Discurso para cobrar

Es probable que una academia como la sueca aduzca que puede sojuzgar a un ser humano por concederle uno de los premios más importantes de este mundo, el Premio Nobel de Literatura

Es probable que una academia como la sueca aduzca que puede sojuzgar a un ser humano por concederle uno de los premios más importantes de este mundo, el Premio Nobel de Literatura. ¿Por qué a Bob Dylan, nos preguntamos, que es cantante y no poeta?, ¿por qué no a Cormac McCarthy que es uno de los novelistas más brillantes y extraordinarios de la historia de las letras del planeta? Se aducirá que a la academia en cuestión le vino bien plantar esa pica en Flandes para ganarse la complicidad dada la inmensa fama del artista. Es decir, la Academia sueca anda jugando a eso que algunos políticos juegan con las redes sociales o la tele basura, cuantos más espectadores mejor. Creen oportuno la revitalización de las letras y para ello nada mejor que un desplazamiento tan sorprendente. Dylan mucho más que… Concurren, sin embargo, dos asuntos antagónicos. Uno: Dylan se ha ganado el respeto, su lugar en el mundo e incluso la admiración por su responsabilidad y su certidumbre ética. Se ha movido en pos de confirmar sus disgustos y certidumbres sociales, sus encontronazos con el sistema, la guerra… De ahí sus canciones, algunas extraordinarias de amor, porque eso también es. De manera que cuando alguien ha querido enclaustrarlo en tal o cual opción política, él se ha resistido. Su compromiso es con el todo no con el particular. Por eso cuando tomó iniciativas religiosas en la edad madura, algún imbécil se desconcertó. No se aprecia la inquietud. De ahí lo segundo. La Academia actuó y Dylan no se sorprendió. Los dejó sin figura porque sabe exactamente lo que es, no lo que otros le regalan sin que venga a cuento. Alguno se repite por qué lo aceptó. ¿Por qué no? Dylan no es el cretino. ¿La Academia se pasó? Ella. De modo que ha de justificarse. Para cobrar, discurso, y lo ha hecho bien, magnífico, dos páginas espléndidas. Claro, si es de literatura ha de pensar bien la literatura el ganador.

Pero Dylan de nuevo en su inquebrantable condición. Cobra los conciertos y el premio. Por ello escribe con un orden exquisito. Si Quijote, Moby Dick, Odisea, Platón, Sócrates o John Donne, el primero de la lista es Buddy Holly, el padre del rock and roll, el fastuoso cantante de apenas tres álbumes que se ganó la estima de los más extraordinarios, de los Rolling Stones, los Beach Boys, Don McLean a Bob Dylan.

Esa es la lección, la lección del maestro: la insensatez en su punto sin que sostenga mucho más de lo debido a la alevosa confusión.

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