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“Es necesario que los árbitros puedan expresarse y se quiten la mordaza”

El ex árbitro internacional tinerfeño, Juan Manuel Brito Arceo, habla sobre las polémicas de Iglesias Villanueva, repasa su trayectoria deportiva y su retirada obligada del fútbol profesional así como ofrece sus impresiones sobre el 'Caso Soule'
Juan Manuel Brito Arceo, durante un partido de fútbol aficionado de los que arbitra los fines de semana. / Sergio Méndez

Su voz suena triste, apagada, amarga. Juan Manuel Brito Arceo perdió hace años gran parte de esa alegría que desplegaba arbitrando. La opinión pública lo despedazó cuando sus problemas económicos abrieron un injusto interrogante sobre su ética arbitral. De la élite y la felicidad pasó a la impotencia. El ex colegiado también se sobrepuso durante su carrera a varios linchamientos públicos debido a “errores humanos”… sabe de lo que habla.

– ¿Cómo cree que ha podido pasar esta semana Iglesias Villanueva después de los fallos contra el Barcelona y el Tenerife en tan corto espacio de tiempo?

“Yo creo que la mejor persona que puede hablar de eso soy yo. Lo he vivido en mis propias carnes. Somos seres humanos, no tenemos ningún tipo de tecnología en nuestra cabeza y hay muchas cosas a tener en cuenta, por ejemplo el ángulo de visión que pudiera tener en determinada jugada… No quiero justificar que en las dos ocasiones cometió errores gravísimos, pero que se ven desde fuera”.

– El asistente tampoco le ayuda en nada…

“Se unen varios factores que es lo que hace que todavía se llame más la atención. Yo recuerdo una vez que arbitré un Sevilla-Málaga de Copa del Rey y casualmente cometí un error gravísimo que vio todo el mundo menos yo. Un jugador del Málaga se tiró a sacar un balón en la línea de gol y metió a la vez la cabeza y la mano. Mi visión fue que había despejado con la cabeza, pero después se vio claramente que había sido con la mano. El espectador que chilló en el campo tenía toda la razón porque yo, en la parte humana, fallé. Al día siguiente me designaron para un Real Madrid-Barcelona y todo el mundo destacó aquel error… gracias a que en el clásico no me pasó nada parecido a lo que le ocurrió a Iglesias Villanueva. No quiero escudar sus dos meteduras de pata y entiendo que Sánchez Arminio dijera que nunca sancionaría a un árbitro por errores de apreciación, pero cuando un árbitro comete errores de forma tan reiterada lo más recomendable es darle algún descansito, para que se calme y reflexione”.

-Usted sabe lo que es estar en la piel de Iglesias Villanueva después de pitar un penalti en el Nou Camp contra el Barcelona por una falta sobre Polster que fue fuera del área…

“Aquel día el asistente me dijo que era dentro del área, los dos erramos. Hay algo que nunca se me valoró y es que, no recuerdo haber nombrado al asistente en aquella polémica, yo cargué con toda la responsabilidad de aquella equivocación. Un árbitro tiene que tener la suficiente personalidad para asumir los errores que se cometen en un partido porque lo más fácil sería culpar al otro. El fútbol ha evolucionado mucho, ya no es lo que era antes. Mucha gente tiene dudas de lo del VAR, pero dadas las circunstancias es necesario porque en el fútbol se mueve mucho dinero, muchos presupuestos y los errores humanos no pueden decidir un título o un descenso.

– ¿Cómo se queda mentalmente un árbitro después de haber cometido un error flagrante como los de Iglesias Villanueva o como los que usted cometió en su carrera?

“Un árbitro, en cualquier partido, sin tener errores, suele tener el sentido de la responsabilidad. Yo era una persona muy nerviosa y lo sigo siendo. Cada partido que yo iba a arbitrar era un suplicio porque tengo un enorme sentido de la responsabilidad, iba a los estadios con muchos nervios, pero tenía la capacidad de dejarlos fuera cuando sonaba el pitido inicial… y los recuperaba con el pitido final. Hasta que no tenía la certeza de haber hecho bien las cosas no me quedaba tranquilo. Los árbitros somos personas que interiormente tenemos la película del partido en nuestra cabeza, sobre todo esas jugadas dudosas. El árbitro sabe si ha estado bien, mal o regular y tiene que tener capacidad de autocrítica. Cada persona es diferente, pero hay que tener la humildad de reconocerte a tí mismo que te has equivocado”.

-¿Usted es de los que piensan de que el principal enemigo de un árbitro es el sistema arbitral, que es de otro siglo y se ha podido quedar caduco?

“Yo no soy de los que lo piensan, soy de los que lo denunciaron cuando estaba dentro del arbitraje. No ha evolucionado nada respecto al resto del fútbol y tiene que ver mucho con la estructura del mundo del arbitraje. Esto es un órgano dependiente de la Federación Española de Fútbol y eso en la actualidad, para unos es bueno y para otros es malo.

– Sánchez Arminio lleva 26 años al frente del arbitraje español…

“Yo viví el comienzo y también la época de José Plaza, viví la transición. Yo me considero una persona muy humilde, pero todos sabemos en nuestro interior lo que somos como personas y las capacidades que tenemos. Me atrevo a decir que yo podría aportarle mucho al arbitraje, pero no al del siglo pasado, sino al arbitraje del futuro”.

– En cierto modo piensa entonces que el arbitraje español se quedó anclado en el siglo pasado..

“Sí, pero porque es un órgano que no tiene independencia. No puedo entender que pueda existir la Liga de Fútbol Profesional, un órgano independiente, y que los árbitros tengan que depender de alguien. Depender de alguien significa que mandan sobre tí y el árbitro, que es un juez, sólo puede mandarse a sí mismo. Debería haber un presidente autónomo y eso lo he defendido desde que estaba dentro, nunca cambié de pensamiento y por eso tuve muchos problemas y me llegaron a llamar a capítulo muchas veces por decirlo.

– Es algo que también defendió Paradas Romero y que le costó su salida del arbitraje, ya hablando de este mismo siglo…

“Es que yo era un árbitro de los que llamaban guerrilleros, en aquella época y supongo que Paradas sería igual. Mi época era difícil, pero siempre ví las cosas claras y supe lo que necesitaba el arbitraje español. Sobre todo, lo que necesita es democracia. No critico a los que lo dirigen porque lo hacen en base a esas normas y doctrinas establecidas de antaño. Critico que no sea un colectivo más abierto, más transparente y cercano hacia lo que es una democracia en todos los aspectos, que la gente pueda expresarse libremente y que por ello no tenga que encontrarse sorpresas y aunque sean buenos árbitros los dejen de lado por hablar y expresarse libremente”.

-Entonces es partidario de que los árbitros puedan explicarse después de los partidos…

“Sin limitaciones. Eso debe ser necesario. Es necesario que los árbitros puedan dar explicaciones de por qué pitaron una cosa y no otra. Es muy importante y es necesario que los árbitros se puedan expresar y que se quiten la mordaza. Se da esa impresión. Dentro del colectivo arbitral hay unas normas caducas como esta de que el árbitro no puede hablar. Es hasta anticonstitucional que una persona no pueda hablar después de un partido, es una norma que va en contra de la democracia”.

– Usted, que fue un árbitro precoz, entiende que todavía puede aportar cosas, pero ¿lo retiraron o se retiró usted?

“Conmigo hicieron lo que hicieron con muchos árbitros. Me apartaron de forma inhumana y a día de hoy lo sigo pagando. Le quitaron a una persona su única fuente de ingresos, porque yo me consideraba un profesional y me dedicaba a eso y había hecho unas inversiones en empresas. Sin esa fuente de ingresos me hundieron para toda la vida, fueron inhumanos conmigo y además me han venido tratando desde hace años como si yo fuera un delincuente, como si hubiera robado a alguien. Yo aseguro que hay una mano negra detrás que no me deja formar parte del colectivo. Fui el primer árbitro internacional canario y el primero en la máxima categoría después de Socorro González, al que le deseo una pronta recuperación porque sé que está mal de salud. También ha habido personas que se han portado muy bien conmigo dentro de sus posibilidades”.

– ¿Dónde estuvo ese punto de inflexión que le llevó de la élite a la sombra?

“Me quedaban por lo menos 15 años de arbitraje. Me conocían desde niño, sabían de mi capacidad y de repente Brito Arceo se convirtió en un bulto sospechoso. Aprovecharon que mis empresas iban mal para decir que mis males económicos podían influir en las decisiones arbitrales, básicamente, que podía venderme. Hubo muchas manos negras, con nombres y apellidos, pero nadie me dijo nunca por qué. Luego hubo un periodista, José María García, que acabó con mi carrera deportiva y se ensañó conmigo. Después me pidió perdón cuando yo ya no arbitraba, pero ese perdón no me vale de nada. Me maltrataron, me humillaron y todavía estoy padeciendo aquella persecución porque estoy en una situación social que no le deseo a nadie. Lo llevo con dignidad, pero no puedo esconder que es doloroso, no pensé nunca llegar a situaciones donde he llegado, no me da vergüenza decirlo”.

-¿A usted le sorprendido todo lo que ha pasado con Ángel Villar y su equipo de trabajo?

“Sería muy fácil ahora para mí decir que esto lo veía venir, sería muy fácil criticar al señor Villar… Yo no lo voy a juzgar porque no soy quién para hacerlo. Detrás de Villar, de Juan Padrón, de Ramón Hernández hay familias y yo con mis comentarios no voy a ser partícipe de su sufrimiento porque sé que estarán sufriendo como he podido sufrir yo. No les voy a hacer daño. Sinceramente no creo que ellos hayan robado, no lo creo. A lo mejor todos estos años los han llevado a tener conductas pensando en que no van a dañar a nadie… eso podría ser, pero llevarse dinero de la federación para lucrarse es algo que no creo que hayan hecho. No se puede hablar y hundir a las personas porque serán los jueces los que determinarán si son culpables o no. Yo actúo así porque lo he vivido y no puedo hacer lo que no me gustó que me hicieran. Este podría ser mi momento de vengarme porque ellos me cerraron las puertas, pero no lo voy a hacer. Creo en la inocencia de Villar, de Juan Padrón y de Ramón Hernández”.

-Y eso que no hace mucho fueron rivales cuando intentó presentarse a la Federación Tinerfeña…

“Y me equivoqué, lo reconozco, no era el momento, yo no era contrincante para él, me arrepentí y me retiré. Desgraciadamente Villar y Padrón no valoraron esa actitud mía. Yo no tenía mala intención, me utilizaron para hacerle daño, algo que yo nunca quise porque, por ejemplo, Ramón Hernández conmigo ha sido una excelente persona, con mayúsculas. Él sabe lo que me hicieron. Mientras, yo sigo pensando que algo bueno me va a suceder porque tengo mi alma limpia, mi corazón limpio y creo ser una buena persona de las que ya quedan pocas”.

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