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Arte efímero en Ravelo para homenajear a los agricultores

'Descanso en la huerta', la nueva escultura del artista Luigi Stinga, se ubica justo delante del instituto, al lado de la iglesia y será quemada en noviembre el día de San Andrés
La pareja de agricultores creada por Luigi Stinga descansará hasta noviembre en Ravelo. Sergio Méndez

Luigi Stinga vuelve a sorprender con su arte efímero, en este caso, con una escultura en Ravelo para homenajear a los agricultores, un encargo del Ayuntamiento de El Sauzal que no dudó en aceptar. La idea era hacer algo en un barrio que se encuentra aislado del casco por la carretera y que tiene una marcada tradición agrícola. Si bien la reina de los cultivos es la manzana reineta, también hay muchos viñedos y frutales.

Y para ello, nada mejor que una pareja de labradores, que después de un arduo día de trabajo en el campo se sienta a descansar en una gran zona verde, delante del IES Sabino Berthelot, al lado de la iglesia, y con el Teide, ahora nevado, de fondo.

Como todas las obras de Stinga, ‘Descanso en la huerta’ es efímera pero aún así durará más que otros trabajos, ya que será quemada en noviembre, haciéndola coincidir con el día de San Andrés y el arrastre de los cacharros, una tradición vinculada a las tareas del campo, confirma el alcalde, Mariano Pérez.

Ello supuso algunos cambios en la manera de trabajar del artista. La pareja está confeccionada en madera pero no solo reciclada de pino canario, que es más resistente a la humedad, sino también con tablones comprados.

Además, la madera lleva un tratamiento especial con aceite de teca, que es natural, para que no se estropee con facilidad, y un líquido para protegerlo de las polillas y otros insectos. Probablemente en unos meses le dará otra mano para evitar que coja el aspecto gris que adquiere la madera cuando está a la intemperie durante mucho tiempo.

Otra modificación sustancial fue construir las figuras en su taller y no in situ, como hace con la mayoría de sus esculturas, y poner más cuidado en los detalles y en las uniones. Tardó tres semanas en terminarlas, porque son menos trozos de madera pero más grandes y muy trabajados. “Me costó más que cuando hago una escultura en tres días”, confiesa el creador.

El hombre ronda los 3 metros de altura y la mujer, que está sentada, 1, 80, un tamaño que le permitió trasladarlos hasta Ravelo con facilidad.

Una vez allí, las inclemencias del tiempo y la lluvia dificultaron su instalación, que culminó el miércoles. Las piezas están atornilladas al suelo y encoladas con el propósito de que duren más tiempo y de que agricultores y vecinos disfruten los próximos meses de este merecido homenaje de arte efímero.

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