domingo cristiano

Espuma por la boca

Me gusta ver a gente echando espumarajos por la boca. Lo sé, debería hacérmelo mirar

Me gusta ver a gente echando espumarajos por la boca. Lo sé, debería hacérmelo mirar. Pero es que hay pocos placeres tan directos como la visión de un individuo, individua o persona de género fluido vomitando animaladas por ese piquito que Dios le ha dado. Para mi deleite, la cosecha de la nueva política viene cargadita de todólogos conectados en modo energúmeno que defienden el empoderamiento de lo que sea como si les fuera la vida en ello. Oírles dar lecciones es para mear y no echar gota, oiga.

Otra fauna que participa del mismo apasionamiento vacío es la legión de los integristas de cualquier credo. Me pone usted delante a un predicador condenando al fuego eterno a todo hijo de vecino que no comparta su versión sobre el color de los ojos de la Virgen y yo es que me muero de amor, que diría aquella.

La última de estas recreaciones caseras del fin del mundo la disfruté esta semana. Me la regaló una tal Cristina Fallarás (a mí tampoco me suena), una tertuliana-comodín que llevan al programa Al Rojo Vivo (laSexta) cuando necesitan que alguien defienda lo que sea que Podemos les ordene defender. Pues esta tal Fallarás, indignada cual si le hubieran matado a un hijo, soltó algo así como que no entiende que hagan alcaldesa honoraria a un trozo de palo que le merece el mismo respeto que una valla de metal.

Sí, se refería a la Virgen y a esa costumbre de otorgar a las imágenes de nuestra Señora honores civiles, las más de las veces por aquello de tener contento al pueblo. La verdad es que no soy yo muy amigo de esas distinciones laicas a los iconos cristianos, pero de ahí a comparar una hermosa talla con una balaustrada de obra… Entre eso o faltar al respeto a millones de creyentes sinceros y a otros millones de no practicantes que ven en las imágenes un trampolín hacia la esperanza en un mundo que tenga sentido, sin lágrimas ni dolor… Qué quieres que te diga, pues que me quedo con la escultura coronada en lugar de con las cabezas huecas diplomadas.

Es lo que tiene ser pijoprogre presuntamente asambleario, que te metes en ese lío de si sociedad laica o atea o aconfesional y, como del tema sabes lo que te han pasado en cuatro fotocopias y además vives en tu mundo de luz, escraches y color, pues terminas elaborando un discurso lleno de alternativas caducadas y experimentos fallidos en la historia de la Humanidad. Y de odio, revanchismo adolescente y desencuentro, que es mucho peor.

A esta sociedad nuestra le sobran espumarajos por la boca, también los míos. Y le falta respeto, tolerancia, apertura, sensibilidad, auténtica búsqueda de la verdad y de la justicia. También entre los míos falta. A mi entender, sobran imágenes coronadas y con bastones de mando, pero acepto que eso es muy discutible, muchísimo. Pero no sobra respeto, al contrario, y propongo que no nos conformemos con que aquello en lo que creemos y aquello que simboliza lo que creemos sea atacado sin más por quienes nada tienen que perder porque su lucha es para engordarse a sí mismos.

Por eso, la Iglesia invita a los creyentes a comprometerse en la vida pública, en las cosas de la calle. A no ser sacristanes, ratones de iglesia, sino protagonistas de la historia de fe que compartimos. Por eso estamos en tiempo de misión, porque la vida no se resuelve en cuatro tertulias televisadas donde el espumarajo está muy bien pagado. La vida va en serio.

@karmelojph

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