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Darle al minipimer

El relativismo, la posverdad y las fake news, en el mundo de la globalización e impulsados con el soporte de internet, desde el móvil y las redes sociales, han acelerado la historia

El relativismo, la posverdad y las fake news, en el mundo de la globalización e impulsados con el soporte de internet, desde el móvil y las redes sociales, han acelerado la historia. Nos resistimos a abandonar la razón cuando hay quien no la precisa. Vemos como suficiente apelar a lo simbólico para abordar la realidad. Sin categorizar los valores, cualquier situación se puede acomodar. Las instituciones básicas de referencia social, familia, empresa y escuela, asisten impasibles, sin poder coger el tren de los tiempos. Los Estados en Europa son incapaces de abordar los retos de la globalización y las fronteras de las religiones. La ciencia, la nanotecnología, las ondas gravitacionales, los avances de la salud, la energía, amplían el campo de las ciencias, cuyo recorrido se nos va de las manos.

Los populismos son la respuesta fácil a problemas complejos. La realidad exige inmediatez de soluciones, contentar a todos. Atender a la clientela política precisa un juego de imposibles equilibrios, en un medio de recursos limitados, que exige priorizar. Nos imponemos obligaciones normativas de difícil o incierto cumplimiento y plazo, desconfigurados por normas ambientales discrecionales o arbitrarias. Realmente, en un mundo de medios limitados no es posible atender todos los compromisos políticos, se dice que se asumen cuando sólo se envían al futuro. En este medio, el juego de la política se aborda con la técnica de darle al minipimer. Con ella se introducen en el mismo cuenco los problemas y las soluciones, sin orden ni concierto, con cualquier valor y prioridad. Se sumerge todo ello en un excipiente que se diluye en los canales y redes de comunicación social, capaces de construir con ello nuevas realidades. Y se condimenta sumando conflictos emocionales ligados, entre otros, a políticas de género, de desigualdad, con los animalismos, etc., que rompen la lectura del problema a resolver y la verdadera atención al ciudadano. Se distorsiona la realidad, manipulando las emociones para influir o condicionar las opiniones sociales y políticas. Una vez que se le ha dado al minipimer, se precisa su uso continuado.

Acaba de incorporar la RAE al diccionario los términos posverdad y postureo, precisos ambos para nuestra técnica del minipimer. Podemos leer con ellos algunos ejemplos locales. El Presupuesto de la autonomía para 2018, del que cito dos temas. La gestión del IGIC no devuelto, luego de recaudar 2.750 millones de euros de más, desde su incremento provisional en 2010, se esconde en la posverdad, entre otras, con la supuesta atención a los desfavorecidos y en los tampones de ellas. Todo ese gran esfuerzo para dejar la partida de inversiones de la autonomía, clave en la justificación de cualquier presupuesto público, es su tasa de retorno, en menos del 4% cuando debiera estar en rangos del 10-15%. La gestión de las carreteras en Tenerife, responsabilidad de autonomía y Cabildo, con las operaciones de las autopistas del Sur TF-1, Norte TF-5 y el cierre del anillo insular, a resolver nos dicen antes de 2021. No importa, porque con el minipimer actualizaremos las fechas cada vez que nos haga falta. En la reflexión de hoy no parecería oportuno darle al minipimer, con el tema catalán. Pero es que, desde que lo impulsaron en la época de Zapatero, mucho me temo que su uso se mantendrá en continuo luego del día de estas elecciones. Más posverdad y postureo.

En Canarias y en Navidad, ya me he puesto a darle al minipimer doméstico, para hacer unos buenos mojos palmero y verde, que, con sólo unas papas antiguas de Tenerife, acercarán nuestros corazones, en estos días tan señalados de Navidad. Para eso sí vale nuestro minipimer.

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