Comisión

Pondré un ejemplo que puede servir: tras concluir mi jornada de clases en la ULL, regreso a casa con mi pequeño coche

Pondré un ejemplo que puede servir: tras concluir mi jornada de clases en la ULL, regreso a casa con mi pequeño coche. Abro la puerta del aparcamiento, me dispongo a estacionar, mas hete aquí que en el lugar en el que se encuentra comúnmente el auto de mi mujer aparece un flamante Ferrari Testarossa. Accedo al lugar donde J. descansa y… pregunto, claro. Respuesta: “Ningún problema. Cuando llegué de la Facultad, me topé con el cochazo en la acera. Y como el dueño no aparece, las llaves estaban puestas y todos los papeles en orden, lo metí en el garaje y es nuestro”. Mira por dónde, prueba la justicia de España que el PP gastó x e y dineros en la campaña electoral esa y la otra. Nada que objetar, salvo de dónde venían los caudales. Y la sede de Génova estaba para aderezar. Como son pobres, encontraron con qué y con quién. El partido que se mueve por el líder supremo, incluso para poner y quitar, por supuesto al distinguido en cuestión, cuenta con un dirigente que sufre amnesia parcial o lo cambian de lugar como a una muñeca. No se entera de nada. Quien encamina los manejos y los números ni sabe ni responde. ¿Qué concluir, que es tonto don Mariano Rajoy o que ya anda con la soga al cuello? El Testarossa. Dedujeron que, para gobernar, necesitaban la fiabilidad de Ciudadanos y la complacencia del PSOE. En esas andaban cuando le comunicaron al Sr. Rivera que en eso de la corrupción ellos los primeros. La proposición no era descabellada: una comisión parlamentaria para analizar las finanzas del PP, las dichas campañas electorales incluidas. El pacto se firmó y debe cumplirse, o casi, como procede por lo general el PP. La oposición se mueve para tal fin y salen los guardianes del honor. Esa comisión no procede porque es inquisitorial. Luego, una para todos en el Senado, que ellos manejan, y como el juez anticorrupción es cosa suya, el fiscal general también y los magistrados adecuados los siguen, hacia ahí dirigen las habilidades. Tarda renuncia a la ejemplaridad, se dirá. Y es cierto. Los gestores del PP prueban lo que en otros países civilizados es categórico: la culpabilidad. ¿Con el sonsonete dicho tocando en las convicciones de los señalados, qué queda? El PP no se niega a que don Mariano Rajoy responda. En esos casos el culpable no es culpable. El punto álgido y siniestro de su indecencia política se confirma: impedir que se formulen las preguntas oportunas. Atroz. Una democracia que se precie no puede tolerar una vergüenza así de categórica.

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