Breña Baja acogió este año la celebración de la fiesta de San Martín que organiza tradicionalmente el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de La Palma y que reúne a viticultores y bodegueros palmeros. Cada año, por estas fechas, las bodegas de La Palma juran la pipa para probar el vino nuevo, después de un proceso de elaboración artesanal de un producto que, con el paso del tiempo, ha ido mejorando en su elaboración y conquistando mercados más allá de las Islas.
En esta ocasión, el sector del vino palmero se dio la mano con el de la miel, que en el mismo municipio celebraba ayer una nueva edición del concurso insular de mieles de La Palma. Así, en un ambiente distendido y festivo, los viticultores y apicultores brindaron con el vino fruto de la última cosecha.
Productos como la cebolla cruda, las sardinas saladas, los chicharrones con gofio, el queso y el chorizo palmero y, por supuesto, las tradicionales castañas, no fallaron para acompañar los tintos y blancos que se pudieron degustar durante este encuentro, que va rotando anualmente por los municipios de La Palma y que en esta edición se celebró en la sede la Sociedad Juventud Española, de San Antonio.
El acto de la jura de la pipa del vino tuvo un significado especial en esta edición porque ha sido la última vez que lo realiza José Tabares, que ha cedido el testigo después de muchos años siendo el encargado de taladrar el barril para que brote el vino nuevo.
En esta edición participó el consejero de Agricultura del Gobierno de Canarias, Narvay Quintero, el responsable insular de esta área, Basilio Pérez, y el alcalde de Breña Baja, Borja Pérez, entre otras autoridades. El presidente de la Denominación de Origen, Juan Crispo, aprovechó la presencia de los cargos públicos para demandar “más atención” para un sector que “contribuye al paisaje y nuestra cultura, y que está viviendo solo, con pequeñas ayudas”.
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