Por las calles del pueblo se escuchan risas, los niños corren por las aceras apurando las últimas viviendas. Tras llamar al timbre, esperan con impaciencia su próximo obsequio (preferiblemente azucarado). Y justo en el momento en el que se abre la puerta gritan al unísono: ¡Los Santitos!
San Juan de la Rambla celebra, como cada 1 de noviembre, el Día de Todos los Santos con una especial tradición: ‘Los Santitos’ o el ‘Pan por Dios’. No hay calabazas, ni disfraces terroríficos; menos aun, trucos o tratos.
Desde primera hora de la mañana, los más pequeños recorren el pueblo con sus decoradas cestas de mimbre, tocando en todas y cada una de las viviendas a la espera de recibir caramelos.
Sin embargo, no siempre ha sido así. Josema Pérez es vecino del municipio y, en su afán de rememorar entre los mayores las tradiciones más arraigadas al municipio norteño, ha contado a este periódico que antiguamente los obsequios distaban bastante de los de hoy en día. Las familias de aquel entonces regalaban a los niños castañas, huevos duros o manzanas, entre otros frutos.
Según ha podido recopilar el sanjuanero estos últimos años, existen dos versiones acerca de su origen. La primera defiende que se trataba de una “época de grandes necesidades en la que se aprovechaba este día para que los niños pidieran y lo compartieran con su familia”. En la segunda, los niños pedían en por las casas para, posteriormente, repartir los alimentos entre las “familias más humildes del pueblo”.
Sea como fuere, esta singular tradición de San Juan de la Rambla se volverá a celebrar este miércoles festivo y los niños del municipio regresarán a sus casas con sus cestas repletas de dulces, deseando la llegada del próximo 1 de noviembre para volver a pedir ‘Los Santitos’.
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