendo fácil seguir el hilo argumental de la historia. Me voy a tener que meter en más de un archivo para ambientarla. He conseguido fotos deliciosas de la época, gracias a que hay familias que lo guardan todo. Como yo. Va a ser difícil hasta componer el título, que debe ser como el de una melodía en rosa, también en rojo, por el dramatismo. No sé, seguiré escribiendo, a ver. Ayer leí la segunda entrega a la protagonista que queda viva.

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