¿Una sociedad en quiebra?

Los pasados días se celebraba en el Instituto de Teología el Congreso Internacional “Diálogo Fe-Cultura”, como siempre en colaboración con la Universidad de La Laguna. El título y la temática a desarrollar en las jornadas del Congreso fueron muy sugerentes. Un análisis de la sociedad actual y una pregunta en el cartel anunciador: ¿Una sociedad en quiebra?

Sólo escuchar el término quiebra nos suena a ruptura, a vidrios rotos o a objetos sólidos que se fracturan. Si las sociedades humanas fuesen realidades sólidas, tal vez le convendría la expresión. Pero nada es tan dinámico como la naturaleza cultural humana. Nada tan plural y diferente como las instituciones y organizaciones que nacen de la creatividad humana. Cambiamos a lo largo de nuestra biografía en muchos aspectos y, bastantes de ellos de manera progresiva hacia un mayor desarrollo de nuestras posibilidades. Eso ocurre individualmente y, con más razón, socialmente. Y no pasa nada. No nos debemos agobiar porque las realidades cambian, siempre que el cambio sirva para el desarrollo de las personas. Las sociedades nómadas cambiaron y se instalaron en asentamientos, y no pasó nada. La civilización romana cayó derrumbada por las hordas bárbaras, y no pasó nada. La estructuración social del Medievo, marcadamente feudal, cayó bajo la luz del Renacimiento, y tampoco pasó nada. Detrás de una quiebra surgen posibilidades mejoradas. Es cierto que pueden surgir situaciones negativas, inhumanas, belicosas, feas. Pero cuando el vino sienta las madres, la inteligencia humana desarrolla aspectos reubicadores y posibilitadores.

Mirar al pasado es necesario para no repetir los errores cometidos. Pero el horizonte está más allá de nuestra mirada. Es el presente el que debemos contemplar con renovada ilusión. Hay momentos en los que los principios en torno a los que nos organizamos socialmente son más sólidos o más líquidos. Pensarlo juntos y dialogarlo con serenidad creativa es importante para convertir en posibilidad todos los cambios. Siempre será verdad que aquí no tenemos ciudad permanente, y que nuestro anhelo se satisfará definitivamente en el horizonte de la eternidad. Allí ni líquidos ni sólidos, ni tiempo ni espacio… Y ese entonces se barrunta y se construye en este instante.

De una manera más sencilla se pudiera decir que para que nazca un pollito se tiene que quebrar el huevo. Que el queso de almendras, tan sabroso y típico de La Palma, nos exige romper las duras cáscaras de las almendras. Por no hablar de de crisálidas, cocos, piñas y demás frutas. El sabor exige el esfuerzo.

Si somos razonablemente humanos, las quiebras serán posibilidades.

* Juan Pedro Rivero González (@juanpedrorivero)

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