domingo cristiano

Y parecen medio tontas

Hay personas que pasan por medio tontas, aunque en realidad son sabias. Es gente que ha cultivado la capacidad de buscar el silencio y disfrutar de sus sonidos, que elige callar en lugar de ensuciarlo todo con palabras vacías

Hay personas que pasan por medio tontas, aunque en realidad son sabias. Es gente que ha cultivado la capacidad de buscar el silencio y disfrutar de sus sonidos, que elige callar en lugar de ensuciarlo todo con palabras vacías. Son personas especiales, que han ayudado a muchos a vivir sin que ellos se den cuenta y que han vivido mucho por dentro. Casi siempre, cuando se van es cuando nos damos cuenta de que siempre estuvieron ahí, donde tenían que estar.

Esta semana han muerto dos de esas personas, con apenas unas horas de diferencia. Carmen pasó por el mundo enamorada de Dios, una pasión que ni los más cercanos entendían del todo. Lo que pocos saben es que desde su sillón, aceptando las limitaciones de su enfermedad, cambió el mundo. Era inconformista, nadaba a contracorriente, era leal a sí misma y no pactaba con la mediocridad de quienes eligen ir tirando por la vida. Jamás confundió respetar a los demás con rendirse ante el error. Sus hijos lo saben bien. Y casi todo lo hacía desde su sillón.

Evelia celebró esta misma semana sus bodas de oro como religiosa de Nazaret. “Hemos vivido con una santa”, dicen sus compañeras. Y los imbéciles imaginarán entonces a una tonta sumisa y tímida, incapaz de dirigir su vida y enfermizamente entregada a la oración y a esas cosas en las que se refugian los que no luchan, dirán ellos. Lo único cierto de todo eso es que madre Evelia amaba la oración, la entendía como una conversación interminable con el Dios que le robó el corazón cuando era joven. Y de esos diálogos con su Señor sacaba la valentía para ser honesta, bondadosa, cercana, misericordiosa. Y disponible, siempre disponible. Porque hace falta ser muy valiente para ser buena en medio de tantos buitres. Sobre todo para no dejar de serlo tras recibir sus dentelladas.

Hay gente que es como un contenedor en el que se refugia la verdad: la verdad de las cosas, de las personas, de la vida. Hay gente que elige no destacar porque ha captado lo ridículo que puede llegar a ser creerse grandes, indestructibles, infinitos. Su humildad no es sumisión, sino sabiduría. Han descubierto lo verdaderamente grande y se entregan a ello. Sin importarles que algunos crean que son medio tontos. En realidad se ríen del mundo por dentro.

“Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo; mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua”, dice hoy el salmista. Las personas que son contenedores de la verdad mejoran el mundo deseando a Dios, adelantando su llegada a los hombres. La fuerza de su sencillez desconcierta al mundo… y lo transforma. Desde un sillón o dentro de un hábito de monja durante 50 años.

@karmelojph

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