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“Las notarías suelen ser un buen termómetro de la microeconomía”

Llama poderosamente la atención su juventud. Con 35 años, Yeray Molinillo Suárez es notario de Adeje, una plaza que ocupa desde febrero de 2015
Yeray Molinillo, notario de Adeje. Sergio Méndez
Yeray Molinillo, notario de Adeje. Sergio Méndez
Yeray Molinillo, notario de Adeje. Sergio Méndez

Llama poderosamente la atención su juventud. Con 35 años, Yeray Molinillo Suárez es notario de Adeje, una plaza que ocupa desde febrero de 2015. Su currículum incluye, además del Premio Extraordinario de fin de carrera, un máster en Tributación Empresarial con Escoex, Programa de Alta Dirección de Empresas, o la asesoría jurídica del grupo de interés económico La Flor de Lys. También es miembro de la Asociación Española de Asesores Fiscales y ha sido distinguido con la Orden de Rizal, por su colaboración con el Gobierno de Filipinas. El día a día que vive en su despacho le lleva a afirmar que, tras la crisis de los últimos años, las grandes operaciones inmobiliarias se han reactivado y sostiene que este es un buen momento para invertir.

-Los expertos aseguran que una notaría es el reflejo más certero del estado de la economía local. Con esta máxima, ¿con qué diagnóstico se aventura?

“A corto plazo las previsiones son bastante buenas. Las notarías suelen ser un buen termómetro de la microeconomía y en este sentido, una vez las entidades de crédito se han liberado de multitud de activos tóxicos que vienen de la época del boom inmobiliario, la creciente demanda en la zona sur ha motivado que vuelvan a Canarias las grandes operaciones inmobiliarias. Semanalmente se autorizan en mi despacho compraventas de terrenos por parte de fondos de inversión y créditos a promotores para la venta en obra nueva de grandes complejos inmobiliarios, en la que la banca garantiza el dinero de los inversores. Asimismo, están en fase de licencia diversos centros comerciales, sin contar con el macroproyecto de tropicana y algunos hoteles, lo cual está directamente relacionado con el fin de la moratoria turística. Todo esto debería traducirse en más empleo”.

-A estas alturas nadie pone en duda que el motor económico de Tenerife radica en el sur de la isla gracias al tirón del turismo.

“Es cierto que el sur es un importante motor económico, aunque a veces no se le trate como tal. Me refiero a infraestructuras como la autopista, la falta de medios en juzgados o de efectivos en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. El turismo es la clave, evidentemente, pero para ello es necesario que se elabore un buen planeamiento urbanístico, que se dote a los municipios de seguridad, limpieza, y que se escuchen las necesidades tanto de los empresarios como de los habitantes. En este sentido, me consta que el Ayuntamiento de Adeje, que es con el que trato por razón de mi profesión, ha hecho los deberes, y por ello mismo se ha convertido en un destino de lujo”.

-Es usted un notario bastante joven para la plaza que tiene a cargo. ¿Cómo se lleva tanta responsabilidad a las espaldas?

“Pues le diré que no me ha resultado fácil, sobre todo porque usualmente en estas plazas entran en juego intereses internacionales, ya que hay que coordinar el ordenamiento jurídico español con el derecho de los distintos países de los ciudadanos que acuden diariamente a la notaría. Sin embargo, he tenido la gran suerte de contar con un gran equipo de profesionales que se han convertido, a día de hoy, en una familia”.

-En una época en la que jóvenes de su generación se decantan por la tecnología y las llamadas profesiones 2.0, ¿que le llevó a usted querer convertirse en notario?

“Familiares directos han sido empleados de notaría, y gracias a eso, desde niño pude ver que se trata de una profesión en la que se tiene un contacto directo con el día a día de la sociedad, con las necesidades de las personas, con sus problemas, y en la que puedes aportar tu granito de arena ayudando a dar solución a esos problemas. Además, se da confianza al inversor extranjero, que sabe que impera la seguridad jurídica, y se colabora con las distintas administraciones explicando a los ciudadanos cuáles son sus obligaciones tributarias o ayudando a coordinar el catastro y el registro con la situación urbanística real. Todo esto y mi pasión por el estudio me llevaron finalmente a decantarme por esta profesión”.

-¿Es cierto que es uno de los exámenes más complicados que existen para el ejercicio de la función pública?

“Siempre se ha dicho que tanto notarías como registros y abogacía del Estado son los más complicados, pero lo difícil hoy es que jóvenes muy preparados puedan tener una oportunidad de acceder al mercado laboral en condiciones dignas. Lo complicado es sacarte una carrera mientras trabajas para poder pagarla. Lo complicado, muchas veces, es tener que aceptar que no puedes hacer nada ante las injusticias. Lo otro sólo es estudio. Las complicaciones entran cuando nos metemos en lo personal, en la vida del estudiante, del trabajador, del desempleado”.

-¿En pleno siglo XXI, la figura del notario sigue siendo el ejemplo de rigor, orden y escrupulosa legalidad en la operativa mercantil?

“Rotundamente sí. Estamos sujetos a numerosos controles. Por ejemplo, cada 15 días tenemos que rendir cuentas al Colegio Notarial de todo lo que hemos autorizado e informar a la Agencia Tributaria y al Catastro del contenido de todos los instrumentos públicos. Además, la responsabilidad es muy grande, ya que se debe garantizar a las personas que acuden a la notaría que el negocio se va a celebrar con total seguridad, lo cual ayuda a que haya menos litigiosidad en el ámbito civil y mercantil, y permite que jueces y tribunales puedan dedicarse a lo verdaderamente contencioso. Es decir, el notario, intenta que las partes nunca tengan que ir a juicio. Es lo que se conoce como seguridad jurídica preventiva, lo que no quiere decir que no haya algún garbanzo negro, pero probablemente fue así desde los tiempos de Castilla”.

-Uno de los usuarios más comunes en las notarías son los bancos. ¿A su juicio, es cierto que han abierto un poco más la mano para colaborar con empresas y particulares?

“A veces nos olvidamos de que la banca también ha sido víctima de la terrible crisis económica que hemos atravesado. En nuestro país la ruptura del sistema financiero estadounidense afectó al sector bancario español y a la industria de la construcción y promoción. En los últimos años el crédito brota, pero es por las políticas acertadas del Banco Central Europeo y porque gran parte de los activos tóxicos ya se han colocado. Creo que estamos en un buen momento para invertir, lo normal es que a medio plazo se vea una subida de los tipos de interés y el crédito se hará más caro”.

-¿Le preocupa la inseguridad jurídica por sentencias que corrigen, en cierta medida, la ley, como ha ocurrido con la limitación del interés de demora para los consumidores y usuarios?

“Sí. Por supuesto que se tiene que proteger a los consumidores y usuarios, pero el cauce para ello es la legislación. No se deberían cambiar las reglas de juego a mitad del partido. Todo lo que vemos en materia de cláusulas suelo, gastos, interés de demora… a quien realmente perjudica es al propio particular, pues no solo puede reducir el flujo del crédito, sino que motiva que se le tenga que repercutir a través de comisiones, mayores formalismos y, sobre todo, con una posible subida del tipo de interés. Si los interesados verificasen cuánto dinero puede suponerle a los españoles una subida de medio punto durante los 30 años de un préstamo hipotecario, se sorprenderían”.

-En su trabajo, su brújula, podría decirse que es el ordenamiento legal. ¿Se encuentra a diario con normativa obsoleta o desajustada a los tiempos que vivimos?

“Por supuesto que sí. En mi opinión, el reparto competencial entre las distintas administraciones complica sobremanera el desarrollo urbanístico. Se prevé que la nueva Ley del Suelo ayude a agilizar la materia, pero no estaría de más que se crease una agencia encargada de ayudar a los ayuntamientos con el planeamiento para ayudar a verificar el cumplimiento de numerosas formalidades que se encuentra en normativa muy dispersa. Por otro lado, el proceso de legislar suele ser lento. El próximo gran reto será la regulación de todo lo concerniente a las nuevas tecnologías, comercio electrónico, trabajo automatizado, delitos electrónicos, vulneración del derecho al honor en redes sociales, etc. En otras ocasiones, se saca la ley por oportunismo político social, sin dotar a los operadores de los instrumentos necesarios para aplicarla, como ha ocurrido con la nueva ley del registro civil, la de coordinación entre el catastro y el registro, o la ley para la digitalización de la planta judicial”.

-En ese contexto que dibuja, ¿desaparecerá en algún momento el formato impreso de escrituras, poderes y contratos?

“Probablemente se sustituirá este formato por el digital, pero para eso es necesario una reforma notarial. Ahora mismo se trabaja en la posibilidad de una escritura electrónica (la original, no la copia) con firma digital, pero esto no ocurrirá hasta que no se garantice que no existe ningún riesgo de que se pueda alterar el contenido de la escritura por una intromisión de agentes externos. Además, tenemos que tener la total seguridad de que no se podrán destruir o bloquear tales escrituras electrónicas por un ciberataque. Lo más probable es que se digitalice la mayor parte del contenido, pero conservando duplicados en soporte de papel en la notaría o en el colegio notarial”.

-Por último, ¿sueña con algo, con lo que algún día en el ejercicio de su actividad, podría dar fe?

“Me gustaría dar fe de que efectivamente hemos aprendido de nuestros errores y de que hemos avanzado de forma global hacia un mundo más justo e igualitario en el que no hay cabida para el terror, de que vivimos en un país en el que las medidas se adoptan atendiendo al interés general y no a coste político o intereses partidistas, en el que la educación nos sirva para aceptar con respeto las diferencias del prójimo”.

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