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‘Enganchados’ desde la cuna: consecuencias de la tecnología en bebés

El especialista en pediatría y salud mental infanto-juvenil Javier de Loño Capote explica los efectos en aquellos niños que, sin llegar a dar sus primeros pasos, aprenden a manejar un móvil o una tableta
Javier de Loño Capote, especialista en pediatría y salud mental infanto-juvenil. Sergio Méndez
Javier de Loño Capote, especialista en pediatría y salud mental infanto-juvenil. Sergio Méndez
Javier de Loño Capote, especialista en pediatría y salud mental infanto-juvenil. Sergio Méndez

El bebé, sentado en la trona, comienza a inquietarse. El camarero camina hacia la mesa con los platos principales, mientras su hijo está a punto de llorar. No se lo piensan. Lo desbloquean, acceden a YouTube y pulsan play. “¡Por los pelos! Ahora podemos comer tranquilos”, exclaman ambos progenitores. El uso excesivo de dispositivos móviles por parte de lactantes -menores de 0 a 24 meses- es una realidad que, debido a la rápida inmersión de la tecnología en la sociedad, poco, o casi nada, se conoce de las consecuencias que este puede ocasionar al niño en su desarrollo.
El teléfono móvil, la tableta o la televisión se han convertido en aliados de aquellos padres que por falta de tiempo (o paciencia) intentan que sus hijos permanezcan inmóviles frente a una pantalla que por sus colores, figuras y sonidos capta totalmente su atención. Se trata de una dependencia que el niño percibe desde sus primeros meses de vida en los que factores como la psicomotricidad o el afecto paternal son claves para su crecimiento.

El especialista en pediatría y salud mental infanto-juvenil Javier de Loño Capote sostiene en una entrevista concedida a DIARIO DE AVISOS que “se está incrementando una especie de adicción en la que el bebé busca su placer en una pantalla”, haciendo especial hincapié en el dicho popular español que reza que el mejor predicador es fray ejemplo, es decir, si los hijos observan a sus padres en numerosas ocasiones con un dispositivo móvil, lógicamente, llegan a considerarlo como una situación normal. Pese a que de momento no existe documentación precisa al respecto, el experto enumera una serie de efectos perniciosos en los niños que, sin llegar a dar sus primeros pasos, aprenden a manejar una tableta o un teléfono.

“La falta de psicomotricidad -gateo, por ejemplo- a la larga es una de las consecuencias más preocupantes, ya que el niño no produce las suficientes endorfinas que le aportan la euforia, el equilibrio y la felicidad que este necesita, y que, además, inciden directamente en un incremento de la obesidad y el sobrepeso de la persona”, explica De Loño. Y es que según afirma el especialista, el exceso de peso afecta aproximadamente al 52% de los adolescentes en Canarias, pudiendo reducir el índice de vida en 10 o 15 años por enfermedades derivadas como la hipertensión, el ictus o los infartos de miocardio.

Los colores y las figuras de las pantallas captan su atención. DA
Los colores y las figuras de las pantallas captan su atención. DA

El déficit de atención también es otra de las consecuencias del uso excesivo de dispositivos móviles durante los primeros meses de vida porque “los niños buscan su foco placentero en aquello que han tenido desde su etapa como lactantes, creando una dependencia nociva”. Alteraciones como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que suelen detectarse durante la educación primaria, podría ser consecuencia de esa dependencia que el progenitor ha fomentado en su hijo desde muy temprana edad.

El especialista en pediatría y salud mental insiste en que el empleo desmesurado de dispositivos móviles interrumpe ciertas percepciones que el lactante debe experimentar durante las primeras etapas desde su nacimiento: desde el apego (sonrisas, abrazos…) y el juego con las figuras afectivas hasta los soliloquios, en los que el menor comienza a reflexionar en voz alta.

HORARIOS DISPARES

Sin embargo, el experto reconoce que “los padres de hoy en día no juegan con sus hijos por las prisas y el estrés” y, a su vez, aboga por horarios laborales en los que puedan coincidir todos miembros de la familia, como asegura que ocurre en Islandia y Finlandia, y ahora también en Francia.

De Loño, a su vez, relaciona la cuestión de los teléfonos en las aulas, afirmando tajantemente que “el móvil debería estar prohibido en los centros escolares, ya que son instrumentos que inciden de forma directa en casos de bullying y ciberacoso”. Por ello, explica que una solución “podría ser instalar cámaras de vigilancia en los patios de colegio con las que, sin ánimo de romper la intimidad, los docentes puedan estudiar los comportamientos de los alumnos con el propósito de evitar ciertas distorsiones entre ellos”.

Precisamente, este es uno de los temas que se abordará en las I Jornadas de Salud Mental de la Infancia que De Loño y el catedrático de Psicología de la Universidad de La Laguna Juan Capafons están preparando para el mes de marzo del próximo año en la isla de La Palma, en las que también habrá cabida para cuestiones tan relevantes como el maltrato durante la infancia o los trastornos que presentan los hijos adoptados, entre otros.

La adicción a los móviles ya se trata en hospitales

Dificultad para concentrarse, ansiedad, falta de sueño… El especialista De Loño ha explicado que actualmente existen “tres hospitales relacionados con la salud mental en la Península que cuentan con una unidad que trabaja con personas adictas a los dispositivos móviles y a las nuevas tecnologías, como si de un toxicómano se tratase”.

La AEP advierte de que el uso excesivo de dispositivos interfiere en el desarrollo infantil

Los pediatras recomiendan limitar al mínimo el tiempo ante las pantallas. DA

La Asociación Española de Pediatría (AEP) se postula de forma contundente ante el uso de las nuevas tecnologías en los más pequeños: “Al usar las pantallas no les permitimos aprender a manejar sus tiempos, sus frustraciones y a que desarrollen todo su potencial, que es esencial durante los dos primeros años”.

Según explican los pediatras, los bebés de entre 0 y 24 meses adquieren capacidades que conforman la base de un aprendizaje progresivo, como hablar, andar o manejar las emociones. Además, establecen la relación de vínculo y apego con sus cuidadores habituales, constituyendo parte de su personalidad futura.

A partir de los 18 meses es cuando el pequeño reclama a su entorno jugar y que jueguen con él. En este sentido, los expertos apuntan que es necesario cantarles, hablarles, mantenerles en contacto con otros niños, con la naturaleza… Todo ello engloba lo que supondría el método ideal para dirigir su educación.

Durante esta etapa, las nuevas tecnologías solo sirven para que los niños se entretengan y es esto, precisamente, lo que incita a los padres a utilizarlas en numerosas ocasiones a lo largo del día; son las denominadas por los pediatras como “pantallas niñeras”.

La AEP asegura que el verdadero riesgo radica en que los progenitores utilicen los dispositivos móviles como el principal recurso para que sus hijos “no molesten” y el pequeño pase la mayor parte de su tiempo quieto “recibiendo información constante, a gran velocidad, que es incapaz de procesar”. Ante esta nueva tendencia, los médicos recomiendan limitar al mínimo el tiempo que sus hijos pasen delante de las pantallas, interactuando con ellos en todo momento.

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