desafío catalán

De la patraña a la pela

Una semana después del falso referéndum, el dinero y el despertar del nacionalismo español debilitan el reto secesionista
La Torre Agbar, hasta ahora sede de Aguas de Barcelona. El Español

A los independentistas catalanes no les importan los votos. Es lo de menos. No importaron los votos que conformaron la composición actual del Parlament, cuya representatividad ignoraron sin rubor en los tristes días 7 y 8 del pasado septiembre, aquel tejerazo sin tiros. Tampoco contaron entonces los votos que aprobaron el Estatut de Catalunya o la propia Constitución española. Los del 1-O, simulacro de referéndum en la más benévola de las interpretaciones, tampoco tienen la menor importancia para el procés, salvo en lo útiles que resultan como excusa para un suflé que, una semana después, parece desinflarse con la misma brevedad que subió. Se hinchó con los golpes de las porras activadas desde la necedad por el Gobierno de España ante la imperdonable deslealtad de los Mossos d’Esquadra.
Ahora, la aguja que desinfla el globo lleva el símbolo del euro. La pela es la pela, como poderoso caballero es don Dinero. El rechazo al reto secesionista de firmas como CaixaBank (¡CaixaBank!), Banco Sabadell, Gas Natural Fenosa, Freixenet o Agbar (Aguas de Barcelona) tiene, más allá de su trascendencia fiscal, un impacto anímico colosal en el núcleo duro del independentismo, que son las prósperas clases medias de Cataluña. Ahí es donde el independentismo ha crecido exponencialmente desde que en 2007 el Partido Popular optase por combatir la reforma del Estatut en su afán de tumbar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Ya por entonces, los gestos del PP a favor de un boicot a los productos catalanes trascendieron a los medios de comunicación. Al fin y al cabo, la pela es la pela aquí y allí.

Embustes

El humor siempre es útil para endulzar las verdades, y por eso hay quien destaca la mediación del Vaticano, que habría obrado el milagro de sanar al 99% de los 900 heridos del 1-O en un plis plas. El caso de la militante de ERC a la que un policía rompió los dedos de una mano uno a uno para, en cuestión de horas, librarse de tantas fracturas, nos remite a otro refrán, tan universal, de que las mentiras tienen las patas cortas. Que las autoridades catalanas, en su patético paseo por el monte de la ilegalidad (para ellos, glorioso), se tomen siquiera la molestia de escrutar los resultados de la antidemocrática consulta del pasado domingo es otra muestra de esa gran patraña propagandística sobre su defensa de las libertades públicas, tan pisoteadas aquel triste 1-O desde uno u otro bando. Para justificada irritación de policías nacionales y guardias civiles, el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, ha perdido perdón por las cargas policiales que los agentes desplegados sobre el terreno desaconsejaron aquella mañana una y otra vez por la alteración del orden público que, inevitablemente, provocó. Primero me obligas y ahora te arrugas.

se veía venir

Santa Cruz de Tenerife, a unos 3.000 kilómetros de Cataluña. Por el Foro Premium del Atlántico, que organiza la Fundación DIARIO DE AVISOS, han pasado ya un buen número de ilustres invitados que, inevitablemente, han abordado el reto secesionista. Fue en abril del año pasado cuando el exministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, ponía como “ejemplo de convivencia” a Canarias en una España que sufre “un problema con su modelo territorial”, plasmado ahora en las reivindicaciones soberanistas de Cataluña que, a su juicio, son irresponsables porque “nunca podrá ser un país independiente”. Para no cansarles, citamos también al último invitado, el exministro de Economía Carlos Solchaga, quien se expresó con admirable síntesis acerca del tiempo perdido para buscar una solución al problema: “De nada sirve llorar sobre la leche derramada”.

El toro despierta

Hoy, cuando la contraofensiva estatal ya recupera el terreno perdido por la inacción propia y la patraña ajena, no deja de resultar preocupante ver el despertar del toro español, un nacionalismo cuya exacerbación ha provocado males mucho peores a este país que cualquiera de sus regionalismos. Allá sabrán controlar esas aguas quienes han dejado que, poco a poco, se agitasen.
Mientras tanto, Europa y el mundo nos miran en este conflicto de pueblerinos, otro más en un planeta que siempre se desangra por las mismas costuras: las que abren la abundancia de patrañas y la carencia de dinero.

Escucha, amigo: ‘Els diners mou el món al seu voltant’

Cantaban Liza Minnelli y Joel Grey que el dinero hace girar al mundo (money makes the world go round) para Bob Fosse en su obra Cabaret (1972), y la formidable tradición comercial de los catalanes mutó, por obra y gracia de la envidia que despertaba su prosperidad entre sus rivales italianos, en aquello de Barcelona es bona si la bossa sona. La pela será la pela, pero lo único que no se discute es que Qui no ha vist Barcelona, no ha vist cosa bona.

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