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Algo se acaba el domingo

Al fin se ha aclarado la estrategia de eso que los radicales llaman el Gobierno de Rajoy, y que es el Gobierno legítimo de España, investido por nuestro Parlamento

Al fin se ha aclarado la estrategia de eso que los radicales llaman el Gobierno de Rajoy, y que es el Gobierno legítimo de España, investido por nuestro Parlamento. Por lo que se ve, se trata de utilizar al máximo las posibilidades del Tribunal Constitucional y del Poder Judicial para impedir y perseguir el cúmulo de ilegalidades y la espiral de atropellos a los derechos y libertades de los ciudadanos catalanes que están perpetrando los independentistas. Intervenir judicialmente y actuar lo menos posible desde el Ejecutivo, consiguiendo unos efectos similares a la aplicación del 155 y la Ley de Seguridad Ciudadana, sin aplicarlos formalmente. Todo ello en aras de no dar una imagen pública represiva. Porque hay que reconocer que impedir una votación comporta problemas de imagen, sobre todo en el ámbito internacional. Sin embargo, en las cuatro intentonas independentistas catalanas anteriores hubo violencia, declaración del estado de guerra, muertos y encarcelados. Y está por ver que la quinta se pueda resolver pacíficamente a golpe de resoluciones judiciales, cuando hay millones de personar dispuestas a la desobediencia civil con todas sus consecuencias, incluso penales.

En Cataluña hay millones de independentistas y las dos terceras partes de los ayuntamientos en sus manos porque el Estado y su Gobierno durante muchos años han sido cómplices de la violación sistemática de la Constitución y las leyes, y del no cumplimiento de las sentencias por parte de la Generalitat. Se ha permitido un sistema educativo sectario, fabricante de independentistas odiadores de España, que ha enseñado una historia incorrecta científicamente y, con la complicidad de las editoriales, ha utilizado libros que explicaban y apoyaban esa historia. Se ha permitido la persecución sistemática de la lengua y la cultura españolas. Se ha permitido una dinámica política materialmente independentista. Se han permitido demasiadas cosas para intentar aplacar a los nacionalistas, y ahora puede ser demasiado tarde. Lo que está ocurriendo solo era cuestión de tiempo que ocurriera.

Los ingenuos hacedores de nuestra Transición confiaban en resolver los problemas catalán y vasco por medio de un autonomismo asimétrico más que federal que les otorgaba graciosamente competencias y privilegios que negaba a otros territorios. Y cuando en Cataluña se aplicó el modelo de forma abusiva e inconstitucional, los Gobiernos españoles miraron para otro lado, hablaron catalán en la intimidad y prometieron aceptar sin reparos cualquier propuesta que viniera de allá. Ahora puede ser demasiado tarde. Pase lo que pase el próximo domingo, y aunque, al final, esta quinta intentona se resuelva, si en la educación y la dinámica política catalanas no se cambian drásticamente las cosas, en el futuro habrá una sexta, y será la definitiva. En cualquier caso, el domingo termina algo. Confiemos en que no sean ni la Constitución ni la democracia.

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