domingo cristiano

Déjennos vivir, coño

Es repugnante que la ideología haya sustituido al sentido común en tantos capítulos del día a día

Es repugnante que la ideología haya sustituido al sentido común en tantos capítulos del día a día. Ése esel mayor cáncer de cuantos nos asolan. Ésa es la enfermedad que arrasa el deseo de convivir en paz y las ganas de encontrarnos, necesidades ambas que llevamos inscritas en nuestras células.

Pues no, resulta que ahora lo que prevalece no es la riqueza del vivir, sino la mamarrachada ideológica que se haya puesto de moda en cada momento. Un ejemplo reciente: los Reyes Magos ya no tienen nada que ver con la ilusión de los niños, sino que su noche mágica ha mutado en una pocilga más para que algunos se revuelquen en sus propias obsesiones, que frecuentemente son sus propias frustraciones. Y de ahí viene, opino, la defensa de las reinas magas republicanas de Valencia, que vistas sin apasionamiento alguno se asemejan en realidad a un carro cargado de putas camino del cadalso. Y aquellos reyes primeros de Manuela Carmena, que parecían disfrazados con plásticos para hacer manteles de cocina. Y todo el jaleo estéril en torno a la señorita drag queen de la cabalgata de Vallecas.

Tanta imbecilidad ideológica está corroyendo las entrañas del bien vivir, que se asientan en esa sabiduría de los limpios de corazón, los que no buscan problemas donde no los debe haber. La educación de los niños es otro de esos revolcaderos sobre los que muchos tendrán que responder, no digo ya ante Dios, sino ante la Historia. No creo que haya ningún país civilizado con más leyes educativas en menor tiempo que España: ahí meten la zarpa todos los lobos, con un “quítame de ahí esa Filosofía”, un “ponme dos kilos de Educación para la Ciudadanía”, aquello de “la Religión fuera de la escuela”… Y, mientras, los chavales cada vez más asalvajados, más ignorantes, menos capacitados en comparación con el resto de europeos. Ahora, eso sí: el garfio político bien clavado en los cerebros infantiles, para que criar clones de perpetúen la estupidez de los legisladores.

Y cuánto hace que no se puede criticar sin miedo a que lo fusilen a uno del clima brutalmentesexual en el que crecen los adolescentes. Cuánto hace que no está bien visto intentar poner algo de cordura en la educación sexual de los más jóvenes. No, eso no, que es represión y caverna católica. Mejor el desfogue, les predican a unos chavales con penes y vaginas funcionales, pero sin la experiencia y la madurez necesarias para no hacerse daño. Cuánta pornomierdavertemos sobre su futuro con la excusa de liberarlos, mientras que lo único que conseguimoses convertirlos en esclavos de sus entrepiernas.

Es repugnante que se hable despectivamente de feminidad y de masculinidad, como si se estuvieran abriendo las puertas de todos los infiernos al reconocer unas legítimas diferencias que nos complementan y nos hacen mejores a ambos. Y es vomitivo jugar con la indefinición sexual de los niños, convirtiendo en tema de tertulia desbocada un asunto que debiera tratarse en la más serena intimidad y alejando hasta con un palo a quien pretenda ideologizar algo tan sensible.

Comienza el año y creo que es tiempo de echarle sentido común a las cosas. Desde la fe en Jesucristo resucitado, los creyentes podemos aportar a la sociedad nuestra confianza en la vida, en el esplendor de la verdad y la belleza. Tenemos el encargo de no convertirnos en una jauría religiosa. Acoger, escuchar, comprender, abrazar. Eso es lo nuestro. Y desenmascarar a los hijos de las tinieblas, falsos pastores que sólo buscan sacar tajada para justificar así sus fallidos proyectos de vida. Hay tantos… Déjennos vivir, coño.

@karmelojph

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