mis queridos amigos y enemigos

“La Universidad española es una Universidad heroica: sólo un tercio de los profesores investigan”

Entrevistar a Arturo Hardisson de la Torre es muy fácil. Primero, porque hay sintonía. Segundo, porque sabe mucho. Y tercero, porque no elude hablar de nada y eso convierte la entrevista en una charla enormemente fértil
Arturo Hardisson de la Torre, catedrático de Toxicología de la ULL.
Arturo Hardisson de la Torre, catedrático de Toxicología de la ULL.
Arturo Hardisson de la Torre, catedrático de Toxicología de la ULL. / FRAN PALLERO

Entrevistar a Arturo Hardisson de la Torre (Tenerife, 1957) es muy fácil. Primero, porque hay sintonía. Segundo, porque sabe mucho. Y tercero, porque no elude hablar de nada y eso convierte la entrevista en una charla enormemente fértil. Estamos hablando con un catedrático de Toxicología de la Universidad de La Laguna, que este año ha publicado ocho trabajos en revistas científicas del Journal Citation Reporty que conoce perfectamente la Universidad española. Que está muy preocupado con el cambio climático. Que cree que Antonio Martinón es un buen rector, porque, a pesar de haberse dedicado a la política muchos años nunca abandonó la Universidad. Que piensa que las islas, a pesar de sufrir contaminación fecal, como “navegan” en el depurativo Océano Atlántico, y si se hacen las cosas bien, no tendrá un problema eterno con las aguas fecales. Su referente es su padre, un eminente científico que se doctoró en el Imperial College del Reino Unido, después de estudiar Química e impartir Física molecular y Química cuántica. Fue alumno su progenitor del profesor Lora Tamayo, como don Antonio González. Volviendo al profesor Arturo Hardisson, ejerció como inspector de Sanidad y también fue miembro de Aecosan, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición. Su puesto lo ocupa ahora una alumna suya, la profesora Carmen Rubio. Hoy era su santo y se había olvidado. Se lo recordó su mujer, poco antes de empezar la entrevista, en el Mencey. Tienen un hijo.

-Casi no aparecemos en el ranking de las universidades del mundo, profesor.

“Se trata de un ranking puramente estadístico, que es sesgado. Nosotros, de verdad, estaríamos más arriba en la tabla si el Índice de Shangai hiciera justicia y contemplara otras disciplinas”.

– Pero parece que no.

“La Universidad española es una universidad heroica. Sólo un tercio de los profesores investigan regularmente, los demás hacen poco. Por eso es buena la renovación que ahora se plantea, que los que entren lo hagan bajo unas estrictas condiciones de trabajo; todo va a cambiar”.

-No disimula usted su admiración por su padre, el también profesor Hardisson.

“No, no lo disimulo; es uno de mis referentes. Y un sabio que conocía matemáticas, que sabía latín, que sabía física y química, que hablaba inglés y francés. No quería que yo fuera catedrático, sino que siguiera como inspector de Sanidad, trabajo que ejercí durante seis años. Pero vi la oportunidad de entrar en la Universidad y no lo dudé”.

(Sus alumnos recuerdan su rectitud y aquel bonito Riley que conducía el doctor Hardisson, siendo un profesor muy joven. También su criterio riguroso para las vestimentas en las clases prácticas. Y él me dice que “ya no soy tan estricto, ahora aprueba el 85% de los alumnos”, que por cierto han hecho una evaluación muy positiva de su profesor).

-¿Qué le debe Canarias a su Universidad de La Laguna?

“Tiene una deuda grande con nuestra Universidad este Archipiélago. Le debe el aumento de su nivel de vida, su proyección social. La burocracia es la peor enemiga de la Universidad española. España es el décimo país productor de ciencia del mundo y esto no lo refleja Shangai, pero nuestros enfermeros y enfermeras y nuestros ingenieros, por poner sólo dos ejemplos, triunfan cuando salen fuera. Si hubieran más profesores investigando, ya le digo que estaríamos mucho más arriba en la clasificación de Shangai”.

-Tenemos que hablar de las microalgas. ¿Comparte usted las teorías del profesor Wildpret, la de que hay microalgas donde exista un caldo de cultivo para que lleguen y se reproduzcan?

“Absolutamente. La Naturaleza siempre tiende a utilizar el menor gasto energético posible. Hemos crecido en 226.000 habitantes desde 1996, más una mezcla de factores humanos y medioambientales. El hombre está haciendo demasiada presión sobre la Naturaleza. El cambio climático es una evidencia científica y, una vez aquí, las microalgas podrían ser engordadas por una serie de aguas sin tratar que llegan al mar. Una sopa de nutrientes muy rica para ellas, en suma, que podrían adaptarse a lo sencillo y cuya evolución es preciso seguir. Queda por demostrar, pero cabe esa posibilidad”.

-El otro día vi unas fotos de la Bretaña francesa, unas playas llenas de microalgas; y la gente se bañaba junto a ellas.

“Pues es muy desagradable, aunque el problema allí puede ser distinto. Lo cierto es que, cuando una persona con autoridad, un opositor brillante, antiguo alumno mío, como es el subdelegado del Gobierno, Guillermo Díaz Guerra, que ha sido inspector sanitario y que conoce perfectamente el problema, lo expone, ciertos políticos se le enfrentan. Yo estuve en su oposición y es una persona muy capaz. Algunos políticos deberían dedicarse a arreglar los emisarios, ya que bastantes de ellos funcionan mal desde hace 25 años, y no a discutir con los científicos”.

-Se ha dicho que las microalgas pueden provocar tumores hepáticos. Pero que sólo se ha experimentado con roedores.

“La seguridad o inseguridad experimental de algo que se consume o a lo que estamos expuestos, su prólogo, son los roedores. Si se demuestra que el contacto con las microalgas provocan en ellos tumores hepáticos, hay que hacer un seguimiento adecuado, porque también podría afectar a las personas”.

-Huyamos de las microalgas, pues.

“Por supuesto, cuando se vea la nata hay que ir a nadar a otra parte. En un momento de mar en calma y de aguas calientes en estas islas y ante la presencia de heces, lo conveniente es depurar las aguas y que cuando vayan al mar, a través de emisarios adecuados, lo hagan en condicionestambién adecuadas”.

-¿Tenemos buena calidad medioambiental en las islas?

“Básicamente, sí. Como no existen industrias, somos una región limpia. No hay que alarmar. Ya no hay gastroenteritis veraniegas producidas por aguas fecales, como antes, desde que el inspector Leo Wildpret inició el proceso de cloración del agua de consumo, en 1970. Los viejos pozos insalubres se han convertido en fosas sépticas”.

-Bolonia dejó Farmacia en cinco años, cuando rebajó la duración a cuatro años de casi todas las carreras. Y puede que esas otras carreras se queden en tres. ¿Era necesario?

“Sí; todas las carreras bajaron de contenidos; Farmacia, no, afortunadamente”.

-¿Le advierte usted a sus alumnos que ejercer de farmacéutico, con ser importante, no sólo es eternizarse tras un mostrador?

“Se lo digo a mis alumnos, curso por curso. Un farmacéutico no tiene que ser necesariamente un dispensador de medicamentos, sino que esta carrera tiene un potencial tremendo. Yo soy ‘muy’ farmacéutico. Que ejerza como tal o no es una decisión personal”.

-En el tema de las microalgas, y perdone que insista, ¿los políticos han dado la talla?

“Permítame que insista yo también: los políticos deben animar el debate científico y, de paso, arreglar los emisarios. Hay trabajos de hace 25 años que denuncian su mal estado”.

Arturo Hardisson de la Torre, catedrático de Toxicología de la ULL
Arturo Hardisson de la Torre, catedrático de Toxicología de la ULL. / FRAN PALLERO

-¿Es bueno el nivel del alumnado en su especialidad?

“Yo tengo 120 alumnos y ya le he dicho que mi índice de aprobados, hoy, es del 85%. Ahora se estudia más que antes, a pesar de que los chicos y las chicas llegan a la Universidad con el hándicap en conocimientos y disposición de la ESO, que es un fracaso. Antes había más pizarra, ahora tenemos muchos más recursos didácticos y más exposiciones tecnológicas”.

-Profesor Hardisson, ¿usted no cree que la nutrición crea modas? ¿Que lo que antes era considerado bueno para el cuerpo humano ahora es malo y al revés?

“Bueno, sí, yo reconozco eso. La industria, la tecnología, convierte al ser humano en una especie de laboratorio. Unas veces nos hablan de las bondades y las maldades de los hidratos, las proteínas y las grasas: que si son buenas o malas. Pero le diré que hay algo que no falla: desayune y almuerce usted, pero cene poquito. Los picoteos de noche, sobran. El sueño es reparador. Uno tiene que cuidarse”. (Le hablo al profesor de mi falta de sueño. Me recomienda un complemento alimenticio. Hablamos del flúor en el agua del barranco de Vergara, de los bajos niveles de contaminación en el interior de las islas. Y me dice que el sistema de vigilancia funciona, de acuerdo con parámetros de la Unión Europea. Y cita con admiración a su equipo “que trabaja todo el año, con tanta vocación que alguno me quiere quitar hasta algunas clases”, ironiza).

-Con la Universidad pasa lo mismo que con la justicia. Nunca se arregla del todo.

“Mi admirado amigo el profesor Basilio Valladares me dice siempre que cuanto más trabajas más pegas te ponen. Es la burocracia. ¿Por qué no tenemos aquí eméritos? Pues no lo sé. Esta Universidad de La Laguna, desde el momento en el que el Gobierno de Canarias le pague los 23 millones de euros que le debe, será más rica. La Universidad del 70 no se parece nada a esta. Tenemos la suerte, además, de que contamos con un rector de mentalidad abierta, positivo, que no pone pegas, que tiene cuatro sexenios de investigación a sus espaldas”.

-La crisis supuso un paso atrás, ¿no cree?

“Por supuesto. Yo soy partidario del sistema de oposiciones, pero a los profesores que entren sin ellas habría que obligarlos a que investiguen y a que sigan una serie de requisitos académicos, por contrato”.

-Antes hablamos del Índice de Shangai y de su injusticia. ¿Acaso porque no valora el humanismo?

“Por ejemplo. Los méritos literarios no están contemplados, sino que se mueve por pura estadística científica. Y ¿qué sería de la ciencia sin las humanidades?”.

-El profesor Guirao, que fundó nuestra Facultad de Medicina, me lo dijo una vez. Exactamente lo que usted está comentando.

“Fue un pionero, un hombre inteligentísimo, con gran visión de la enseñanza. Y tampoco se pueden permitir más de 30 universidades públicas en el país. A nosotros, en Farmacia, nos han metido pocos goles, menos mal. A lo mejor, los de Murcia y Elche”.

-¿Siempre le dio por la Toxicología?

“No, era la disciplina que estaba vacante cuando accedí a la cátedra. Me habría gustado opositar a Historia de la Farmacia, una especialidad humanística”.

-¿Fuma usted?

“Sí, algún puro”.

-¿Considera que el tabaco es el gran mal de nuestro tiempo?

“Desde luego, uno de ellos, acaso el más peligroso. Se asocia siempre con el cáncer de pulmón, pero ¿qué pasa con los tumores de vejiga? Si no fumas y sufres otros males como el colesterol, o la tensión alta, puedes escapar, medicándote, pero el fumador está sometido a riesgos mucho más graves. Es preciso atacar el tabaquismo con todo el rigor del mundo”.
Terminamos hablando del alzhéimer genético y del otro, el que aparece con los años. Si no llega antes de los 50, difícilmente será genético. Todo esto se está investigando. La verdad que la vida es una lucha titánica contra la enfermedad. El profesor Hardisson cita a personas que han trabajado con denuedo por la Medicina. El doctor González Feria, el doctor Alarcó, el profesor Wolfredo Wildpret; su hermano Leo, fallecido prematuramente; el profesor Valladares; y aquellos que estudiaron hace 25 años el estado de los emisarios submarinos, tan de moda: Antonio Burgos, Felipe San Luis. Este hombre, Arturo Hardisson, es un estuche de sabiduría, pero a mí se me acabó el espacio. Y lo siento. Fran Pallero ha hecho las fotos. Hay una ligera y agradable brisa en el jardín del Mencey. En la pila no hay microalgas, sino tortugas.

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