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La historia de las sociedades humanas, y la nuestra occidental hoy dominante, ha estado dirigida a la búsqueda del bienestar

La historia de las sociedades humanas, y la nuestra occidental hoy dominante, ha estado dirigida a la búsqueda del bienestar. Ha sido la ciencia, soportada en paralelo por los valores de las diversas formas del cristianismo, la que ha ido elevando el nivel de vida de todos. A muchos nos es difícil encajar, en pleno desajuste de la globalización, las diferentes derivas de los populismos, con sus múltiples formas, sin siquiera entrar en la frontera en que nos sitúa el Islam, hoy, la primera amenaza en el equilibrio mundial. De forma que estamos reconfigurando el significado de todo. Esta semana la RAE dejó sobre la mesa incorporar al Diccionario de la Lengua el significado de “posverdad”, al ser incapaz de darle contenido. Hemos sido educados en el sistema lógico-decimal. Conformando nuestras convicciones en el desarrollo de la ciencia, que nos aleja de la pobreza y la enfermedad y nos ofrece cultura y bienestar. Formados en la sistemática de los sistemas lógicos. Cito dos claves en el desarrollo de la ciencia occidental, Carl Linneo (Suecia, 1707-1778) es el creador de la moderna taxonomía, creó los fundamentos de la nomenclatura binomial, aplicados a los sistemas naturales, botánica y zoología. Creó un sistema lógico donde encuadrar plantas y animales. La razón descubre el orden natural de las cosas e impulsa el conocimiento. Aún más sugerente como construcción lógica fue la Tabla Periódica de los Elementos, propuesta en 1896 por Dimitri Mendeléyev (1834-1907), ruso. Bajo la hipótesis de que las propiedades de los elementos son función periódica de sus pesos atómicos, Mendeléyev situó en su tabla los 63 elementos conocidos a la fecha, agrupados en 6 familias en orden vertical. Lo asombroso de la teoría es que la tabla anticipó la existencia de elementos desconocidos a la fecha, que ocupaban huecos vacíos en ella. Desde entonces la hemos mejorado, hasta acabar la IUPAC en el 2016, reconociendo la síntesis de los elementos 113, 115,117 y 118, que no existen en la naturaleza a partir del elemento 94, el plutonio. El 118, el oganesón, es un gas noble líquido, que se descompone en un microsegundo. Sin pretender que las ciencias sociales se acerquen a las experimentales, sí parece que dotarlas de método y razón es conveniente. La posverdad se ha adaptado al biotipo de la política, donde una cosa y su contraria se defienden en igualdad. Probamos a aplicar la lógica a cuatro instituciones básicas, la nación, la familia, la escuela y la empresa, en la España de hoy. El estado “plurinacional” que se defiende no es posible. Algo no puede ser uno y múltiple al tiempo. Tal y como defienden los catedráticos Santiago Muñoz Machado, Francisco Sosa Wagner y Jorge de Esteban, poniendo razón constitucional a nuestra tradición, donde coinciden estado, nación y pueblo. También hemos asistido a la desconfiguración de la familia, en la institución del “matrimonio”. Que al hacerlo homo, hemos roto la sistemática de sus funciones básicas, esto es la reproducción de la especie y el orden social. Con 1,33 de índice de reproducción, con más muertos que nacidos, las pensiones y el sistema impositivo no se mantienen. Desconfigurada la escuela, donde es posible aprobar estando suspendido, donde la pérdida de valores ha disparado la violencia escolar a niveles de edad antes desconocidos, nos ha llevado con ello al PISA que tenemos. Por lo visto, “empresarialmente”, Canadá ha engañado a Europa con el Tratado CETA, que permite a nuestras empresas un gran salto en el comercio internacional. Nuevamente la política hispana pervierte la lógica y la sistemática. Y con ello, el bienestar de la mayoría.

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