el charco hondo

Separatistas y separadores

Lo más profundo en el hombre es la piel; y en esas estamos con Cataluña, dando la razón a Paul Valéry, confundidos, confirmando (o aprendiendo) que la comprensión del fondo exige un correcto análisis de una superficie que ha sido política

Lo más profundo en el hombre es la piel; y en esas estamos con Cataluña, dando la razón a Paul Valéry, confundidos, confirmando (o aprendiendo) que la comprensión del fondo exige un correcto análisis de una superficie que ha sido política, propagandística e informativamente secuestrada por separatistas y separadores, expulsando así de la actualidad -de la mismísima realidad- al ejército de ciudadanos que, catalanes o no, desconfían de los extremos, recelan, huyen de los argumentos absolutos e incontestables, blanco o negro, buenos o malos, nosotros o ellos, todo o nada. Separatistas y separadores están destrozando Cataluña. También los separadores, sí. La burguesía político-económico catalana, felizmente acunada durante décadas por CiU (y viceversa), quiso huir de la quema judicial y socio-electoral cuando la crisis empezó a golpear a las clases medias. Necesitaban tapar los agujeros negros de su gestión, y vieron en la precipitación o aceleración independentista la fórmula ideal para direccionar el malestar a pie de calle, volcando como nunca antes la frustración ciudadana contra el enemigo exterior, prometiendo una vida sin recortes ni desempleo en el más allá, bien lejos de España. Como escribe Enric Juliana, la explosión de estos cinco últimos años es la expresión específica catalana del malestar ante la crisis, contestación social (indignación) que CiU quiso sacudirse colocándose al frente de la manifestación que acabó devorándolos. Hasta aquí las culpas de los separatistas. Hay otros pirómanos. A la inacción de Rajoy hay que sumar el daño generado por los separadores, voces políticas o periodísticas cuya soberbia y prepotencia respecto a Cataluña moviliza, dinamiza e infla el censo independentista. Los catalanes no se merecen el daño que está haciéndoles la farsa del proceso, pero tampoco que a este lado se responda con el aire de casposa superioridad que contamina tertulias, editoriales y redes. Debajo de la piel debe hacer un espacio para reconstruir lo que entre tantos han destruido.

TE PUEDE INTERESAR