Ángel Arenas

Las manos de Putin

Y él no ha debido olvidarse. Porque el muy bandido me escribió hace nada para pedirme que le escribiera sobre las manos de Putin. 300 palabras. Será cabrón.

Viendo fútbol en Moscú

Carmelo Rivero se cree que todo el monte es orégano, que porque en Moscú ya no esté la tez gris del comunismo la ciudad iba a ser unas castañuelas en la triste primavera de los domingos

Las rusas en la calle del Castillo

Carmelo quiere saber cuál fue mi primer contacto con Rusia, ahora que estoy aquí y él no tiene otra cosa que preguntarme

Vente pa Moscú

Primera vez en Moscú. Me invitó un antiguo compañero de Izvestia, joven cuando yo lo conocí

La GAFA que está matando el periodismo

Es curioso: allí teníamos un cine, que no se llamaba Cinema Paradiso, como la famosa película de Tornatore, y ni me acuerdo de su nombre tantos años después

El periódico en la pizzería

España se siente europea, pero conserva tantas tradiciones propias que parece aún el país de los Reyes Católicos. Por eso, entre otras cosas, se conservan tradiciones tan anquilosadas, pero por otra parte tan comerciales, como las fiestas de los Reyes Magos. Por esa razón, y porque el 1 de enero es también festivo en los

“Lo que de veras quiero es el Capitán Trueno”

Carmelo Rivero, vecino un tiempo, compañero durante algunos meses y desde hace unos años compatriota peruano (no sé si él tiene la nacionalidad, pero yo la disfruto por razones que ahora no voy a explicar), sabe (casi) todo de mi vida

Cortázar era grande como una palmera

Me preguntan mis amigos argentinos cómo era Julio Cortázar, a quien conocí en Nicaragua, tan violentamente dulce, como él la llamó en un libro que salió cuando estaba a punto de morir, en 1984 y en París

Isleños en Manhattan

Carmelo me llama siempre con una obsesión: -¿Tú qué tanto viajas nunca te encuentras con canarios de Tenerife?

Memorias de Eliseo Alberto

Me ha llegado a Miami una carta de una antigua amiga de una de las personas que mejor conoció a Eliseo Alberto

Las cosas de la vida

¿Por qué se entera el maldito Carmelo de todo lo que hago entre semana? Ni idea. Lo cierto es que esta vez averiguó que me dirigía a Buenos Aires, sabía quién me había convocado y para qué iba