El más valiente del mundo

El tinerfeño Aitor Alonso prosigue con su carrera profesional en Tailandia, donde combate en la dura disciplina del muay thai y se atreve a cruzar la frontera para desafiar a los birmanos en el arte marcial más extremo
Aitor Alonso

La guerra no acabará nunca para Aitor Alonso. Aquel adolescente de melena rubia que asombrara en el Pancho Camurria por su valentía y que en 2011 emigró a Tailandia para ganarse la vida a través de sus puños, sus codos y sus piernas, sigue en perpetuo pie de guerra.

Noventa combates en su trayectoria deportiva no le han quitado las ganas de seguir haciendo lo que más le satisface: “Me gusta pelear”. Por eso se afincó en Pattaya hace más de seis años y no ha titubeado nunca a la hora de aceptar una pelea, por complicada que fuera.

Así, Aitor se ha medido a gente de la calidad de Sudsakorn Sor Klinmee, Thepsuthin Pumpanmuang o Petchanong Banchamek, y ha sido llamado para pelear en las grandes galas organizadas para celebrar los cumpleaños del rey y la reina de Tailandia, el Toyota Tournament, Kunlun Fight o Thai Fight, además de adentrarse en la dureza del lethwei, el arte marcial más extremo del mundo que se practica en Birmania, donde valen hasta los cabezazos y las peleas no se acaban sino por fuera de combate.

Hasta allí llegó el año pasado después de un día de trayecto por carreteras secundarias en tak-tak para medirse con el gran ídolo local del momento, Soe Lin Oo, con el que perdió dejando una gran imagen. De Birmania se fue con 1.800 dólares en el bolsillo, pero en sus inicios en Tailandia llegó a pelear por 50 euros.

“La primera vez tenía 16 años y gané por KO en el segundo asalto”, recordaba desde Pattaya el deportista tinerfeño, que encontró allí “un lugar tranquilo, con buenos gimnasios para entrenar y con la playa muy cerca” para no echar tanto de menos su Tenerife. “Sería perfecto si pudiera tener aquí a mi familia y mis amigos”, reconocía a pocas horas de dar por terminada su jornada para encontrar el descanso nocturno que le permita afrontar al día siguiente otra jornada de duros entrenamientos.

Y es que Aitor vuelve el 17 de junio a los cuadriláteros después de seis meses parado por una fractura en la nariz. El falang nak muay, peleador extranjero en el idioma tailandés, ha dejado de ser un extraño. “Estuve un año viviendo en Sattahip, un pueblo donde no hay extranjeros, para aprender el tailandés; ahí con mis apuntes, poco a poco lo fui mejorando y ahora ya lo hablo, aunque todos los días se aprende algo”, aseguraba sobre una cultura que aún desconfía del occidental. “Los tailandeses son muy suyos, por no llamarlos racistas. Si vienes de vacaciones y con dinero, se comportan de otra forma, pero no le gustan los extranjeros. Yo les hablo en tai y me aceptan, pero a veces no les gusta y ellos me responden en inglés”.

El muay thai es su modo de vida en Tailandia, el país al que llegó de la mano de su padre, Javier, quien le abrió las puertas de una cultura de respeto máximo. Sus incursiones en el mundo de la moda e incluso de la televisión le han servido para ganarse algún dinero de más, pero todavía piensa en volver a Birmania. “Es una locura, pero me gusta porque sé que voy a la guerra”.

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