Las fiestas de la Virgen de Candelaria no pudieron tener un mejor preámbulo, con dos conciertos de postín, dos de las mejores representaciones canarias de la música.
El viernes, unas tres mil personas acudieron a la plaza de la Patrona para ver como Rosana se dejaba literalmente la piel sobre el escenario – se llegó a resbalar, producto de la maresía y su enérgica actuación- para entusiasmar con sus temas de ahora y sus éxitos de siempre, mientras el público coreó las letras con una enternecedora emoción.
Más sosegado, pero igual de emocionante y brillante, fue la actuación del tenor lagunero Celso Albelo, junto a su hermano Badel y la banda de Las Candelas, uno de los lujos culturales de Candelaria. Bajo la luz de la luna y a los pies de la Morenita, la opera, zarzuela y los boleros cautivaron a un público entregado.