política

La jugada de Torres

El secretario general de los socialistas canarios esconde su relación con Coalición Canaria
Patricia Hernández, Ángel Víctor Torres y Juan Fernando López Aguilar
Patricia Hernández, Ángel Víctor Torres y Juan Fernando López Aguilar
Ángel Víctor Torres, en el centro de la imagen, flanqueado por Patricia Hernández y Juan Fernando López Aguilar, durante las primarias celebradas por el PSOE canario, que ganó. Andrés Gutiérrez

Jesús Maraña, uno de los periodistas que mejor conoce las razones y sinrazones de los últimos episodios del socialismo español, rescata en Al fondo a la izquierda -una crónica bien apuntalada de las muertes y resurrecciones de Pedro Sánchez- un capítulo protagonizado por Estanislao Figueras. Quien fue presidente de la Primera República Española, antes de levantarse del Consejo de Ministros para coger un tren camino de Francia, y horrorizado por las constantes broncas y puñaladas de sus compañeros de filas, no se quedó con las ganas de decirles lo que pensaba.

Señores, voy a serles franco. Estoy hasta los cojones de todos nosotros.

La anécdota, en la que al parecer se apoyó José Antonio Griñán en los peores días de la guerra entre Sánchez y Susana Díaz, bien puede resumir el sentir de un ejército de cargos públicos u orgánicos del socialismo canario que, junto a militantes, simpatizantes y votantes socialistas, asisten desconcertados a la deriva de su partido de meses a esta parte. Ni unos ni otros, ni dirigentes ni afines, saben cómo explicar o descifrar la posición que el PSOE canario está ocupando sobre el tablero de la política autonómica. Después de un largo periodo de interinidad, con un sinfín de decisiones estratégicas aplazadas, el adiós a las gestoras lejos de despejar incertidumbres las ha multiplicado.

Ni a quienes conocen las tripas del socialismo canario les resulta sencillo responder a preguntas básicas. ¿La prioridad es recuperar el liderazgo de la izquierda o hacer méritos para ganar la condición de colaborador necesario o futurible socio de los nacionalistas? ¿El guión de estos quince meses que restan de legislatura pasa por una oposición mayúscula al Gobierno o se opta por un perfil bajo? ¿El partido rechaza o apoya, siquiera parcialmente, los presupuestos autonómicos de 2018? Sumergida la escena parlamentaria en la interminable tormenta que sacude a la Televisión Autonómica, ¿el plan es lo que se dice o lo que se hace?

Si responsables públicos, cargos orgánicos y simpatizantes no saben a ciencia cierta de qué va el PSOE de meses a esta parte, a pie de calle las ambigüedades de la guardia pretoriana de Ángel Víctor Torres, secretario general regional, ha sembrado una legión de desconcertados que no saben ya a qué atenerse con el cambio de rumbo de los socialistas.

ESTRATEGIA

Giro estratégico que la dirección actual niega -tan religiosa como disciplinadamente- para sorpresa de quienes, hemeroteca en mano, al releer o volver a escuchar lo que se dijo comprueban que, efectivamente, la estrategia y las prioridades del PSOE son bien distintas a las de hace apenas unos meses. Haciendo un esfuerzo argumental, solo caben dos teorías para entender -a duras penas- que los leales a Torres evangelicen con la teoría de que no están yendo contra actos y decisiones propias. Tirando de lo que se da en llamar el adanismo (dícese de quienes concluyen que todo empezó cuando ellos subieron a escena), podría aceptarse que la posición no ha cambiado, eso sí, solo si se da por bueno que el relato socialista no empezó en mayo de 2015 -cuando arrancó la actual legislatura- sino con el desembarco de Ángel Víctor Torres en la secretaría general del partido; premisa que los actuales dirigentes del PSOE tienen incrustada en el subconsciente cuando responden a preguntas de la prensa, pero que no se sostiene en tanto que también los socialistas -como el resto de los partidos- están obligados a responder de su pasado, especialmente del pasado que enmarcan los dos últimos años.

El adanismo practicado pero no admitido por el secretario general valdría como cortada consciente o inconsciente para dar cobertura a las contradicciones de este PSOE, pero en ningún caso explica su deriva. Esta sería una tesis. Hay otra. Y para adentrarse en la segunda teoría hay que desandar lo recorrido, y no parar hasta, volviendo atrás en el calendario, situarse en las semanas que CC y PP negociaron -o al menos así escenificaron- la incorporación de los populares al gabinete que presidente Fernando Clavijo.

Pedro Martín
El nuevo líder del PSOE de Tenerife y alcalde de Guía de Isora, Pedro Martín. A.G.

TIRA Y AFLOJA

Fue entonces, durante el tira y afloja de nacionalistas y populares, cuando al estado mayor de CC llegó un mensaje que en buena medida marcó tanto aquella negociación -finalmente frustrada- como el proceder del PSOE desde aquellos meses, en la antesala de agosto. Alguien del entorno más o menos directo de Ángel Víctor Torres traslado a la capitanía general de Coalición que aguantaran. Pero, ¿qué debía aguantar CC?

El recado, más desarrollado, consistía en animar a Coalición a dejar al PP sin sentarse en el Consejo de Gobierno porque, según garantizaron en aquel momento a CC, si Torres ganaba las primarias en Coalición podrían volver a contar con los socialistas -que tras la finalización del pacto había roto por completo los puentes con Coalición- para llegar a acuerdos parlamentarios de diferente calado.

Todo lo que ha ocurrido a partir del mensaje que se hizo llegar a la dirección de CC, y del posterior triunfo de Ángel Víctor Torres en aquellas primarias, da sentido a los pasos que ha dado el secretario general. Pudo Torres defender que reconstruir puentes con Coalición es lo que tácticamente más interesa al PSOE. Puede el secretario general comunicar, tan transparente como nítidamente, que está convencido de que acercarse a CC es la mejor jugada para el partido.

No lo ha hecho. Ha optado por esconder su estrategia, de ahí el desconcierto y, sobre todo, la creciente preocupación -y malestar- en sus filas. Girar a la izquierda acercándose a CC es un imposible que ha animado a algunos pesos pesados del partido a plantarle cara, así se entiende el triunfo de Pedro Martín en las primarias tinerfeñas o que se le multipliquen los versos sueltos en algunas islas, con Patricia Hernández -candidata en 2015 y ex vicepresidenta del Gobierno- convertida a ojos del secretario general en su fantasma más frecuente.

Torres ha considerado que para entenderse con CC debía sacrificar a quienes han protagonizado la primera mitad de la legislatura, y así lo ha hecho, una decisión que necesariamente lo ha condenado a desmentir el relato anterior a su llegada o a dar marcha atrás respecto a todo lo hecho, dicho o decidido antes del último verano. No lo dejó ahí. Ha ido más lejos. Ha desterrado a los actores de la etapa anterior y de paso ha cortado el césped a su alrededor, no vaya a ser que alguna planta le haga sombra en su intención de ser el candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Porque Ángel Víctor Torres quiere ser candidato. Sus pasos adquieren sentido si se verbaliza esa intención. En el objetivo de ganar las siguientes primarias, ha optado por lo que podría catalogarse como un clavijismo orgánico, esto es, mimar a sus secretarios generales insulares y, consciente de su poco conocimiento más allá de su espacio municipal, tejer alianzas que le permitan proyectarse insular y regionalmente.

Estas son, en su visión de la jugada, las fortalezas. ¿Y cuáles son las debilidades? En primer lugar, que a diferencia de las que ganó -con el sanchismo en sus días de gloria- en las siguientes primarias los militantes votarán más en local. En segundo término, haber metido orgánicamente al PSOE tinerfeño en el cuarto trastero, junto a la incomodidad de la vieja guardia del partido en Islas como Lanzarote o Fuerteventura, pueden complicarle su condición de candidatable. Especialmente vigilante está la organización socialista tinerfeña. Al vacío que ha dejado Juan Carlos Alemán -¿qué diría Juan Carlos?, preguntan algunos- se suma la idea de que Torres no cuenta con los socialistas tinerfeños, que los teme, o porque los teme prefiere no contar con ellos.

Fernando Clavijo
El presidente del Gobierno de Canarias y líder de CC, Fernando Clavijo. F.P,

LOS MILITANTES

¿Y los militantes? No es descabellado imaginar que al simpatizante de a pie no le entusiasme el maridaje de Torres con Coalición. A juicio de no pocos fontaneros históricos del partido, el secretario general está ignorando un flanco. Cuanto más cerca de CC, más lejos de los militantes -advierten-.

La declaración unilateral de independencia proclamada por los socialistas tinerfeños en las recientes primarias dibuja un primer síntoma de contestación oficial al equipo médico habitual de Ángel Víctor Torres. Tampoco le jugará a favor, en tanto sanchista, la catalanización de la política española; un escenario que tiene descolocado a Pedro Sánchez, diluido por el debate territorial a las puertas de unas generales que el PP convocará cuando no quede un solo balcón sin la bandera de España colgando.

Quienes conocen bien los secretos del ajedrez coinciden en que la torre debe emplearse en la fase final del juego, dado su enorme valor táctico y estratégico de cara a los últimos movimientos de la partida. Coalición Canaria, con unas cuantas simultáneas de ajedrez en su currículum, ha encontrado en Ángel Víctor Torres una pieza de enorme valor para la fase final de la partida. Sin embargo, el desconcierto que está generando el secretario general tiene a los socialistas preguntándose si están jugando con negras o con blancas, con o sin tablero; y, acampados en una crisis que no terminan de cerrar, hartos de todos nosotros.

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