Evocación de un amigo. José Antonio Fernández, Pepepe – Por Antonio Castro

Pepepe, Santiago, Francisco y Milagros fueron, lo serán siempre, una prueba de la riqueza de la cultura popular que anida en tantas familias palmeras

Aunque ya han pasado algunas semanas, quiero dejar expresivo recuerdo, con motivo de su fallecimiento, de mi buen amigo José Antonio Fernández Castillo. La noticia me llegó ese día por numerosas vías y todas ellas impregnadas del sentimiento que acarrea la desaparición de una persona sencilla y popular, tanto por bonhomía de carácter como por sus habilidades artísticas y culturales.

Ante la muerte me quedo con el recuerdo, con la presencia constante de quienes van dejando su huella personal y social, en este caso concreto, en Santa Cruz de La Palma

Entre los numerosos y gratos incentivos que ofrecen las ciudades pequeñas están la cercanía y familiaridad en el trato, la información de las llegadas y salidas y en general todas las noticias personales, en una comunidad donde, como reza el refrán castellano, “todos nos conocemos”.

Antes del avance y expansión de los medios informativos y el prodigio informático de las redes sociales, una noticia en Santa Cruz de La Palma recorría sus calles principales en minutos y luego, con la misma rapidez, entraba en los barrios, subía y bajaba cuestas y dejaba al pueblo llano con el conocimiento de un hecho singular, para lo bueno y lo malo.

Pepepe, así se hacía llamar y así lo llamamos todos, era una figura conocida y querida en la ciudad; popular en el plano humano y en el ámbito musical, porque a su dedicación, y a la de sus tres hermanos, se debe la permanencia de los sones, danzones, boleros y guajiras, que tienen en nuestra isla secular arraigo.

Hace más de medio siglo, el grupo denominado Los Viejos, nacido en el Barrio de San Sebastián, trajo a los escenarios de la capital y de la isla la música que se oía en los talleres artesanos y en los barrios populares, cantada por parrandas que, con menos ritmo y más armonía, importaron los emigrantes de Cuba y que, como afirmó un estudioso palmero, adquirió la misma dignidad y uso que el folclore canario.

Pepepe, Santiago, Francisco y Milagros fueron, lo serán siempre, una prueba de la riqueza de la cultura popular que anida en tantas familias palmeras y que en épocas pasadas, cubrieron ratos de ocio y animaron nuestras fiestas; todos ellos unieron a sus facultades innatas una disposición plena para participar en cuantos actos solidarios y festivos, reclamaron su presencia, ganándose un merecido prestigio en nuestra sociedad.

José Antonio Fernández Castillo, Pepepe, fue además del penúltimo director de Los Viejos, un activo miembro de La Investigadora, la más antigua e inquieta de las sociedades palmeras que, contra viento y marea, mantiene un notable protagonismo cultural y social.

Expreso mi pesar y mi nostalgia por la muerte de quien para mí fue un amigo, preocupado siempre por los intereses generales de la isla, que me preguntó con regularidad por obras y servicios que se hacían o que se demandaban y que, desde su acendrado patriotismo y fidelidad a la tierra de nacimiento, nos animó a cuantos tenemos responsabilidades públicas en la defensa de nuestra tierra.

Para él mi recuerdo más emocionado, y mi pesar por su partida de este mundo a su familia compañeros, hermanos investigadores y a sus innumerables amigos.

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