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San Agustinito se hace grande ante los araferos

La pequeña talla vuelve a salir del barranco de Añavingo, cuatro años después, en una romería llena de parrandas, vino y sardinas
Fotografías: Andrés Gutiérrez

San Agustín de las Madres, a quien todos conocen en Arafo como San Agustinito o San Agustín Chico, volvió a salir ayer del barranco de Añavingo, como cada cuatro años desde que en 1981 se recuperara la tradición de sacarlo en romería para agradecerle “el milagro” que salvó al pueblo de la sequía en 1751.

Más de 3.000 personas, araferas y de otros lugares de la Isla, se dieron cita ayer tarde, pese al fuerte calor, para vivir una romería singular, con la bajada de San Agustinito, primero en brazos de los hombres y luego, todavía en pleno barranco, cargado por las mujeres, hasta la llegada a Los Lavaderos, donde se ofició la tradicional misa, mientras tres asaderos servían de parada para los caminantes, con vino y sardinas, aderezada con la música de las parrandas y el nuevo himno del santo, que se estrenaba para la ocasión.

Tras la eucaristía, que acabó con una exhibición de fuegos artificiales, cuando ya caía la noche, la singular procesión llegó al casco de Arafo, en la plaza de San Juan Degollado, pasadas las diez y media, donde la pequeña talla estará, cerca de la otra imagen de San Agustín -este tendrá su romería anual el día 26-, hasta que regrese a Añavingo el 2 de septiembre, para permanecer en aquel lugar que obró el milagro.

Cuenta la leyenda que en el siglo XVIII, allá por 1745 o 1746, los nacientes del barranco que llevaban el agua al pueblo quedaron sepultados por un derrumbe y aunque intentaron desescombrar, no se encontraron. Después de un novenario y prerrogativas a San Agustín, los vecinos de Arafo llevaron un cuadro del santo al barranco y lo dejaron allí con una vela encendida.

Aquella noche hubo una gran tormenta y, al día siguiente, regresaron los nacientes. El cuadro volvió a la iglesia de San Juan Degollado y, a finales del siglo XIX, se hizo una hornacina excavada en la roca con la pequeña imagen de San Agustín cerca de los nacientes que él logró reabrir.

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