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“Todas las calles del centro de La Laguna han sufrido alguna transformación irreversible y contraria a la Unesco”

Álvaro Santana-Acuña, historiador por la ULL y doctor en Sociología por la Universidad de Harvard, afirmó que la declaración del centro de La Laguna como Patrimonio Mundial por la Unesco, en 1999, ha sido perjudicial para cumplir el principal objetivo que dicha declaración debe lograr
Álvaro Santana-Acuña, historiador y doctor por Harvard
Álvaro Santana-Acuña, historiador y doctor por Harvard
Álvaro Santana-Acuña, historiador y doctor por Harvard. / DA

Durante su reciente intervención en el 112º Congreso Anual de la Asociación Americana de Sociología, celebrado en Montreal (Canadá), Álvaro Santana-Acuña, historiador por la Universidad de La Laguna (ULL) y doctor en Sociología por la Universidad de Harvard, afirmó que la declaración del centro de La Laguna como Patrimonio Mundial por la Unesco, en 1999, ha sido perjudicial para cumplir el principal objetivo que dicha declaración debe lograr: la protección del patrimonio histórico. A juicio de este profesor asistente de Sociología en el Whitman College de Estados Unidos, desde que la ciudad logró este título, “todas las manzanas del centro histórico han sufrido alguna transformación irreversible y contraria a la declaración de la Unesco”.

-En base a su intervención, ¿por qué la declaración del casco de La Laguna como Patrimonio de la Humanidad ha sido perjudicial para la protección de su patrimonio?
“La Unesco declara un bien Patrimonio Mundial para proteger su valor universal excepcional de amenazas como la especulación inmobiliaria, el turismo de masas y la mercantilización de lugares históricos. En La Laguna, la declaración ha tenido el efecto contrario. La destrucción de su patrimonio ha crecido exponencialmente desde 1999 a causa de la especulación con casas antiguas, un turismo que parece más interesado en visitar tascas que en conocer el valor universal excepcional de La Laguna y la avalancha de las franquicias, que han expulsado al comercio tradicional y de cercanía del centro. Desde que La Laguna es Patrimonio Mundial, todas las manzanas del centro histórico han sufrido alguna transformación irreversible y contraria a la declaración de la Unesco”.

-¿Considera entonces que el patrimonio de la ciudad está descuidado?
“Está mal gestionado. A la Alcaldía le preocupa sobre todo que las fachadas de las casas del centro estén bonitas y pintadas para los turistas. Mientras los grandes monumentos, como los palacios y las iglesias, reciben la mayor protección, la realidad es que las casas terreras y lo que llamo el pequeño patrimonio (como esquineras, grabados históricos, antiguas señales callejeras, muros almenados, postes de hierro forjado, escalones recortados, etcétera) están desprotegidos completamente. Desde que La Laguna es Patrimonio Mundial han desaparecido para siempre más de una docena de casas terreras y más de 50 ejemplares de pequeño patrimonio”.

-¿A qué se refería en su intervención cuando criticó la transparencia política en la gestión del centro histórico?
“Entre 2004 y 2014 se privatizó la gestión del centro histórico, quedando en manos de la multinacional Arquitectura, Urbanismo y Cooperación, dirigida por María Luisa Cerrillos. Esa multinacional redactó el Plan Especial de Protección del centro histórico en 2005. Las actuaciones de la multinacional, apoyadas por la Alcaldía que la contrató, estuvieron marcadas durante 10 años por la falta de información pública y el rechazo constante a la participación ciudadana en la gestión del centro histórico. Esas actuaciones incluyeron la construcción del horrendo edificio del Juzgado en la plaza del Adelantado y las gravísimas obras en la plaza de la Catedral. Tras estas y otras actuaciones fue tanta la presión ciudadana que a la Alcaldía no le quedó más remedio que cancelar el contrato de Cerrillos, el cual había sido prorrogado cuatro veces de modo poco transparente, al no convocarse concurso público”.

-¿Cree entonces que en La Laguna no se ha hecho lo suficiente por la gestión del patrimonio desde el plano político?
“La gestión del patrimonio en cualquier lugar, y sobre todo cuando es Patrimonio Mundial, debe estar por encima de los intereses políticos. Pero en La Laguna ocurre lo contrario desde 1999. La gestión del centro histórico se usa como arma de confrontación política. Por ejemplo, en 2010 los concejales del PSOE, que estaban en la oposición, mencionaban mis denuncias sobre la gestión del centro en los plenos municipales. Pero cuando esos concejales dejaron de estar en la oposición tras las elecciones de 2011, ya no criticaban la mala gestión del centro histórico. Este es uno de los muchos ejemplos que demuestran que la gestión del Patrimonio Mundial lagunero no puede ser el monopolio de políticos que cambian de parecer con cada elección. La solución pasa por la participación ciudadana”.

-¿Y de qué forma se puede articular esta solución?
“La Laguna cuenta con numerosas asociaciones de vecinos, instituciones culturales, el Cicop y la universidad, además de cientos de ciudadanos activos y amantes de su patrimonio. En otros lugares, con y sin Patrimonio Mundial, estas organizaciones y ciudadanos forman un patronato, sin ánimo de lucro y apolítico, cuyas decisiones son el fruto de reuniones colectivas y abiertas, y que buscan decidir qué es lo mejor para el patrimonio en su conjunto. Un ejemplo modélico es el National Trust for Scotland, una asociación benéfica con 330.000 miembros que gestiona 129 propiedades y da empleo a 540 personas”.

-En este sentido, hay quienes consideran que hace falta un departamento o equipo multidisciplinar específico en el Ayuntamiento para la gestión del centro histórico de La Laguna. ¿Cree que esto podría ser una solución?
“Sin duda. Pero solo si se crea un equipo de expertos multidisciplinar y apolítico, cuya función es la de asesorar a un patronato con participación de ciudadanos y organizaciones culturales. La labor de esos expertos sería la de asesorar en la gestión del patrimonio. La actual comisión municipal de patrimonio no es la solución, pero sí puede formar parte del patronato que gestione el centro histórico”.

-¿Otro problema puede ser quizás que la población no esté concienciada lo suficiente en la importancia de preservar el patrimonio?
“En Canarias nos queda mucho camino por recorrer. La falta de conciencia arranca desde la infancia. A niños y niñas en la escuela se les enseña el valor histórico y patrimonial de grandes monumentos como el Palacio de Nava o la Catedral. Pero no se les enseña el valor excepcional de las casas terreras y el pequeño patrimonio. Y cuando esos niños son adolescentes y adultos sigue ocurriendo lo mismo, porque los guías turísticos y los folletos y paneles informativos solo les explican el valor de los grandes monumentos, y siguen ignorando las casas terreras y el pequeño patrimonio”.

-¿Cuál es el valor de este patrimonio?
“En mis visitas por el centro histórico explico a los participantes la importancia del patrimonio como conjunto, incluyendo desde el gran monumento hasta la casa terrera. Les demuestro que un centro histórico es como un bosque. ¿Qué pasaría si solo se protegen los grandes pinos y se ignoran otras especies vegetales y animales? Evidentemente, si no se protege el bosque en su conjunto, se morirá por la falta de diversidad ecológica. En mis visitas enseño que lo mismo sucede con un centro histórico. Si no hay diversidad patrimonial, el centro se enferma, como ocurre en La Laguna desde 1999, y acaba muriendo. Un triste ejemplo es el centro histórico de Santa Cruz, aniquilado en apenas 15 años”.

-¿Considera que hay algo positivo que se haya logrado con la declaración de Patrimonio de la Humanidad?
“Antes de la llegada de los coches, el centro de La Laguna era agradable para pasear gracias a sus calles anchas, llanas y alargadas. La peatonalización, pese a tener graves deficiencias técnicas, ha permitido recuperar la ciudad para el disfrute de los viandantes. También la declaración ha hecho que se denuncien más los ataques contra el patrimonio menos monumental, como las casas terreras. Por ejemplo, la demolición parcial de una de ellas, en diciembre de 2016, en la calle Bencomo despertó una fuerte oposición ciudadana. También ha sucedido con el proyecto para la sede de Mutua Tinerfeña en la calle del Agua, que pretende demoler un edificio de estilo racionalista y construir un mamotreto ultramodernista frente al Palacio de Nava, uno de los edificios civiles más fotografiados de Canarias y que, por cierto, está abandonado”.

-El turismo, ¿beneficia o perjudica a una ciudad como La Laguna, declarada patrimonio universal?
“Con el turismo sucede como con las redes sociales: depende de cómo se use. Desde 1960 los gobernantes y empresarios de Canarias siguen apostando por un modelo turístico de masas, que es dañino para el patrimonio histórico y también el medio ambiente. Nuestro turismo debería seguir el modelo de San Bartolomé. Esta isla francesa del Caribe recibe un número moderado de turistas al año, quienes gastan millones de euros en la economía local con el consecuente beneficio para su medio ambiente y patrimonio. Esto se traduce, por ejemplo, en que San Bartolomé tiene un PIB de 35.000 euros por habitante frente a Canarias, con un PIB de 19.000 euros por habitante. Nuestras islas tienen que pasar esta página de su historia del turismo de masas y diversificar su economía, dependiente en el 70% del monocultivo del turismo. La actual controversia sobre la causa de las microalgas en nuestras costas y la destrucción de patrimonio mundial en La Laguna son signos claros de que el modelo turístico y económico actual está desfasado y es insostenible.”

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