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Causalidad y sincronicidad

En el Cristino de La Laguna se ha celebrado durante noviembre y principios de diciembre el VII Encuentro de Arte y Pensamiento, de la Fundación CajaCanarias, coordinado por Fernando Castro y Clara Armas

En el Cristino de La Laguna se ha celebrado durante noviembre y principios de diciembre el VII Encuentro de Arte y Pensamiento, de la Fundación CajaCanarias, coordinado por Fernando Castro y Clara Armas. Las jornadas de arte con mayor nivel cultural de la actualidad en Canarias. Su éxito radica en la frondosa dialéctica que ofrece enfrentar el arte con el pensamiento. Ello implica que en el mundo actual de la posmodernidad, allí donde la razón ilustrada ha cedido el paso al multiculturalismo, el saber es fragmentado y no busca la verdad, sino su rentabilidad económica o política. La historia carece de finalidad y en ella la verdad desaparece. El relativismo y la posverdad se reconstruyen y adaptan a las realidades líquidas. Aquí el arte se nos ofrece como instrumento para indagar en el pensamiento posmoderno. Encontrando por ello capacidad para construir y anticipar sus nuevas realidades. Por encima del ser, de la belleza y de la razón ilustrada, el arte es un camino de comunicación.

Me interesan al fin de hoy los contenidos de la charla sobre El Libro de las Mutaciones egipcio, de Miguel Ángel Molinero en el Cristino, fuente principal de las ideas de los teólogos egipcios para explicar el sentido de la vida y de la muerte. Parecería atrevido entender que la cultura egipcia, que convive más de mil años con la grecorromana, base de la occidental, no las hubiera influido. Siendo todas ellas politeístas hasta la aparición de las monoteístas, judaísmo, cristianismo y el islam, adaptados a El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, como nos enseña Engels en su libro homónimo. Podemos sin embargo encontrar en el Libro de los Muertos analogías con la teología cristiana, como en sus tesis de la vida eterna o en la resurrección de la carne. Cuya teología desarrollaron durante más de tres milenios los egipcios, preparando la Salida al Sol, como también se conoce al Libro de los Muertos (1550 a.C.-50 a. C.).

Consigue luego la evolución de Occidente civilizar el cristianismo en el Renacimiento con la ciencia, con la razón. De manera que la causalidad se convierta en el soporte de la ciencia occidental que nos trae hasta hoy. Como sostiene Jung en el prólogo del Libro de la Mutaciones, I Ching (1100 a.C.-200 a.C.), traducido del chino por Richard Wilhem, donde recoge la tradición milenaria del taoísmo y confucionismo, que lo que no consiguió la Crítica de la Razón Pura, de Kant, lo ha logrado la física moderna. Cuando los axiomas de la causalidad, soporte de la física de Newton, han decaído, haciendo que las leyes que se decían naturales sean verdades solo estadísticas.

La mente china en el I Ching funciona bajo el principio de sincronicidad, que nos dice que la coincidencia de los hechos en el espacio y tiempo significan algo más que el azar. Existe por ello interdependencia entre los hechos y el estado subjetivo del observador. Los 64 exagramas del I Ching componen 64 situaciones humanas típicas, a las cuales debe responder el observador, sometido a un aparente juego de azar o adivinación de esta técnica orácula, que también es un juego de introspección, de inconsciente adaptación a las mutaciones.

El mundo simbólico de estos libros milenarios nos vuelve a situar en el mundo actual de la globalización y en el mundo de la ciencia, cuyo nuevo paradigma se configura en abierto. Sucede que el arte no solo ha venido anticipando estas mutaciones, sino que tiene la capacidad de imaginar el futuro. La desconfiguración del arte no es distinta de lo que sucede en el mundo de la política y en España en lo catalán, abusando de lo simbólico y ajeno a la razón.

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