Le Pen

Jean Luc Mélenchon se propone alterar las condiciones de Europa. Asume los criterios tradicionales de la izquierda, esto es, el reparto de dividendos, las condiciones del trabajo, la seguridad y los derechos inalienables: la casa, la educación, la sanidad, el descanso...

Jean Luc Mélenchon se propone alterar las condiciones de Europa. Asume los criterios tradicionales de la izquierda, esto es, el reparto de dividendos, las condiciones del trabajo, la seguridad y los derechos inalienables: la casa, la educación, la sanidad, el descanso… La UE, por la crisis (dicen), se ha atrincherado contra eso. De donde el racimo de la unidad ha de sustituirse por un programa de responsabilidad nacional. Francia de nuevo sola. Fuera del programa de la Europa unida, fuera del euro… Se explica que la extrema derecha de Marine Le Pen y la izquierda de Mélenchon coinciden. ¿Los extremos se tocan?

Lo que las elecciones presidenciales de Francia manifiestan es el juego atroz al que ha llegado la política en Europa y en Occidente. Lo vimos en EE.UU. ¿Cómo es posible que el 60 y tantos por ciento de los trabajadores con dificultades voten a Trump, cómo es posible que el 60 y tantos por ciento de los trabajadores franceses apoyen a Le Pen? Eso proclama una cosa: ni el Partido Socialista, ni Mélenchon, ni las izquierdas, que han sido el sustento de la clase obrera, están donde deben estar; se han desplazado, cuando no desvanecido.

La pregunta, entonces, resulta evidente: ¿quién gana, el aristócrata, capitalista, hiperliberal y empresario que se jacta de hacerle regates a Hacienda y volverse inmensamente rico por los desajustes entre la producción y el capital, la representante de la derecha sectaria e intervencionista de Francia o los que los votan? Si tal cuestión se probara, ahora los que llevan las escopetas no son los cazadores, sino los conejos. Es decir, una realidad tal ni resulta axiomática ni resiste los epítetos de contradictoria o paradójica; es inverosímil, inaudita, irracional… ¿Hasta dónde alcanza la madurez, la consecuencia y la coherencia de los votantes? ¿Quién se ha preocupado por la educación política?, ¿el PP, el PSOE…?

Confirman los galos que ante la ultraderecha, voto al contrario. Más vale lo malo que lo peor. Ese es el programa que se confirma allí: lo malo frente a lo peor. Así lo declararon Fillon, Sarkozy… Menos Mélenchon, que divulga el blanco o la abstención. Y no sabemos por qué, si porque está convencido de que Francia no puede permitirse el lujo de seguir por el mismo camino o porque perdió sabiéndose ganador y no se permite votar por el triunfador (como Podemos). Con todo, pues, la cuestión: ¿puede resistir una democracia semejantes fundamentos? ¿Y si ganara Marine Le Pen?

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