En apenas unos minutos, un piso de la calle de San Cristóbal (Santa Cruz de Tenerife) quedó en buena parte arrasado por el fuego en la tarde noche del pasado jueves. Unas 16 horas después, algo similar ocurría en San Isidro (Granadilla). En el primer caso, dos mujeres sufrieron intoxicaciones por humo; en el segundo, felizmente no hubo heridos. Pero ambos casos presentan dos características comunes de relevancia: se trata de siniestros que alcanzan su mayor intensidad en pocos minutos y los daños materiales en las respectivas viviendas son considerables. A este respecto, bueno es recordar cuáles son las principales causas de este tipo de accidentes. Entre las mismas destacan los sobrecalentamientos de enchufes y tomas de corriente y los fusibles fundidos, evitables con un disyuntor en casa. También el cigarrillo mal apagado ha causado demasiadas desgracias de este tipo, como igualmente pasa con las velas. Por supuesto, está la cocina, la estancia más peligrosa en este sentido por la común combinación de fuego, grasa, electricidad y agua. El almacenamiento en sótanos de materiales de riesgo, los aparatos de calefacción y las chimeneas son otras causas.
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