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Actos fallidos

Entre los intelectuales del siglo XX debemos destacar al médico austriaco judío Sigmund Freud (1856-1939), padre del psicoanálisis

Entre los intelectuales del siglo XX debemos destacar al médico austriaco judío Sigmund Freud (1856-1939), padre del psicoanálisis. Revolucionó el conocimiento con sus teorías de la mente y la conducta humana, iniciando la terapéutica de las afecciones psíquicas. Se conoce por acto fallido o desliz freudiano a toda expresión contraria a la intención consciente del sujeto. Donde, en el acto fallido, se ignora la razón de la conducta consciente. Choca la voluntad contra el deseo inconsciente reprimido.
En La paradoja de la globalización (2011) Dani Rodrik plantea la tesis de que un país no puede compatibilizar “globalización, democracia y soberanía estatal”. Debe elegir dos. Con ello, si nos globalizamos, debemos renunciar a la democracia o a la soberanía estatal. Tesis limitada, por cuanto la globalización aumenta la renta agregada, pero incrementa la inseguridad económica de algunos grupos, que ejercen presión en reserva de sus intereses propios. En términos políticos, el conflicto se resuelve con alzas del gasto social. Bajo el síndrome del acto fallido nos asomamos a valorar algunos asuntos catalanes y canarios. Las repúblicas catalanas fallidas reiteran hoy, por quinta vez en la historia moderna española, desde la Guerra de Sucesión (1701-1713), las conocidas guerras carlistas de 1833-1840, 1846-1849 y 1872-1876, durante esta se produjo a su vez la I República Española (1873-1874), y durante la II República, la proclamación en 1934 de la República plurinacional de Companys, que duró 24 horas. El viejo problema español del reparto territorial del poder y la igualdad de deberes en la nación única. Nuevo acto fallido de una ilusión colectiva, que confunde deseos con realidades. A ello se suma Puigdemont cuando señala que lo que precisa es una nueva forma de relación con el Estado. Junqueras, al decir que no contaban con las estructuras de Estado suficientes. La Forcadell, renegando de sus convicciones republicanas, luego de haber rebasado penalmente las barreras de la sedición y la rebelión.
Podríamos, con Lampedusa, decir que nos encontramos en un “fin de época”. Las viejas estructuras de los nacionalismos populistas incapaces de reaccionar a la globalización. Atentos a la respuesta europea y a reconstruir la convivencia en la escuela y el idioma, verdaderos cánceres de los pujolismos hispanos. Donde no se diferencia el partido de la institución, el régimen de la democracia conforme a la ley. En Canarias ha sido un desliz freudiano la suspensión de la expo misógina de TEA, Pintura y Poesía, La Tradición Canaria del siglo XX, en apariencia abusando del género. Cuando este sólo esconde el deseo reprimido de un modelo cultural escondido bajo el clientelismo y que ahora se justifica quemando el catálogo de la muestra. El machismo de Zebenzuí en La Laguna, que igual sólo ha cometido un acto de deseos reprimidos, se ve de contrario sometido al principio de realidad. No como el brexit canario, cuando nuestro Cabildo se ve capaz de superar las barreras del Estado, acordando directamente con el Reino Unido, el origen de casi el 40% de nuestro turismo.

Más preocupante cuando, desde el mismo origen, se arremete sin medida contra la representación institucional de Fepeco, que tiene razón defendiendo las vías de ronda. Lo obligado en su papel institucional y civil, al ser imprescindibles para la isla e incorporadas unas, en el Plan del Sistema Viario del Área Metropolitana desde 2006, y donde no hay razones agrarias o ambientales, contra la alternativa a ellas. Rendidos a las prioridades políticas, no se resuelven los problemas ciudadanos. Se falla no sólo por los actos fallidos.

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