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Al turismo ya se le han acabado las vacaciones

A Inocencio González le alarma el cariz del alquiler vacacional: “Lo primero que pedimos es que se regule. No sabemos el número de establecimientos ni dónde están ubicados. Además de la competencia desleal al sector hotelero tradicional
Un grupo de turistas, en el casco histórico de La Laguna. / ANDRÉS GUTIÉRREZ
Un grupo de turistas, en el casco histórico de La Laguna. / ANDRÉS GUTIÉRREZ

Al sol que más calienta y abanicado por los excelentes indicadores estadísticos, el turismo en España ha estado tumbado a la bartola a verlas venir. A la sombra de las buenas perspectivas, en la vigilia de la siesta, se ha reflexionado tímidamente sobre la sostenibilidad de la correa de distribución del motor de la economía nacional, hasta que unos gamberros han apedreado castillos de arena y detonado petardos. Los brincos de preocupación han reactivado el debate. Las protestas facturan temor. El calor mediático eleva a la superficie las microalgas del sistema, alimentadas mayormente por la masificación y la improvisación.

Las carreras para conseguir una hamaca en un hotel de Gran Canaria también contribuyen al deterioro de la imagen y disuaden a quienes buscan un destino diferenciado, sin agobios.

“Aquí hemos combinado el descanso, la estancia y el ocio de una forma felizmente equilibrada”, describe Inocencio González. El secretario general de Comisiones Obreras en Canarias no contempla un contagio del fenómeno al que se le ha asignado la etiqueta de turismofobia: “Creo que tiene inconvenientes para establecerse que son ventajas para nosotros. Siempre podrá haber actuaciones aisladas, no de un modo orquestado. Tampoco lo ampara la ciudadanía canaria, porque sería un suicidio colectivo. Espero que no se convierta en una moda que nos ocasione serios perjuicios. El sensacionalismo al que están acostumbrados en ciertos países es muy dañino. No olvidemos que los tabloides tienden a sobredimensionar episodios insignificantes para crear alarmismo y sacar tajada”. El turismo de borrachera no le quita el sueño: “Siempre ha existido, lo que pasa es que ahora le ponemos apellido. Esporádicamente hay locales abiertos hasta altas horas. En mi opinión, se ha regulado de manera acertada. ¿Quejas de los vecinos? Las habrá, aunque generalmente se atienden y se resuelven satisfactoriamente. Pero no todas las zonas de bares son frecuentadas por turistas, ¡eh!”.

González acaricia la gallina de los huevos de oro: “Debemos protegerla, mimarla y fidelizarla. Esta es la parte en la que yo entiendo que no lo estamos haciendo bien. No es un mercado meramente estacional. Hay un turismo que nos visita todo el año. No nos engañemos: han intervenido muchos factores; entre ellos, por desgracia, el entorno de nuestros principales competidores. Por eso, aprovechemos esta circunstancia para fidelizar aún más a nuestros visitantes. Si eliminamos el sector turístico, evidentemente no contamos con un tejido productivo que sirva de colchón, de transición, en el supuesto de que las cifras cayeran estrepitosamente. Insisto en que estos años son oportunidades para mejorar el servicio que se presta, la atención y esa fidelización a través de un trabajo profesionalizado y cercano, que son señas de identidad nuestras, junto a la seguridad, la tranquilidad y los recursos naturales”. Sin embargo, alerta de que se han introducido elementos que en algunos casos son “perversos”. Se refiere, entre otros, a la tasa turística: “El turismo está lo suficientemente gravado por el IGIC [impuesto general indirecto, equivalente al IVA]. Repercutir directamente en el visitante produciría un efecto psicológico. Por lo tanto, nos parece que carece de sentido implantarla en Canarias. Podría ser un componente distorsionador de las potencialidades de un destino turístico preferente. En eso coincidimos el Gobierno de Canarias, los sindicatos y las organizaciones empresariales, así que no deja de ser más que una recomendación [el PSOE la lleva en la ponencia marco de su congreso regional] y no se aplicará”. Como alternativa, sugiere que se estudie la opción de dedicar con carácter finalista una cantidad de la recaudación del IGIC en este ámbito para compensar los efectos adversos del turismo.

La Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro (Ashotel) cifra en unos 310 millones de euros los ingresos fiscales (IGIC) en 2016 procedentes del gasto turístico, “el doble” de lo que proporcionaría una tasa. La patronal advierte de que adoptar “un impuesto que nos haga menos competitivos” acarrearía a la larga graves problemas.

El gasto de los turistas extranjeros en Canarias creció un 13% entre enero y junio de 2017, hasta los 7.907 millones de euros.

A Inocencio González le alarma el cariz del alquiler vacacional: “Lo primero que pedimos es que se regule. No sabemos el número de establecimientos ni dónde están ubicados. Además de la competencia desleal al sector hotelero tradicional, los trabajadores se encuentran con que los alquileres han pasado de 400 a 800 euros. Es prácticamente imposible que con esos salarios alquiles un piso en un área turística. Igual te pegas 200 kilómetros para ir a trabajar”. Un informe de la Universidad de Salamanca para Home Away TM detalla que el impacto del alquiler vacacional en Canarias fue de 2.514 millones de euros en 2016, 201 millones más que en 2015. Entonces, este tipo de alojamiento se utilizó en 3,5 millones de viajes, 300.000 más que en 2015. La vivienda turística ha aumentado su peso en estas islas. Predominan las contrataciones de seis pernoctaciones.

El Tribunal Superior de Justicia (TSJC) ha dictado una segunda sentencia por la que anula aspectos del decreto 113/2015, de 22 de mayo, que ordena el alquiler vacacional en Canarias. En contestación a un recurso de la Asociación Canaria del Alquiler Vacacional (Ascav), reitera que el reglamento “infringe la libertad de empresa y atenta contra la competencia”.

La normativa reconoce como viviendas vacacionales las que, “amuebladas y equipadas en condiciones de uso inmediato y reuniendo los requisitos, son comercializadas o promocionadas en canales de oferta turística, para ser cedidas temporalmente y en su totalidad a terceros con fines de alojamiento vacacional y a cambio de un precio”. Son explotadoras de viviendas vacacionales “las personas propietarias o las físicas o jurídicas, cuya actividad profesional, principal o no, consista en la cesión a título oneroso del uso y disfrute” de las estancias catalogadas. Se excluyen las edificaciones en suelos turísticos y en los inmuebles donde lo impidan los estatutos de la comunidad de propietarios.

Al turismo ya se le han acabado las vacaciones. Hay bastante trabajo pendiente.

El empleo es el talón de Aquiles

Inocencio González, secretario general de CC.OO. en Canarias. / FRAN PALLERO

El empleo es el talón de Aquiles del turismo, que aporta casi el 40% del producto interior bruto de Canarias. Cuando los beneficios empresariales se disparan, los pies de los trabajadores se resienten. Inocencio González vincula la calidad del servicio a las condiciones laborales de las plantillas. No le vale ir de puntillas.

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