Acusado de violar a las dos hijas menores de su expareja en Canarias

Ambas perdieron la virginidad con él, una de ellas con un bate de béisbol que ponía "Yo soy la ley" y la otra una noche durante una olimpiadas que se celebraron en verano, aprovechando que se quedó dormida en el sofá, la penetró analmente
Audiencia de Las Palmas

Un hombre acusado de haber abusado sexualmente de las dos hijas menores de su pareja durante una década ha negado hoy los hechos que se le imputan ante la Audiencia de Las Palmas y ha admitido que tuvo una relación con una de ellas, cuando ya tenía 18 años, que entiende que fue un “error”.

El procesado Raúl N.R., que se enfrenta a una condena de 22 años y 10 meses, ha dicho que siempre respetó a las hijas de su pareja, que con ellas mantuvo una relación “maravillosa” como padrastro y que la denuncia presentada por ambas contra él no sabe a qué obedece y la asocia a cuando las niñas, ya mayores de edad, volvieron a vivir con su madre, en 2016.

El acusado, que está condenado por un delito de violencia machista contra la madre de las denunciantes, a la que tiene prohibido acercarse, ha explicado al tribunal que en 2014, cuando su expareja le denunció y dejaron de vivir juntos, echó a las hijas de su casa y se fueron con él.

Conforme a su relato, las dos se refugiaron con su padrastro en casa del progenitor de este y en ese tiempo surgió la relación con la más pequeña, que ya tenía 18 años, por lo que se fueron ambos a un piso hasta que se separaron, que fue cuando las chicas volvieron con su madre y le presentaron la denuncia, algo que ha dicho que no entiende.

Las dos hermanas, que se llevan 10 meses, han declarado tras un biombo ante el tribunal, y han afirmado que fueron objeto de abusos por parte del acusado, una desde 2002, cuando tenía 7 años, y la otra a partir de 2003, también a la misma edad.

Según han señalado, ambas perdieron la virginidad con él, una de ellas con un bate de béisbol que ponía “Yo soy la ley” y la otra una noche durante una olimpiadas que se celebraron en verano, aprovechando que se quedó dormida en el sofá, la penetró analmente.

Las dos también han relatado los intentos de suicidio que tuvieron en momentos distintos y han explicado que nunca denunciaron los hechos por el miedo que sentían hacia el acusado, que además les pegaba.

Las denunciantes han dicho que la familia se cambió varias veces de domicilio, si bien los abusos comenzaron en una casa cueva en la que vivieron varios años y tuvieron lugar en el baño, que estaba en un patio, así como en otras zonas de la vivienda y en lugares apartados a los que las llevaba de manera separada en su coche.

Según han contado ambas, para poder abusar de ellas el procesado las obligaba a despertarlo por la noche, cuando ya estaba dormida su madre, a la que el acusado le suministraba una dosis mayor a la pautada de un tranquilizante que tenía que tomar, y si se olvidaban les reñía.

Así mismo, tanto las dos hermanas como la madre han sostenido que el acusado se negaba a llevar a las niñas al médico y menos al ginecólogo.

La hermana pequeña, que es la que se fue a vivir con el acusado, ha manifestado que lo hizo para que dejara “en paz a su madre y a la familia” y que durante el tiempo que estuvieron juntos la tuvo como “presa” hasta que se escapó en enero de 2016 y meses después puso la denuncia.

La madre, que ha declarado por videoconferencia, ha asegurado al tribunal que la relación con el acusado comenzó en 2002 y que la vida en su casa fue “un infierno” hasta que se separaron en 2014, cuando lo denunció por malos tratos, y que nunca vio ni supo nada de los supuestos abusos, aunque en una ocasión su hija mayor se los reveló y los denunció, pero después dijo que le había mentido.

Ha asegurado que sufrió dos abortos a causa de las palizas que le dio su expareja, y que uno de ellos se lo provocó al introducirle el bate de béisbol en la vagina, así como que, a consecuencia de ello, estuvo hospitalizada más de un mes y, posteriormente, en tratamiento psiquiátrico.

La madre también ha relatado sentir miedo del procesado, quien la amenazaba con quitarle al hijo que tuvieron juntos.

El fiscal ha considerado probados los hechos y ha pedido al tribunal que tenga en cuenta como prueba de cargo la relación que mantuvo con una de las hijas después de haber sido su padrastro, pues es “indicativo del clima de la casa y del tipo de relación de cuasi sumisión”.

La abogada defensora ha pedido su absolución por la falta de pruebas y ha sostenido que lo relatado por las dos denunciantes es “una narrativa” y “una historia para no dormir”, y ha considerado poco creíble que ningún miembro de la familia llegara a conocer unos hechos que dicen que ocurrieron durante 10 años.

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