el charco hondo

El raro

El raro bajó al bar de siempre, a tomarse lo de siempre a la hora de siempre con los de siempre

El raro bajó al bar de siempre, a tomarse lo de siempre a la hora de siempre con los de siempre. De una esquina a otra de la barra se cruzaban conversaciones que siendo varias eran una sola, que te digo yo que no hubo tantos heridos, ya me dirás cómo los desalojan si no es a porrazos, gente que no pensaba votar acabó echándose a la calle, bastaba con detener a cuatro o cinco políticos, ya le vale a Piqué quedarse en casa, declara la independencia y la suspende, hay que joderse, el 155 o lo que coño haga falta. Oyendo sin escuchar lo que contaban en la televisión, el raro dejó la caña sobre la barra y se lanzó.

– El sábado, en el bautizo de la hija de un colega del trabajo, conocí a una tía que agüita, tendrían que verla, por no hablar de una amiga que llegó al final.

Se hizo un silencio tan fugaz como incómodo, de un lado a otro de la barra los de siempre miraron al raro desconcertados, gestos de malestar, alguna tos nerviosa, incomprensión, extrañeza, ni uno solo hizo por romper el aislamiento del raro y mucho menos por perder un solo minuto hablando de mujeres, con los bancos yéndose a otro sitio se les acaba el cuento, los de la CUP llamándolo traidor, no hay nada que dialogar, la gente se les echará encima, la pela es la pela, en febrero o marzo, sí, hay elecciones sí o sí.

-Parece que Martí estuvo más fino contra el Nástic, aunque no termino de entender lo de Raúl Cámara.

En el bar de siempre a la hora de siempre, los de siempre volvieron a mirarlo con frialdad, ignorándolo no sin cierto reproche, a tan solo tres taburetes y un plato de aceitunas de distancia, pero sintiéndolo a miles de kilómetros, otra vez silencio, y regreso a la conversación, los periódicos catalanes ahora reculan porque están acojonados, al flojo de Sánchez ni me lo nombres.

-Estuve ayer en el centro de salud y me tuvieron dos horas esperando, hay que joderse con la sanidad pública.

Otra vez el raro intentando hablar de lo de siempre con los de siempre en el bar de siempre, que te digo yo que acaban metiéndolos en el juzgado, me emocioné, dicen que un millón, comparece Rajoy.

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