Los lobos existen

Al de hoy se le llama el Domingo del Buen Pastor. Las lecturas de la misa insisten en las entrañas de misericordia de Dios, pastor bueno que no olvida a nadie y busca a todos, que se siente desolado ante la pérdida de uno de sus hijos y corre tras él para rescatarlo de la noche fría

Al de hoy se le llama el Domingo del Buen Pastor. Las lecturas de la misa insisten en las entrañas de misericordia de Dios, pastor bueno que no olvida a nadie y busca a todos, que se siente desolado ante la pérdida de uno de sus hijos y corre tras él para rescatarlo de la noche fría. De ahí el nombre, que es un tanto irrelevante en sociedades industrializadas y tecnificadas… Pero lo de menos es cómo se llame. La necesidad de ser abrazado sin condiciones es universal. La experiencia de ser importante para alguien es la más sanadora de cuantas existen. Y eso es lo que pregona este domingo: que Dios ha elegido estar incompleto si le falta uno de nosotros.

Esto de que Dios me busca y me abraza es un acontecimiento, no una noticia. Ni siquiera es sólo una verdad de las que estructuran la fe en Cristo. Es mucho más: se trata de una propuesta de experiencia que, tomada en serio, desintegra la monotonía que nos asfixia y nos aleja de esa ruina que son el derrotismo y la desesperanza.

Honestamente, no vivimos el mejor de los momentos: necesitamos un acontecimiento así de grande. El repugnante clima político con el que han enfangado la vida pública políticos de todos los colores, la amenaza de revanchismo pandillero de los nuevos salvadores, el cansancio de los que deberían ir delante marcando el camino, la tozudez de los que siguen buscándose a sí mismos parapetados en puestos que estaban pensados para servir mucho y lucirse poco… Nada de esto ayuda.

Por eso, este Domingo del Buen Pastor nos viene al pelo. Que nadie desespere, dice este domingo: porque hay quien te busca. Y que nadie cometa el error de aparentar ser buen pastor si en realidad es lobo: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”, dice el Señor en el Evangelio de hoy.

Pues eso. Que hay quienes aparentan ser puertas abiertas a la felicidad que Dios regala y en realidad son sólo pregoneros de sí mismos, ladrones que buscan víctimas a quienes robarles su buena voluntad, fieras que matan la necesidad de esperar en Dios y buscar su rostro.

Ojo, entre nosotros hay de esos. Y no lo digo yo, lo dice la Escritura. Se puede endulzar el mensaje si uno quiere ser políticamente correcto, pero la tozuda realidad nos confirmará siempre la conveniente advertencia de nuestro Señor. Entre nosotros hay de esos: de los que no son pastores, sino propagandistas; de los que no tienen una experiencia que compartir, sino unas tradiciones que defender para permanecer en su mediocridad; de los que utilizan la verdad, la bondad y la belleza como estrategias, y no como caminos que conducen al único buen pastor.

Es triste, pero es fácil descarriarse. Y es sencillo descarriar a otros para que duela menos la propia vaciedad. El corazón de los hombres es tan propenso a estas enfermedades… Ojo, entre nosotros hay hombres y mujeres que no son auténticos. Tranquilos, les desenmascaran sus frutos. Y de ellos nos protege la serena experiencia de Dios, cuya voz suena distinta porque es la del buen pastor. Pero los lobos, existir, existen.

@karmelojph

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