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Rajoy, escritor

Probablemente, cuando Mariano Rajoy deje el poder, tendrá consigo un buen puñado de documentos, apuntes y recordatorios de lo que le ha costado lidiar: la independencia de Cataluña y también ayudar a una tierra -la suya- que se quema

Probablemente, cuando Mariano Rajoy deje el poder, tendrá consigo un buen puñado de documentos, apuntes y recordatorios de lo que le ha costado lidiar: la independencia de Cataluña y también ayudar a una tierra -la suya- que se quema. No me gustaría estar en la piel de este hombre decente, cuya obligación es preservar la unidad del Estado, pero también preocuparse por el sufrimiento de los suyos. No duden ustedes que estas historias las va a escribir el presidente, sobre todo la historia de la lucha, suya y de tantísimos españoles, porque el Estado no se rompa, no se haga trizas, merced a la actuación grotesca y terrible de cuatro locos catalanes que echan encima de las instituciones a una multitud airada. Se va acercando el día -el jueves- del ultimátum a Puigdemont y su banda y yo espero, de verdad, que el peso de la ley caiga, implacable, sobre sus cabezas. En realidad, todo esto es una jugada de la burguesía catalana para escaparse de la cárcel. Los alborotadores están muy dirigidos y todavía hay mucho dinero en bancos extranjeros y en cajas fuertes catalanas para financiar la subversión. Yo creo también que es preciso empezar por desmantelar a los Mossos, 15.000 efectivos que podrían servir de fuerza armada a estos irresponsables, sin categoría, ni moral, ni dignidad para gobernar a su comunidad autónoma. Habrá tomado nota de todo esto Mariano Rajoy, que es registrador, no notario, pero la oposición es similar, así que podrá contar con toda la presunción de certeza necesaria lo que está ocurriendo en una región española cuyos habitantes, mayoritariamente, no quieren esto. Ya lo pasaron mal con la mascarada de Companys y ahora lo sufren con la payasada de Puigdemont y su pandilla de loquitos. Ya está bien. España se quema con los fuegos intencionados de Galicia y Asturias y con el fuego -mucho más intencionado- de los pirómanos de la CUP y demás, en Cataluña.

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