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“Hay supremacismo entre los independentistas, pero no se puede responder cayendo en la trampa de la exclusión”

"No se puede responder cayendo en la trampa de la exclusión”, afirma en esta entrevista el exministro de Educación, hoy portavoz del PSOE en la Comunidad de Madrid: Ángel Gabilondo Pujol
Ángel Gabilondo entrevista 1
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Ángel Gabilondo, exministro, portavoz del PSOE en Madrid. / Andrés Gutiérrez

Como es habitual, hay que agradecer a la Fundación CajaCanarias la presencia en Tenerife de un político que destaca por su envergadura intelectual, más allá de su probada integridad. No necesita mayor presentación este exministro de Educación, hoy portavoz del PSOE en la Comunidad de Madrid: Ángel Gabilondo Pujol (San Sebastián, 1949).

-Llega a la Isla para participar en el Foro El Mundo que queremos, donde en esta ocasión se pone en valor la palabra frente a la acción en la escena pública. ¿Entiende que en la actualidad damos buen uso de las palabras para la construcción del mundo que queremos?

“No. Creo que existe un descuido de las palabras y, por tanto, un descuido de nosotros mismos y de los demás. El cuidado de las palabras es el cuidado del mundo. Ahora hay una percepción de que las palabras tienen menos relevancia, se cree que lo importante son los hechos”.

-Entonces, ¿considera que nuestros discursos nos llevan hoy a la confrontación y a la construcción de un mundo cada vez más incómodo?

“La confrontación no nace de que hablemos o argumentemos, la confrontación nace de que no argumentamos. Usamos las palabras como armas arrojadizas para descalificar, hacer sentencias o eslóganes, pero no para escuchar, cuando las palabras son fundamentales para escuchar. Escuchar también las palabras que uno dice, que sirven para entendernos con el otro, para comunicarse en definitiva. Si las palabras no sirven para comunicarse, las palabras marcan, hieren y dañan”.

-Vivimos en una era de poderosas comunicaciones. Gracias a ello, ¿la palabra puede llegar a ser más poderosa hoy en día que las acciones?

“Hay quien dice que vivimos en un mundo postalfabético. Valery dice que había una vez unos hombres que hablaban, que leían, que escribían… Hay una cierta percepción de que somos los últimos dinosaurios que cuidamos y velamos por la palabra. Incluso algunos han hablado del tiempo de la postpalabra, pérdida de la palabra o pérdida de seres de palabra o personas que tienen palabra, pero yo creo que la verdadera palabra es para cada uno su forma de vivir”.

-¿Realmente estamos hoy mejor comunicados?

“Hay mucha información, pero no sé si hay tanta comunicación, que no es la mera transmisión de noticias sino, como dice la propia palabra, la capacidad de generar algo común. La comunidad, la comunicación es lo común, y la pérdida de lo común es muy inquietante, porque es la antesala de la pérdida de lo público. Creo que hay mucha información que prolifera, pero faltan criterios para discernir. Nos invade la comunicación, sí, pero confundir la comunicación con la información, no digamos ya información con opinión… ¿Hay mucha información? Lo que no sé es si hay buena información, porque es muy cara y muy difícil. Por la precipitación y la prisa, en la actualidad nos empieza a faltar buena información”.

-Inevitablemente, esa falta de criterio nos lleva al debate clásico sobre si eso solo se remedia con mejorar la educación…

“La educación es la educación para la libertad, para aprender a preferir y a decidir, para aprender a comprender en suma. Si entendemos la educación como la mera adquisición de conocimientos para la formación de dóciles empleados en vez de ciudadanos activos y libres, parecería que la educación fuera domesticación, pero creo en la educación como un elemento de liberación personal para preferir elegir y decidir. Educar para la libertad. A veces vemos la educación como limitada…”.

-¿Limitada por errónea?

“Sí. Educar para el empleo. Pues no. Educar para tener ciudadanos activos y libres, para defendernos. Y para intervenir, porque hay que intervenir en la transformación de la realidad, no basta con describir la realidad que no nos gusta, sino que hay que evitar que ocurra”.

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Ángel Gabilondo, exministro, portavoz del PSOE en Madrid. / Andrés Gutiérrez

-¿Hay un criterio economicista de la educación porque, por ejemplo, la filosofía no cuadra en un balance?

“Claro. Hay una obsesión por introducir toda la terminología economicista en la vida, y también en la educación. Hablamos de cliente, producto, competitividad, rentabilidad… Como si una determinada noción de economía sin dimensión social se hubiera apropiado del lenguaje, y esa economía convierte todo en la vida en una determinada concepción de utilidad. Nuccio Ordine habla de la utilidad de lo inútil, y habla en ese libro no solo de las humanidades, también de las ciencias… Como parecería que no son inmediatamente rentables… Hay una cierta idea de que solo se tiene que aprender por la mañana lo que se pueda aplicar por la tarde. La aplicabilidad inmediata del saber lo pone al servicio del mercado, con toda claridad. Y un respeto al legado recibido, que parece que las Humanidades se las inventó un señor en un rato. Pecamos de exceso de prisa”.

-España vive hoy una suerte de fracaso desde la perspectiva ciudadana con el tema de la Cataluña. ¿Ha sido especialmente relevante la imagen de este conflicto, que es evidente que ha creado un trauma y un cisma en nuestra sociedad?

“Sí, sí. La cohesión social se resiente cuando no aprendemos a reconocer que los demás tienen que ser y son diferentes. Todos somos diferentes, y tenemos que admitir el derecho a la diferencia pero sin diferencia de derechos. Lo que nos une son los derechos, que nadie porque viva en una región u otra tenga más derechos que otros. Eso es lo que nos da unidad y se llama Constitución, porque estamos constituidos por los derechos. Y se ha resentido por los discursos de supremacismo, cuando se piensa que es superior al otro, o piensa que tiene más razón que el otro o no escucha la razón del otro…”.

-¿Ese discurso de supremacismo se ha producido en el sector independentista, en el unionista o en los dos?

“No voy a hacerme el equidistante, pero sí puedo decir que esto no ha sido exclusivamente en un solo sector. Ha sido más directamente a la hora de causar ciertas dinámicas, pero no hay que responder a eso causando más problemas que los que combatimos…”.

-Se refiere, entiendo, a los independentistas en el primer caso y a los unionistas en lo de la respuesta…

“Claro. Pero no se puede responder cayendo en la trampa de la exclusión, de la supremacía… Tenemos que vivir unidos y creo en la unidad de España desde la diversidad y la pluralidad, y en el respeto a la singularidad desde la unidad”.

-Seguro que conoce al edil lagunero del PSOE y sus wasaps machistas. Todos le exigen que dimita, pero no lo hace. Más allá de lo concreto, ¿le sorprende que se pueda desempeñar la función pública con semejante desprecio a lo ético?

“Es imprescindible la ejemplaridad. Es decisiva, y no es posible convivir con discursos machistas. Tenemos que rechazar los discursos de la utilización del poder para la dominación de las personas, no me parece de recibo. Estará en su derecho, pero por mor de esa ejemplaridad debería actuar en consecuencia”.

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