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La aventura solidaria de una tinerfeña en Chinchontepec

La joven pedagoga de La Orotava Lauren Van der Meer ha estado un año trabajando como voluntaria en un proyecto de renovación educativa en El Salvador, en el pueblo de Guadalupe, a los pies de un volcán que le recuerda al Teide
Lauren Van der Meer se confiesa muy satisfecha con su experiencia en El Salvador; su anhelo ahora es “hacer posible otra educación, cambiar el sistema”. DA

Aunque su nombre y apellidos parezcan decir otra cosa, esta joven pedagoga es y se siente muy tinerfeña, por los cuatro costados. Sus padres son estadounidenses, pero Lauren Van der Meer nació y se crió en la Villa de La Orotava. Hace un año emprendió la gran aventura de su vida en busca de un sueño y movida por sus ansias de ayudar a los demás. Y viajó al otro lado del mundo, a Centroamérica, a El Salvador, no como una turista de la Europa desarrollada, sino con la noble pretensión de ser útil a otras personas menos favorecidas y para crecer profesional y, sobre todo, humanamente. En su entorno vital cambió el Teide por otro volcán legendario, el Chinchontepec, aunque nada tienen en común el origen y el destino de su viaje.

Ahora que ya culminó esta experiencia “dura y maravillosa”, y regresa definitivamente a la Isla, Lauren cuenta su vivencia a DIARIO DE AVISOS para que otros jóvenes se animen a enriquecer su vida y su aprendizaje con un proyecto de voluntariado.

Lauren Van der Meer acaba de cumplir 26 años. La docencia siempre fue su gran vocación. Con apenas 14 ya daba clases particulares. Se graduó en Pedagogía por la Universidad de La Laguna. Luego impartió clases en varios colegios de la Isla, ejerció tres años como preparadora de Cambridge Exams y durante un curso fue jefa de estudios de The Academy, del Colegio Hispano Inglés de Santa Cruz. Al conocer el proyecto de voluntariado de renovación educativa RIE pensó que había encontrado el camino para cumplir uno de sus sueños de pequeña: “ayudar a otros que no tienen las mismas oportunidades que yo simplemente por haber nacido en otro lugar del mundo. Me inscribí al instante al primer curso de introducción disponible para conocer la organización y compré los vuelos a Madrid. Volví aún más enamorada, si cabe, de mi profesión y con una nueva ilusión de cumplir un sueño”. 

Lauren no se lo pensó. Dejó el trabajo al terminar el curso escolar y en octubre de 2016 cogió un avión rumbo a El Salvador, donde debía relevar a una compañera del Proyecto RIE. “Me daba igual el lugar, lo que me importaba era la idea de ayudar en la medida de lo posible con lo que puedo ofrecer: conocimientos sobre educación”. Ni siquiera le arredró la mala fama de país violento. Aterrizó en El Salvador el 27 de octubre 2016 y fue directa a Guadalupe, un pequeño municipio de 6.000 habitantes situado a las faldas del volcán Chinchontepec, en el departamento de San Vicente. Allí le esperaba una habitación en una humilde casa de una familia de 16 miembros.

Confiesa que se integró muy bien en la comunidad desde el primer día. “No me puedo quejar de nada. Adela es la matriarca de la casa donde vivo y ha sido mi madre aquí. Me abraza, me cuida, me mima, me consiente. La hospitalidad es muy al estilo canario. No tienen, pero te dan de lo que tengan”. En lo que más le costó adaptarse fue en los pequeños detalles. “Por ejemplo, el tener que meterme siempre en la ducha con cholas, porque el suelo es de cemento. El único baño de la casa se compone de tres paredes de bloques de un metro de distancia entre cada una, con dos puertas de chapa que se abren y se cierran con un tornillo que se engancha en un hueco de cada lado. Entre dos de las paredes y detrás de una puerta hay una taza de water y un lavabo. Contiguo a eso hay un cubo gigante con agua -evidentemente fría- que te lo tiras por encima: esa es la ducha. Cosas tan simples como eso, o la impuntualidad salvadoreña, son las que más he han costado. Dicen una hora y empiezan a llegar una hora más tarde, y es lo normal y la excusa es “así somos en El Salvador, es cultural”.

Las idas de los salvadoreños a Estados Unidos son otro aspecto central de la “cultura” local completamente aparte. “Podría escribir un libro acerca de eso”, asegura la joven orotavense. “Por la situación de pobreza del país lo normal es tener a uno o más (normalmente más y ahí están los hombres que faltan en el pueblo) parientes en EE.UU. enviando remesas a sus familiares aquí. Se van con coyotes, personas que se dedican al tráfico de personas, se suben a las partes de arriba de los trenes para cruzar antes, se amontonan en camiones sin moverse para que parezca mercancía durante horas, nadan o van en barcas por el golfo si les parece a los coyotes que el paso por Mexico está peligroso… Mi primera semana aquí fui al médico y saliendo una niña de 10 años entré yo. Me presentaron al doctor -prosiguió- y, para ponerme en situación, me explicó que acababa de vacunar a la niña con un método anticonceptivo porque la iban a enviar a Estados Unidos y su madre era consciente de que la violarían varias veces por el camino. Ese fue el primer día que lloré en Guadalupe. Desde entonces no puedo decir cuántas cosas así me han contado que me rompen el corazón..”.

Para dar soporte a los docentes realizaron talleres y encuentros con familias tratando temas que ellos solicitaban o proponían. “Este año, por ejemplo -detalla la voluntaria tinerfeña-, ha sido la educación afectivo sexual y el uso de redes sociales. Este último no salió todo lo bien que nos gustaría porque vivimos en zonas rurales donde lo menos que necesitan es Facebook. Y trabajamos también con alumnado en creación de material didáctico, renovación de patios y en el seguimiento de los docentes o de los agentes municipales que van a dar alguna charla”.

Lauren aspira a que sus alumnos “sientan el amor y el entusiasmo por el aprendizaje como lo siento yo”. DA

Un año después de su llegada a El Salvador, Lauren afronta ilusionada y satisfecha el final de esta experiencia personal y profesional que ha marcado su vida y su futuro. “Sin lugar a dudas -confiesa-, ha sido un año que me ha servido para abrir los ojos, para apreciar más las pequeñas cosas y el tiempo compartido, para acostumbrarme a no tener las facilidades que tenemos en Tenerife, para entender que si no hay, se inventa, para saber que todo, al final del día, sale. Un año para aprender, aprender, aprender -recalca Lauren-, y para celebrar la vida aunque ocurran desgracias, porque siempre, siempre, hay razones para sonreír”.

Una ‘educadora sin fronteras’ con el objetivo de formar mejores maestros

El trabajo de Lauren Van der Meer en Guadalupe, en estrecha colaboración con el Ayuntamiento, los docentes y las familias, consistió, por una parte, en mejorar la formación de los maestros y, por otra, ser “mediadora-facilitadora de educación”. En el primer año del proyecto RIE lo dedicaron a estudiar la situación de la docencia en el municipio y sus necesidades. “Al comenzar 2017 llegó una nueva compañera a Guadalupe. Con ella revisamos las evaluaciones del año anterior, hablamos con los implicados y creamos un plan de intervención adaptado a lo que los locales consideraron necesario: formación a docentes sobre aprendizaje cooperativo, rincones de aprendizaje, educación emocional, renovación de espacios de los centros escolares, coordinación con unidad de salud, juventud, género y medioambiente para adaptar pedagógicamente las charlas que tenían para este año, de forma que fueran más dinámicas y significativas para el público que lo recibiese…”.

Lauren expone un ejemplo concreto y significativo de la que ha sido su labor de “mediadora de educación”: “Cualquier entidad o colectivo de Guadalupe que quiera ir a la escuela para dar una charla o un taller, debe pasar por nosotras con la finalidad de adaptar los contenidos que quieren transmitir a las edades e intereses del alumnado. Por ejemplo, en Guadalupe hay el 40% de embarazo adolescente y el objetivo de la Unidad de Salud es reducir este porcentaje. Años anteriores llegaban con un powerpoint de a saber de qué año, a explicar los órganos reproductores y luego darles la regañina con que no deben quedarse embarazadas. Este año hemos quedado con los doctores que dan las charlas y hemos adaptado el taller. Ahora se empieza con un video de dos niñas, se les pregunta qué les ha parecido y se empieza una dinámica con mitos sobre el sexo donde si tienen dudas o se equivocan el doctor resuelve”.

Su otro cometido fue el de educadora en las escuelas. “Educadora en todos los sentidos, aunque centrada en formación y seguimiento de docentes. Si intentásemos llegar a todas las clases de los 7 colegios, no nos darían los días de la semana y solo cambiaríamos algo en esos niños. Por eso queremos cambiar a los docentes. No puede ser que tengamos aulas del siglo XIX, docentes del siglo XX y alumnado del siglo XXI; algo tiene que cambiar, y no son los alumnos, Si algo hace click en los maestros, cambiaremos la educación de todas las generaciones futuras que pasen por sus manos”.

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