domingo cristiano

La culpa es de los curas

Cuántas veces habré oído echar la culpa de todos los males a los curas, entre los que me cuento, vaya por delante la aclaración. La culpa de los malos tratos, de los curas, que obligan a las mujeres a ser sumisas

Cuántas veces habré oído echar la culpa de todos los males a los curas, entre los que me cuento, vaya por delante la aclaración. La culpa de los malos tratos, de los curas, que obligan a las mujeres a ser sumisas. La pobreza, culpa de los curas, que predican que hay que conformarse. Los jóvenes se van de la Iglesia por los curas, que no hacen celebraciones atractivas. La estamos perdiendo la fe porque los curas ponen problemas para todo.

Al final va a resultar que ni hay mamarrachos que maltratan a sus mujeres porque sí, porque es mía; ni empresarios explotadores; ni ciudadanos egoístas, que acaparan riquezas. Y lo mismo puertas adentro: va a ser ahora que todo depende del sacerdote, el talante y el talento de la parroquia, la acogida, la espontaneidad creativa…

A otros con ese cuento para tranquilizar conciencias. La inmensa mayoría de mis compañeros son hombres honestos, entregados, que buscan la verdad con sincero corazón, que hacen las cosas lo mejor que pueden sin alardear de sus madrugones ni de sus noches en vela.

Vaya todo lo anterior por delante para afirmar con rotundidad que, sin embargo, es cierto que hay curas que maltratan al santo pueblo de Dios y entorpecen el caminar de la Iglesia, que se buscan a sí mismos y no conocen otro bien que el suyo propio. Es verdad que hay curas que se han olvidado del amor primero, de la razón por la que se consagraron a Dios, que es el único motor para seguir ilusionado en todo esto.

Son los menos, pero producen un chirrido permanente y desagradable en la vida de la comunidad, tanto si están donde se toman las decisiones como si son el último soldado. L’Osservatore Romano es el periódico oficial del Vaticano. Hace unos días publicaba un artículo del profesor de Sagrada Escritura Giulio Cirignano, un hombre respetado: “El mayor obstáculo para la conversión que el Papa Francisco le pide a la Iglesia está, de alguna manera, en la actitud de buena parte del clero”. Ahí queda eso, en el periódico del Papa. Es un gran logro para la transparencia que se publique algo así, que no se tema mirar de frente a la verdad.

Pues claro que es cierto. Un cura que vive para sí mismo, que está en esto por sacar provecho o acaparar privilegios, un sacerdote así es un freno al Espíritu de Dios, que marca el rumbo de la comunidad. Pues claro que hay sacerdotes, en Roma y entre nosotros, a los que se les ha atragantado el Papa y su llamada a la autenticidad y al servicio. Cirignano da una pista para reconocerlos: “confunden la costumbre con la fidelidad”. Es decir, ni avanzan en la fidelidad a Dios y a los hombres ni dejan a otros que lo hagan con la excusa de que ellos no cambian porque la costumbre dicta lo que hay que hacer.

Muy flojitos intelectualmente, provenientes de seminarios que no ejercitan el sentido crítico, las ganas de profundizar… todo esto diagnostica el venerable profesor. Y esa mediocridad hace muy complicado que la fidelidad a Dios actúe como motor de la propia vida, unifique interiormente a la persona y se revista de amor incondicional a los hombres. Habrá que ponerse las pilas, porque de esto se nos van a pedir cuentas.@karmelojph

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