lucha canaria

“Después de luchar, salíamos con los rivales a echarnos un vaso de vino”

El exluchador Vidal Martín, Premio Leyenda de la Lucha Canaria. /Sergio Méndez

Hace unos días le fue concedido el premio Leyenda Deportiva al exluchador Vidal Martín Martín (28-11-1928), por parte de la Federación Insular de Lucha Canaria de Tenerife. El bregador de El Tablero es una de las leyendas que ha dejado la lucha canaria a lo largo de su historia. Hablar de Vidal Martín es hablar del deporte vernáculo en toda su esencia, ya que el bregador tinerfeño también practicó la lucha cuando tuvo que emigrar a Venezuela. Dentro de un par de meses, Vidal Martín cumplirá 90 años, y a esa edad sigue relatando con pasión las mil y una batallas que lo tocó vivir dentro y fuera de los terreros. Una vitalidad que en la actualidad sigue conservando, y que le sirvió en su época de bregador para tirar a la tierra a la mayoría de los grandes luchadores que ha dado el deporte vernáculo en Canarias. Dicen los entendidos que se trataba de uno de los mejores luchadores de su época en la posición del 3 al 6.

-Cuéntenos su dilatada trayectoria como luchador, en la que vistió la ropa de brega durante más de 25 años…
“Empecé a luchar desde temprana edad. A los 13 años bajaba todos los días desde El Tablero a trabajar a Santa Cruz. Y todavía tenía tiempo para dedicar un par de horas a la lucha canaria. En el primer equipo que estuve fue en el Tinerfe de Barranco Hondo con 16 años. Más tarde estuve en el Igueste, Arguama, Benohare de Geneto, y también el equipo de El Escobonal, que me llamaban todos los años por las fiestas cuando luchaban contra el Fasnia. Había mucha rivalidad entre ambos equipos. Con el Benohare de Segunda Categoría logramos el campeonato ante el Tegueste en el desempate que se disputó en el cine de Tejina. Allí me fue muy bien porque tiré a los tres hermanos Reyes: Celestino, Antonio y Jeremías. Más tarde luché con el Benchomo de Santa Cruz. Con este equipo, que capitaneaba Carampín, debuté en Primera Categoría. Recuerdo que en mi primera luchada con ellos caí de entrada. Después ya me fui entonando y creo que presté al equipo buenos servicios. Luego emigré a Venezuela”.

En aquellos tiempos la necesidad le obligó a emigrar hasta Venezuela. En la octava isla, además de trabajar, también practicó la lucha canaria.
“En Venezuela luché con el Gofio la Lucha. Sólo habían dos equipos: el Gofio la Lucha y el Frigoríficos San Juan. Bregamos en el terrero del colegio La Salle, y también en el Centro Canario de Venezuela. Allí había una gran afición a la lucha con muchas figuras que entusiasmaban. Recuerdo que vencí a Carampín en dos ocasiones. Una fue en el Teatro de Caracas, y la otra, en el Anauco. Habían más luchadores canarios pero los que más sonaban eran Carampín, el Pollo de Las Mercedes, el Pollo del Ravelo, el Pollo de Geneto, Cándido Matoso, los hermanos Naranjo de Gran Canaria, y el padre de Eligio Hernández por El Hierro. La colonia herreña fue la que más levantó la lucha en Venezuela. Ya cuando estaba haciendo las maletas para volver a Tenerife llegó el Pollo de la Esperanza, que en Venezuela alcanzó un gran cartel por la vitalidad que ponía en la lucha”.

-De vuelta a Tenerife, ¿siguió practicando lucha canaria?
“Estuve un año en el Santa Cruz, luego me fui al Artaguna de El Paso, en La Palma. Allí estuve dos años. Volví a Tenerife donde luché con el Santa Cruz y Real Hespérides de La Laguna. Después me marché por segunda vez a Venezuela. Con con 37 años me retiré”.

-Como persona experta en lucha canaria, ¿qué diferencias encuentra entre la lucha de antes y la que se hace ahora?
“Antes se luchaba con mucho pundonor. Eso no quiere decir que hoy en día no haya luchadores con pundonor. Lo que si da da un poco de pena es que chicos con 18 años ya estén pesando140 kilos. Eso no es saludable, porque cuando llegue a los 30 la salud no lo va acompañar. La gordura no es buena para practicar este deporte. Ver luchadores en un terrero, y tener que estar con oxígeno no es saludable. Otra de las cosas que no me gustan es que muchas veces por la tensión de la competición, cuando tiras a un contrario, no le das la mano, y lo miras con desprecio. En nuestra época cuando terminaba la luchada, salíamos con los rivales a echarnos un vaso de vino”.

-Para los que no lo vimos bregar, cuáles eran las cualidades del Pollo del Tablero en el terrero?
“Mi técnica favorita era por cadera y nunca tuve miedo a luchar con el contrario cuerpo a cuerpo. Hoy se ve a un luchador que mete el pie para trabar (garabato) y lo saca rápido. Hay que agarrarse cuerpo a cuerpo para poder hacerle frente”.

-Había una gran rivalidad en los años 60 entre el Santa Cruz y el Hespérides de La Laguna. Vidal Martín luchó para los dos bandos ¿Cómo vivió esas luchadas?
“Eran terribles. Cuando venía el Real Hespérides a Santa Cruz, en las gradas de la Plaza de Toros había un taxista llamado Cedrés, que tenía la parada de taxis frente al Imperial, con un grupito que me saludaban tanto que se ‘acordaban’ de mi familia al completo. Me ponían nervioso. Defendí de igual manera los colores del Santa Cruz, que los del Real Hespérides”.

-¿De todos los bregadores que han visto sus ojos, con cuál se queda?

“El Pollo de Máguez. A él le decía de broma: “tu me tumbas, pero como me caigas encima me agarro a pelear contigo”. Tampoco me quiero olvidar de Gregorio Dorta, del Pollo de las Canteras, de Barbuzano…aunque Juan es de una época posterior. Han habido muchos y muy buenos”.

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