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El palmero Pedro Álvarez sigue sumando premios y logra el reconocimiento del Foro Internacional de Fotógrafos

Pedro Álvarez ha abierto una ventana a la pedagogía fotográfica en un ambicioso proyecto formativo en el que no solo muestra su trabajo, sino que plantea retos a los que intentan hacerse un hueco en el mundillo profesional

Premiado en varios portales internacionales por sus fotografías, ganador del concurso por la mejor foto de boda en la reciente Convención Internacional del Foro de Fotógrafos, y miembro de la exclusiva lista de los 50 mejores fotógrafos del mundo en fotografía de bodas. Es el palmero Pedro Álvarez, un hombre lleno de inquietudes y curiosidad, de conocimiento y técnica que ha logrado posicionarse, con su creatividad e imaginación, entre los fotografos más importantes del mundo en este sector por el que apostado. El próximo mes de febrero de 2018 viajará a Mandalay Bay las Vegas para participar en WPPI (Wedding and Portrait Photographers International), uno de los más reconocidos encuentros internacionales del su sector.

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Pedro Álvarez ha abierto una ventana a la pedagogía fotográfica en un ambicioso proyecto formativo en el que no solo muestra su trabajo, sino que plantea retos a los que intentan hacerse un hueco en el mundillo profesional. Más allá de las técnicas y de la complejidad de los procesos, ha hecho una apuesta por una formación en algo que se puede definir como “entusiasmo y pasión” por un trabajo que, confiesa, la hace sentir “un privilegiado” porque “hago, trabajo y vivo en lo que me gusta”.

Álvarez explica, pensando en su última foto ganadora, que “la foto gana por lo inesperado del momento, la huella de unas manos después de un abrazo de enorme significado para los novios se quedan marcadas en la espalda de la ella. Cada fotografía encierra una historia personal muy potente y eso forma parte de momentos muy especiales. De hecho las fotos de boda que ganan concursos o premios no son fotos típicas, son imágenes que se salen de lo habitual, de los tradicional, pero que cuentan, en un instante, parte de la historia de dos personas, de los invitados, de la armonía del momento, incluso de las emociones que todo el proceso encierra. Eso es muy importante para los protagonistas de un día tan especial y desde luego para quien, como yo, tiene el privilegio de compartirlo y de captarlo”.

Pedro Álvarez ha ganado un prestigio en base a una marca y a un modo de hacer propio. Por eso los encargos que acepta son acordados, explica, “porque los interesados ya conocen mi trabajo, lo que soy capaz de ofrecerles y desde luego tenemos entrevistas para hablar y conocerles, saber lo que les gusta y lo que esperan, se ven identificados y es lo que quieren”.

Pedro Álvarez confiesa que no sabe dónde estará dentro de un lustro o una década, pero sí tiene claro que “donde quiera que esté estaré haciendo lo que me gusta e intentando disfrutar al máximo del trabajo”.

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