¿Estamos locos?

La madre superiora movía misales de una parroquia a otra sin que nadie sospechara que había algo raro en el trasiego de libros religiosos al margen de los feligreses

La madre superiora movía misales de una parroquia a otra sin que nadie sospechara que había algo raro en el trasiego de libros religiosos al margen de los feligreses. Eso ocurría en Cataluña y medianías off shore que limitaban con la nación del tres por ciento. En Madrid, el Canal de Isabel II hizo honor a la soberana que le da el nombre. Si el reinado de Isabel II ha sido catalogado como uno de los más corruptos de la historia de España, su Canal, con Ignacio González al frente, ha hecho honor a la tradición y se ha enfangado en un nuevo caso de corrupción que salpica -de nuevo- al Partido Popular.

No es el único asunto reprobable. Ya tenemos que hacer un esfuerzo considerable para nombrar, como nombrábamos los reyes godos o los elementos de la tabla periódica, todos los casos de corrupción que se han producido en este país en los últimos años: Gürtel, Púnica, caso ERE, Nóos, Taula, Auditorio, Bárcenas… y más cerca de nosotros, Arona, El Trompo, Las Teresitas. Y hay muchos más.

El año pasado, un periódico publicaba que los casos de corrupción en España nos habían costado a los humildes contribuyentes y votantes, es decir a todos nosotros, más de 7.500 millones de euros -no quiero ni pensar cuánto sería en las antiguas pesetas- y eso que aún no se habían desbordado las aguas del Canal Isabel II ni la madre superiora se había puesto a mover los misales en las parroquias.

Pese a todo ello, ningún líder político en este país dice nada, ni de forma contundente. Y por supuesto, nadie pide disculpas salvo de soslayo. O se parapeta tras un plasma para declarar en una especie de comparecencia virtual que utilizan quienes no quieren dar la cara. Y nadie devuelve -o reclama que nos lo devuelvan- el dinero hurtado a las arcas públicas para el enriquecimiento personal. Me gustaría ver, cuando esto termine, si es que termina, cuántos de esos millones vamos a recuperar los ciudadanos de a pie para poder invertirlos en políticas sociales, por ejemplo.

En este escenario de corrupción generalizada, las encuestas oficiales aseguran que si hoy nos encontráramos frente a una urna electoral volveríamos a introducir la papeleta de un partido gangrenado por la corrupción para que gobernara de nuevo en este país. De locos. La celebración del Primero de Mayo pasó sin pena ni gloria y no consiguió movilizar a los miles de ciudadanos agotados por una reforma laboral que precariza y paga mal, muy mal, el trabajo por cuenta ajena. De locos.

Y ya en el bar, las conversaciones más apasionadas giran, como siempre, en torno al fútbol. En los resultados del Real Madrid o en la mala suerte del Atlético. O si el Tenerife, por fin, subirá a Primera División. Y entonces, el estadio se llenará con 24.000 hombres y mujeres para vitorear a su equipo. 24.000 hombres y mujeres que no nos hemos reunido nunca al mismo tiempo y en esta isla para reclamar nuestros derechos laborales, una sanidad mejor de la que tenemos; que atiendan a nuestros mayores y a nuestros dependientes como se merecen; que nos devuelvan el dinero que han saqueado de las arcas pública; que tengan vergüenza y, como en otros países, se vayan para su casa cuando los han pillado.
Algo está pasando en este país cuando, mientras algunos políticos nos roban, nuestra mayor preocupación sea el resultado de la final de la Champions. ¿Estamos locos?

*Cabeza de lista del PSOE de
La Laguna y concejal del Ayuntamiento

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