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Javi Beirán, del Iberostar Tenerife, y el valor de las cosas pequeñas

Ocho meses después de lesionarse de gravedad, el alero madrileño volverá a las pistas esta tarde, a las 17.30, ante Bilbao, en Logroño
El aurinegro, durante una visita a DIARIO DE AVISOS| ANDRÉS GUTIÉRREZ
El aurinegro, durante una visita a DIARIO DE AVISOS| ANDRÉS GUTIÉRREZ
El aurinegro, durante una visita a DIARIO DE AVISOS| ANDRÉS GUTIÉRREZ

En la actualidad, cuando un deportista profesional se lesiona, las redes sociales responden casi de manera instantánea con mensajes de ánimo, hastags e iniciativas de todo tipo. Eso, en un primer momento. Cuando la lesión es larga toca recorrer un camino largo, duro y lleno de vaivenes emocionales que no es sencillo de acometer.

El pasado 11 de diciembre de 2016, Javi Beirán sufrió una rotura parcial del ligamento cruzado de la rodilla derecha y una contusión ósea en la meseta tibial posterior. Fue en un lance tonto, con el partido ya decidido, sin que mediara choque alguno con un rival. Ocho meses después, el alero reaparecerá hoy, en Logroño, en un amistoso ante Bilbao, poniendo fin a su particular calvario.

“Al final, trabajas y estás solo, bajo la supervisión de los servicios médicos pero, al fin y al cabo, solo”, admite el madrileño que recuerda la intervención quirúrgica como un trance “muy duro”, pero que, al ser solo el comienzo del camino, se toma con grandes dosis de optimismo y energía.

Soledad

Lo complicado llega más tarde cuando “ya nadie se acuerda” de que el deportista sigue lesionado y sin poder hacer lo que más le gusta, su modo de vida: “Al principio, con las muletas, das hasta pena, pero luego la gente te ve haciendo vida normal y se acostumbra. Tú estás para hacer vida normal, claro, pero te quedan tres o cuatro meses para empezar a entrenar y ahí entra la lucha entre las ganas que tienes de volver y los intentos para no precipitarte”.

Una de esas tentaciones pudo ser la de acudir a la concentración de la selección española en Málaga. Se lo había ganado, hasta el momento de su lesión era uno de los mejores jugadores de la Liga Endesa, pero no quiso precipitarse. Y acertó: “Era forzar un mes y medio antes, con un grupo de jugadores que iba a tope. No valía la pena”.

En medio, la montaña rusa emocional. La misma que han reconocido tantos jugadores y que, en el caso del madrileño, coexistía con que el Canarias estaba firmando la mejor temporada de su historia. Los sentimientos enfrentados eran lógicos: “Me operé el 28 de diciembre y a principios de enero llegó al Santiago Martín el Barça. Fue la primera vez que se llenó a tope el pabellón, que se repartieron aplaudidores, que el público estaba dándolo todo… Tuve muchas ganas de llorar”, dice admitiendo que el sentimiento de impotencia fue muy grande.

Optimismo

Pero, ¿fue ese el peor momento en un partido? No. La Final Four, el partido contra el Banvit turco, fue un trago duro, posiblemente la peor prueba para Beirán: “Es complicado, porque compartes días muy tristes, en los que te gustaría estar ahí dentro con todas tus ganas, con momentos de mucha alegría por ver ganar a tu equipo, a tus compañeros. Esas contradicciones son muy difíciles de llevar. En la final de la Champions, siendo un jugador con peso en el equipo y sin poderla disputar, lo pasé mal, algo que se mezcló con la gran alegría de lograr el título, tanto por mis compañeros como por mí mismo”.

El aurinegro, durante una visita a DIARIO DE AVISOS| ANDRÉS GUTIÉRREZ
El aurinegro, durante una visita a DIARIO DE AVISOS| ANDRÉS GUTIÉRREZ

Pero, curiosamente, en esta conversación el optimismo siempre sale a relucir. De esa lesión, de el peor trance para un deportista, Javi Beirán saca conclusiones sumamente positivas: las de aprovechar el momento por encima de todas las cosas.

“¿Que si ha cambiado algo en mí? Valoro más los entrenamientos, los momentos con los compañeros en la pista, las cosas que parecen pequeñas, cotidianas, y que cuando no las tienes las echas de menos. Ahora digo “no me quejaré nunca más de ningún viaje porque, ojalá, viajara siempre” y, posiblemente, lo vuelva a hacer, pero creo que ahora disfrutaré cada partido, que ya lo hago, porque los vivo siempre con muchísima pasión”.

Además, le ha valido para hacer nuevos propósitos como no enfadarse “demasiado” cuando las cosas no salen “del todo bien” en un encuentro -algo que admite puede ser “complicado”-, pero, especialmente, disfrutar “todo lo que pueda” del baloncesto: “Me encanta jugar, creo que eso fue clave para regresar bien, para trabajar duro y entender que tenía que cumplir los plazos”.

Pero hay más conclusiones positivas. Debido al trabajo que tuvo que llevar a cabo para reforzar los músculos de las piernas, algo clave para recuperarse de este tipo de lesiones, tiene ahora “mejores piernas”, posiblemente como nunca antes: “Las tengo más fuertes que antes de lesionarme y más de los que las he tenido en toda mi vida, porque nunca había trabajado así. Queda recuperar sensaciones, aunque veo que todo ha vuelto a la normalidad y espero regresar al nivel que estaba”.

El reto ahora es mental. No pensar en que puede volver a lesionarse, a tener que volver a pasar por lo mismo, algo que, hasta el momento, está sabiendo llevar. En su día, hablar con futbolistas y otros jugadores de baloncesto que habían pasado por la misma situación le sirvió para ello: “No pienso en la rodilla, la verdad. Quizás el subconsciente hace que, por ejemplo, cuando caigas tras un salto estés pendiente en que ha ido bien, que no ha sucedido nada, pero no me impide hacer giros ni juego distinto por ello. Por lo que hablé en su momento, no creo que sea algo que te impida jugar, sino que te hace estar más pendiente, simplemente”.

Y, ocho meses después, la vuelta a los partidos. Ya fue “muy satisfactorio” el día que volvió a jugar un cinco contra cinco con sus compañeros del Iberostar Tenerife, pero, para él, esta tarde, a las 17.30 horas, empieza lo realmente bueno: “Siempre se puede recaer durante todo el proceso, pero eso nunca estuvo en mi cabeza. Jamás. Quiero volver a jugar porque confío en que este será un gran año. Mantenemos el bloque, muchas cosas de la temporada pasada tanto en defensa como en ataque, y tengo muchas ganas”.

El de Javi es un ejemplo de que, en esta vida, de todo se puede sacar conclusiones positivas. Hasta de los peores momentos.

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