avisos políticos

Pluralismo y bipolaridad

El pacto que el Gobierno pudo alcanzar con los socialistas y Ciudadanos constituye una aplicación inteligente -e inesperada- del famoso artículo constitucional 155

El pacto que el Gobierno pudo alcanzar con los socialistas y Ciudadanos constituye una aplicación inteligente -e inesperada- del famoso artículo constitucional 155. Reduce al mínimo temporal la intervención e implica unos plazos muy perentorios para que las fuerzas independentistas tomen decisiones al respecto. Estas fuerzas tienen que decidir, en primer lugar, si se presentan o no a unas elecciones convocadas desde Madrid que son autonómicas y no constituyentes de su República; y, en caso afirmativo, las posibles coaliciones y alianzas electorales, además de las propias candidaturas. Es impensable que Esquerra Republicana y el PDeCat no concurran, juntos o por separado, y también que no lo haga la franquicia catalana de Podemos. Ya Oriol Junqueras, en un periódico catalán, ha afirmado que hay que validar en las urnas esa República y que “en los próximos días tendremos que tomar decisiones, y no siempre serán fáciles de entender”. Después ha añadido que “necesitamos una estrategia compartida”. Mayor incertidumbre comporta la presentación de la CUP, que no concurre a las elecciones generales y que ha activado una Asamblea de cargos catalanes electos, básicamente compuesta por alcaldes y concejales independentistas. Porque el independentismo va a dar una dura batalla en el campo del municipalismo, en donde disponen de una clara mayoría. La portavoz de la formación radical no ha descartado su participación electoral, decisión que, en línea con su práctica habitual, ha remitido a su militancia.
En cuanto a las candidaturas, Puigdemont había anunciado desde su toma de posesión que no repetiría en el futuro como candidato, y esa fue su condición para aceptar acceder a la presidencia de la Generalitat. Todos los demás posibles candidatos -y él mismo- podrán presentarse, porque las inhabilitaciones, si las hubiera, tienen que venir junto con sentencias que no hay tiempo de pronunciar antes de las elecciones.

La aplicación del artículo 155 introduce una cierta racionalidad en la vida política catalana y un principio de pacificación, aunque no invalida el lúcido análisis de Ortega y Gasset de que le problema catalán no tiene solución. Se habla mucho del pluralismo de la sociedad catalana, pero hemos de ser conscientes de que ese pluralismo, en realidad, se traduce en una profunda bipolaridad; una bipolaridad que, en el futuro, el sistema educativo y TV3 seguirán alimentando. Porque el nacionalismo moderado del viejo catalanismo político está secuestrado por los radicales. El otro día contemplábamos en televisión cómo muchos ciudadanos lloraban de alegría cuando el Parlament proclamó la independencia, y es que el nacionalismo y el independentismo no están presididos por la razón ni obedecen a parámetros racionales, sino que pertenecen al mundo de los sentimientos y las emociones humanas más primarias. Y no hay antídoto político ni legal para eso; ni siquiera en la Constitución.

TE PUEDE INTERESAR