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Paulino Rivero atiza el avispero de Coalición Canaria

El expresidente del Gobierno regional alienta el debate sobre la identidad de un partido, en su opinión, desfigurado y vulnerable

Paulino Rivero, en la sesión de investidura de Fernando Clavijo. / FRAN PALLERO

Paulino Rivero atiza el avispero de Coalición Canaria. Desde que Fernando Clavijo lo dejó con la miel en los labios, las mariposas revolotean entre las flores de su patio interior. En la imaginación suya, cultiva la apicultura psicológica. Con socarrona maestría, instrumentaliza el ruidoso aleteo del enjambre de abejas que abandona la colmena, alerta a la gente de los alrededores y avisa para que acordonen la zona.

En el panal digital de Rivero, los aguijonazos son intensos. A propósito de la moción de censura en Icod de los Vinos, que prosperó mientras Clavijo buscaba estabilidad en el Líbano, se pregunta si CC debe preocuparse. “Evidentemente”, escribe en su blog, “del resultado de la votación se deduce que el pulso político, seguido con interés por los principales partidos en las Islas, lo han ganado el PP, el PSOE, Ciudadanos y Somos Icodenses-Nueva Canarias, y lo ha perdido Coalición Canaria”. Los picotazos del anterior presidente del Gobierno de Canarias van a la yugular de Clavijo: “Los movimientos tácticos llevados a cabo por CC en lo que llevamos de legislatura la han colocado, como nunca antes en sus 24 años de existencia, en una situación de desamparo y desprotección, sin el paraguas con el que siempre ha contado a raíz de los diferentes acuerdos alcanzados con alguno de los dos grandes partidos [nacionales]”. El desalojo del PSOE, consumado el 24 de diciembre de 2016, y la premonitoria censura en Granadilla han abonado, reflexiona, “un espacio de desconfianza” en las relaciones de socialistas y populares con los nacionalistas de Coalición, donde germinan la “vulnerabilidad” y la “debilidad”. Frente a esa tambaleante posición, Rivero se quita los guantes en señal de saludo a Asier Antona (PP) y Román Rodríguez (NC). Aunque este último y él acabaron a las greñas, no sería descabellado el reagrupamiento. Al menos, en sueños.

Normalmente, el estado mental es pluriemocional. Ni siquiera haría falta reformar la Constitución.  No en balde, la reaparición pública de Rivero se produjo, a los dieciséis meses, en una mesa redonda junto a Rodríguez en la Fundación César Manrique (Arrecife) sobre la “ultraliberal” Ley del Suelo, “aplaudida a rabiar por los poderes económicos”. La sintonía fue nítida. Ambos comunicaron sus ideas en la misma frecuencia. Ya se habían incorporado a una plataforma inspirada en el lema Canarias no es un solar. Clavijo admitió entonces los “desencuentros” personales y confesó que la firma en contra del anteproyecto se veía con “extrañeza” en CC. “En el tercer párrafo critica directamente a su propio Gobierno y lo culpa, entendemos que sin argumentos, de comprometer el modelo de protección del territorio, por haber aprobado la Ley de Medidas Urgentes”, observó José Miguel Barragán, secretario general de Coalición Canaria.

El 9 de julio, Paulino Rivero felicitó a Nueva Canarias por jugar sus cartas con destreza en las negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado de 2917 y de paso propinaba una patada en el culo a la élite coalicionera: “Quedará para el recuerdo la decisión de CC de expulsar al PSOE, que condiciona la correlación política y que puede dar con CC en la oposición por primera vez desde que asomó la cabeza en el Parlamento canario, en 1993. El voto de Coalición Canaria va a estar comprometido con el PP. En cambio, Nueva Canarias no le debe nada, su presencia institucional no depende del partido de Rajoy”.

En el artículo La gestión del éxito de NC (4 de junio), Rivero lanzó pelotas a los tejados de los ejecutivos nacional y canario: “La trascendencia de este logro es incontestable, como así lo certifica su enorme calado social y económico”. Al analizar el aumento de la ayuda a los residentes canarios en el transporte aéreo y marítimo hasta el 75% del precio de los billetes en los trayectos entre las islas y el incremento hasta el 100% del coste del transporte de mercancías entre la Península y Canarias, Rivero evoca el programa con el que los nacionalistas concurrieron unidos a las elecciones generales de 1996.

El 21 de mayo alabó la “oportunidad” de NC, otro guiño: “Es el voto 176. Los nacionalistas de izquierda canarios se han colocado en el centro de la política española. Más allá de las cifras, es necesario arrancar una serie de compromisos que refuercen los valores de un nacionalismo constitucionalista, solidario y no excluyente, pero reivindicativo en la defensa de los intereses de nuestro pueblo. En este caso, un éxito de NC lo sería para el conjunto de Canarias”.

En la toma de posesión, el 9 de julio de 2015, Rivero deseó “mucha suerte” a Clavijo. “Espero que el nuevo Gobierno, que viene con ganas y gente joven, coja el testigo, aproveche lo bueno que se hizo y corrija aquello que consideren que no se ha hecho tan bien”.  Esa cordialidad quizá escondía las incisivas sentencias de los cordales (las muelas del juicio final), porque antes del 24M le metió una pulla: “Atrás quedará un Ejecutivo ejemplar sin causas judiciales abiertas en un momento en el que las corruptelas han deteriorado la imagen de los políticos y las instituciones”. El candidato se libró de un delito de tráfico de influencias en la contratación de dos personas en Urbaser, empresa encargada de la limpieza y la recogida de residuos sólidos en el municipio, durante su etapa como alcalde de La Laguna.

Posteriormente, con motivo de las fallidas legislativas del 20 de diciembre, Rivero lamentó el desencuentro entre CC y NC: “El nacionalismo canario corre el serio riesgo de seguir perdiendo influencia política en el Parlamento de España”.

El 12 de septiembre de 2014, Fernando Clavijo prometió “recuperar la calle” y agradeció el “gesto de altura” de Paulino Rivero por no prolongar la disputa en el Consejo Político. “Coalición Canaria es una piña”, exclamó el derrotado. El batacazo en los comicios a la Eurocámara, el 25 de mayo, presagió codazos.

La mirada de José Miguel Pérez (PSOE) da voz al silencio

José Miguel Pérez, en el Parlamento canario, cuando era vicepresidente del Gobierno regional. / SERGIO MÉNDEZ

En el segundo mandato de Paulino Rivero, un pacto de gobierno completó los cuatro años de la legislatura por primera vez en la historia de la autonomía canaria. Es un mérito compartido con José Miguel Pérez (PSOE). Era tal la lealtad mutua que el vicepresidente renunció a la candidatura y el presidente abandonó la carrera.

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