por qué no me callo

¿Elecciones anticipadas? ¡Que viene el coco!

Las quinielas para este domingo incluyen desde ayer (ver DIARIO DE AVISOS, que en portada adelantó la noticia) la posibilidad en absoluto remota de un adelanto electoral en España tras el gatillazo del referéndum catalán

Las quinielas para este domingo incluyen desde ayer (ver DIARIO DE AVISOS, que en portada adelantó la noticia) la posibilidad en absoluto remota de un adelanto electoral en España tras el gatillazo del referéndum catalán. Ahora, algunas cosas comienzan a tener sentido. Desde que la carta que guarda bajo la manga Rajoy saltó el lunes a la luz casi como una confidencia, el ejército de exégetas que presume de conocer las claves del Estado en el momento más crítico desde la Transición, ha arruinado todo su crédito. Pero si Rajoy, como parece, piensa anticipar los comicios tras el 1-0 para hacerlos coincidir con las elecciones catalanas consiguientes, el seísmo está servido. Y hasta en los pasillos del Gobierno de Canarias se preguntan, sin disimular la contrariedad:

¿Ahora, qué?

¿Ahora, qué? Ahora a ponerse a rezar. Todos tenían la mente puesta en 2019 y se las prometían más o menos felices, confiando en tener las piezas colocadas en el puzle hasta más ver. Pero si hay elecciones en España antes de lo previsto, el que más y el que menos tiene qué perder y qué ganar en esa ruleta. De ahí que ahora cobre sentido el margen de infidencia concedido por Rajoy a sus tropas insulares en el -¿recuerdan?- grave desencuentro en Icod. Si ya tenía previsto saltarse los plazos y mover ficha convocando a las urnas antes de tiempo, se entiende que dijera a los suyos, “¡adelante!”, en la toma de la alcaldía de la Ciudad de los Dragos cuando la censura de la oposición al nuevo director general de Patrimonio y Contratación (nombrado ayer antes de comenzar a cobrar el paro). Quizá en diciembre, o poco antes, o poco después, las huestes de Antona tengan manos libres para hacer ruindades a la carta, pues quién sabe si para entonces el equilibrio actual salte por los aires, se disuelvan las Cortes y todos se echen al monte a ganarse el pan con papeletas.

Era un secreto a voces. Cuando la alcaldía de Icod de los Vinos estuvo en almoneda como asunto de Estado y las presiones ejercidas desde CC, vía Cospedal, no surtían efecto, más de uno intuyó que en Génova se mascaba algo. No era normal. El referéndum catalán, que ahora justificaría unas elecciones exprés, era todavía una amenaza navajera, cosa que ya es una colisión de horas, un choque de trenes inminente, y Trapero recuerda al maquinista del Alvia. En efecto, Génova (por Rajoy) ya mascullaba este sopetón electoral, que el fin de semana pasado en Palma de Mallorca -en una cumbre de presidentes provinciales del partido- el jefe admitió entre dientes a los más allegados.

Pero en aquel entonces, en tiempos de la censura de Icod, lo más que alcanzaba a prever el estoico líder de piel de elefante era una prórroga del presupuesto de 2018 para no interferir en 2019, que sería año electoral en municipios, autonomías y Parlamento Europeo. Colegía Rajoy con lógica galaica que ningún partido se aprestaría a apoyarle las cuentas en mitad de esa contienda. De ahí que cobrara cuerpo en los mentideros la maldad de que Rajoy haría en diciembre esa llamada tan temida en Canarias en los círculos del poder, para decir a los suyos, “¡adelante!”, libre de corsés. Sin necesidad de los nacionalistas ni de Cs, el PP tendría libertad de voto para censurar, quitar y poner a quienes tuviera a bien o a mal. Ahora se precipitan los acontecimientos. El PNV encarece su apoyo a Montoro con demandas innegociables para la Moncloa a estas alturas de la patria (prisiones, haciendas y otras competencias intransferibles). Y si el domingo se pone fea la cosa y el Gobierno saca el artículo 155 a pasear, nos vamos a elecciones. O sea a negro.

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