cultura

25 años desde que se apagó la lámpara del genio César Manrique

Mañana se cumple un cuarto de siglo del accidente mortal de César Manrique en un cruce junto a su fundación, inaugurada seis meses antes. “Hacía tiempo que no tenía la tranquilidad que tengo en este momento”, confesó la noche anterior
César Manrique murió a los 73 años de edad. DA
César Manrique murió a los 73 años de edad. DA
César Manrique murió a los 73 años de edad. DA

La noche antes de morir, César Manrique confesó a José Juan Ramírez, presidente de la fundación, que se sentía muy feliz y tranquilo. Sentado encima de su coche, el artista se sinceró ante su amigo, al que quería como un hijo: “hacía tiempo que no tenía la tranquilidad que tengo en este momento”. Contaba con motivos para disfrutar de un estado de plenitud. Seis meses antes acababa de inaugurar, como espacio de arte, su propia casa en Taro de Tahíche y su cabeza era lo más parecido a un volcán de ideas en erupción. A sus 73 años estaba en su mejor momento creativo.

Lanzarote recuerda aquel maldito 25 de septiembre de 1992 como si fuera una pesadilla reciente. A Juan Alfredo Amigó, uno de los más estrechos colaboradores de Manrique, aún le retumban en su cabeza las palabras que le escuchó justo en el punto donde unos meses después se topó con la muerte: “Este cruce es peligrosísimo, hay que tener mucho cuidado”. Aquella confluencia de vías, a escasos metros de la fundación, es hoy una gran rotonda de picón desangelada, con un pequeño monumento de piedras y varias plantas de aloe.

El funeral de César Manrique se convirtió en la mayor muestra de dolor que se recuerda en la isla. Durante el traslado de sus restos mortales hasta el cementerio de Haría los lanzaroteños salían en los pueblos al paso del cortejo fúnebre para dar su último adiós. Derramaban lágrimas, lanzaban flores y aplaudían para despedir a quien les había enseñado a soñar con la utopía y a educar una mirada amable y protectora con el medio ambiente.

Desde entonces, César descansa en su localidad natal. Su tumba refleja el paso de los años: la diminuta palmera y el pequeño cactus plantados entonces son hoy dos especies de enormes dimensiones que se alzan al cielo del valle. En la lápida, hecha de roca volcánica en la que luce tallado su nombre junto a los años de su nacimiento (1919) y de su muerte (1992), suele haber flores frescas. Esta semana las había. No tiene cruz, sólo cactus, picón y la palmera. Ya han pasado 25 años sin el genio, aquel que salía furioso de la lámpara cada vez que la isla, en pleno proceso de expansión turística, sufría el zarpazo urbanístico de algún político o promotor sin demasiadas luces. No hacía falta frotarla ni pedirle un deseo. César siempre estaba al quite. “Yo digo la verdad para corregir los errores y para que se mentalice la opinión pública; creo en lo que siento y por eso digo las cosas que siento, y con Canarias se está cometiendo una tremenda injusticia”, manifestó en una entrevista concedida un año antes de su muerte a Carmelo y Martín Rivero en el periódico El País, en la que reconocía la “poderosa influencia” que habían tenido los elementos naturales de su tierra en su arte.

Alfredo Díaz, portavoz de la Fundación César Manrique, en la entrada del museo. J.C.M.
Alfredo Díaz, portavoz de la Fundación César Manrique, en la entrada del museo. J.C.M.

Su profunda huella se aprecia en la configuración actual de la isla, no sólo visible en lugares públicos como los Jameos del Agua, el Mirador del Río, el Jardín de Cactus o en cualquiera de sus pinturas o esculturas integradas en el espacio, sino también en los pequeños pueblos uniformes de casitas blancas y puertas y ventanas verdes diseminados entre llanuras y montañas volcánicas. Su lenguaje creativo y su extensa producción urbana, lo convirtieron en el artista total, que despertó la admiración de importantes círculos artísticos internacionales.

“Hay un antes y un después de Lanzarote gracias a César. Fue capaz de reinventar la isla sin alterar su pureza. Su gran éxito fue hacer visible el patrimonio natural y cultural de la isla, y trabajar en clave moderna”, explica a DIARIO DE AVISOS Alfredo Díaz, portavoz de la fundación, mientras varias decenas de turistas extranjeros hacen cola junto a la escultura móvil ‘la energía de la pirámide’ para acceder a las singulares instalaciones construidas sobre cinco burbujas volcánicas naturales. La labor de este museo, cuya estructura se conserva en su estado original, es mantener vigente el pensamiento de su creador a través de la exposición de su obra, pero también mediante debates sobre el territorio, elaboración de informes y denuncias en los juzgados cada vez que entiende que se ha cometido una ilegalidad urbanística.

Díaz defiende que no ha existido en Canarias un artista tan comprometido. “Lo que lo hacía distinto al resto era que tenía un compromiso estético en la búsqueda de la belleza, pero también ético; no entendía el uno sin el otro”.

Arte, naturaleza y territorio fueron los ejes sobre los que giró su obra. Esa mirada tridimensional supuso un mensaje para reivindicar el control del crecimiento turístico. Hacer las cosas a escala era una de sus grandes prioridades, lo que le llevó a serios encontronazos con las autoridades insulares. Pero los políticos, que sabían del carisma arrollador del conejero, le admiraban y temían a la vez. Sabían que si César levantaba un dedo, la masa le seguía. Era un líder social. El Premio Nobel de Literatura José Saramago, que se estableció en Lanzarote en 1993, lamentó años después del fallecimiento de Manrique, a quien no conoció por unos meses, la degradación ambiental de la isla: “no creo en los fantasmas, porque si existieran, el fantasma de César estaría ahora por Lanzarote dando tirones de orejas a los políticos, a los empresarios y a los ciudadanos que están dejando que la isla se pierda”.

Las colas de turistas para visitar la fundación, en Tahíche, son habituales. J.C.M.
Las colas de turistas para visitar la fundación, en Tahíche, son habituales. J.C.M.

La fundación conmemorará el 25 aniversario de su fallecimiento con distintas exposiciones, conferencias, talleres y presentaciones de libros hasta final de año, pero ya prepara la gran celebración que tendrá lugar en 2019, año en el que se cumplirá el primer centenario del nacimiento del artista, aunque, como recuerda Alfredo Díaz, “aquí, cada día celebramos a Manrique”
Más de 1.000 personas acuden diariamente a su antigua casa. “Entre tanta gente hay casos que impactan, como algunos visitantes que se quedan idos entre las burbujas volcánicas, donde parecen entablar un diálogo en silencio con César, en una especie de meditación que tiene que ver con la sensibilidad, no con el esoterismo”, relata Díaz.

La Fundación César Manrique no tiene dudas de que la prioridad del genio conejero hoy sería la lucha contra la Ley del Suelo, recientemente aprobada por el Parlamento de Canarias a instancias del Gobierno que preside Fernando Clavijo. “Es un disparate que nos lleva al desarrollismo, a la catástrofe, a destrozar el bien más preciado que tenemos, que es el espacio”, sostiene el portavoz. “No tenemos ningún derecho a sacrificar el territorio ahora sin pensar en las próximas generaciones, ¿para qué queremos crecer más? César no lo permitiría, se echaría a la calle y no pararía hasta que los responsables políticos entraran en razón”.

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