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Aquel fatídico 3 de febrero

Hoy se cumplen 55 años del derrumbe parcial del antiguo convento de Granadilla, en el que murieron 24 personas que esperaban para tramitar o renovar su DNI. Fue la mayor catástrofe del siglo XX en el Sur
Ayuntamiento de Granadilla de Abona. DA
Aspecto actual del antiguo convento franciscano, situado junto al Ayuntamiento de Granadilla de Abona, donde ocurrió la catástrofe hace 55 años. DA

La fecha del 3 de febrero de 1963 está grabada a fuego en la memoria de Granadilla de Abona. Era un domingo de lluvia y hasta granizo en el que numerosos vecinos del municipio y de toda la comarca de Chasna se congregaban en el antiguo convento franciscano de San Luis Obispo, reconvertido en dependencias del Ayuntamiento, para obtener o renovar el Documento Nacional de Identidad (DNI), un trámite para el que se había desplazado un equipo de funcionarios del Ministerio del Interior desde Madrid. El edificio, un inmueble construido en el siglo XVII, se había convertido también en el refugio de transeúntes dadas las inclemencias del tiempo. Se calcula que alrededor de un millar de personas se encontraban en el interior del recinto a primera hora de la tarde.

El cronista oficial del municipio, Emiliano Guillén Rodríguez, recuerda que a las 14.35 horas cedió parte del corredor superior de madera del claustro, donde estaban instaladas las mesas de atención al público, causando la caída al patio interior de personas y materiales, y provocando un estruendo que desató el pánico en la planta baja.

“Fue como un gran trueno”, relataron algunos supervivientes. En medio del tumulto, el intento de huida desesperada del gentío produjo una avalancha en torno al descansillo de la escalera que daba acceso a la calle en la que se vieron aprisionadas centenares de personas.

20.000 personas asistieron al entierro de las víctimas en Granadilla. DA

El cierre parcial de las puertas del edificio por el mal tiempo -solo estaba abierta una hoja de menos de un metro de ancho- agravó aún más la desesperada estampida. Fue la mayor tragedia en la historia de Granadilla de Abona, con 24 muertos (17 mujeres, cinco hombres y dos niños) por aplastamiento y asfixia, y un centenar de heridos.

El pueblo y la comarca se volcaron ante la catástrofe, trasladando heridos en vehículos particulares y ofreciendo sus casas, ropas y mantas para su auxilio. Llegaron médicos y personal sanitario desde diferentes puntos de la Isla y se movilizó hasta un DC-3, que aterrizó en el aeródromo de El Médano para el traslado de los heridos más graves.

La impresionante estampa de los féretros alineados en la parroquia de San Antonio de Padua, en el sepelio oficiado por el obispo Luis Franco Cascón, y una multitud de 20.000 personas por la calle central del casco camino del cementerio de Acojeja son dos estampas que permanecerán para siempre en el recuerdo de Granadilla y de sus habitantes.

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