puerto de la cruz

La sala Timanfaya baja el telón definitivamente en enero de 2018

La falta de apoyo institucional y de público y las dificultades económicas, son los motivos que obligaron a su directora, Mónica Lorenzo, a tomar la decisión de cerrar el espacio en el Puerto de la Cruz
Mónica Lorenzo posa en la sala Timanfaya, que rehabilitó para que la ciudad tuviera un espacio para las artes. Fran Pallero

Será el 1 de enero del próximo año. Ese día, la sala Timanfaya, ubicada a pocos metros de la plaza de Los Agustinos, cerrará sus puertas definitivamente tras celebrar el día anterior el concierto de Año Nuevo de la Asociación Cultural Reyes Bartlet.

Ya lo hizo por primera vez a comienzos de 2008 cuando era un cine. Meses después, le siguió el Chimisay, uno de los más antiguos del Norte de la Isla y un referente cultural, dejando al Puerto de la Cruz sin grandes pantallas.

Tres años más tarde, la apuesta fuerte y decidida de la actriz, instructora de teatro, y empresaria Mónica Lorenzo, de rehabilitar el Timanfaya y convertirlo en un espacio de referencia en la comarca para la difusión de las artes escénicas y la música, reabrió las esperanzas de muchos portuenses y defensores de la cultura. Lorenzo fue más allá y también luchó para que el espacio fuera una plataforma de formación para futuros artistas.

Tras siete años de batalla y muchas satisfacciones, la sala que conservó su antiguo nombre, bajará el telón para siempre, confirmó ayer Lorenzo. La falta de apoyo institucional y de público, sumado a la escasez de recursos económicos que permitan cubrir mensualmente los gastos de mantenimiento del teatro, son los motivos que obligaron a la empresaria y artista a tomar esta difícil decisión.

No obstante, durante este mes y el de diciembre la sala mantendrá la actividad prevista “y cumplirá con los compromisos adquiridos con artistas y compañías”, subraya la directora, quien ayer escribió una emotiva carta de despedida para anunciar su determinación.

Carta despedida Teatro Timanfaya

En el escrito, asegura que la decisión de montar un teatro en una ciudad, “que había sobrevivido durante años sin tenerlo” fue exclusivamente suya y por lo tanto, no puede responsabilizar a nadie ni exigir la implicación de las instituciones municipales “en un proyecto que nadie había demandado”.

Sin embargo, lamenta que su iniciativa “no haya sido aprovechada para cubrir las necesidades socioculturales del municipio a un coste muy inferior al que supone contar con un espacio propio”. En este sentido, agradece al Cabildo de Tenerife por ser la única administración que ha colaborado desde el comienzo con el proyecto, primero con un patrocinio desde la empresa pública Ideco S.A, y en los dos últimos años, desde la Dirección Insular de Cultura, Educación y Unidades Artísticas con una subvención. Pero esta ayuda “no sirve para afrontar los costes que genera diariamente la puesta en marcha de la programación porque los gastos contraídos ya se han generado y han ido incrementado la deuda”, explica.

Pese a que el cierre del espacio “era una amenaza posible”, Mónica Lorenzo ha intentado durante todo este tiempo ofrecer un producto cultural diferente a un público que ha cambiado sus hábitos culturales. Al mismo tiempo, ha logrado vertebrar las inquietudes de colectivos culturales y sociales como la Coral Reyes Bartlet, Atlantic Jazz Labb o Asmipuerto, por citar algunos. Aunque ello no ha sido suficiente para afrontar una realidad que “ha venido esquivando hasta ahora” y que impide que las puertas de la sala sigan abiertas.

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